Siempre he pensado que la suerte no existe, pero en estos instantes realmente pienso que tengo demasiada mala suerte.
Jaecaerys me había dicho que el no tenía nada que ver con el restaurante que en recomendó y en parte era cierto, sin embargo, el seguía siendo una persona importante así que no fue difícil para mí saber que el había movido sus influencias.
Parece ser que se había echo amigo del suegro de la dueña del restaurante, así que conseguir que me contrataran fue demasiado fácil después de mencionar que yo había dado a luz a sus dos hijos.
No quería que la existencia de mis niños fuera revelada al público en general, pero parece ser que a jacaerys eso no le importa y prefiere presumir a sus hijos nacidos en la clandestinidad para conseguir un lugar de trabajo para mí.
Estaba molesto porque logro engañarme, y ahora no solo tenía trabajo gracias a él, sino que también tenía que verlo todos los días entre la una o tres de la tarde.
Tenía suerte que había otros meseros, pero había días donde me tocaba atenderle, aunque de alguna forma era mi culpa que hiciera esto, desde aquel día donde le dije que podría ver a los niños, he estado evitando o posponiendo hablar con él sobre el tema.
Después de todo, si iba a verlos teníamos que dejar en claro algunas cosas para que ninguno salga afectado, sobre todo priorizar el bienestar de los niños.
No podía dejar de pensar en eso, me hacía sentir tan ansioso, pero no podía simplemente huir otra vez, tenía que ser fuerte.
Con un suspiro disipe cualquier pensamiento relacionado al tema y me resigné a verificar si alguno de mis compañeros de trabajo estaba desocupado, para mí desgracia todos estaban ocupados, y yo era el único sin mesa para atender.
Y para mí mala suerte aunque no creyese en eso, jacaerys ingreso al lugar tan serio que parecía que quería matar a alguien, no obstante, fue al lugar donde siempre se sienta, un lugar estratégicamente planeado por él.
Jacaerys creé que no me doy cuenta de sus intenciones y si no es eso, entonces hace que sean lo demasiado evidentes aora que me dé cuenta.
La mesa donde el siempre se sienta, casualmente es en la área que me toca atender, además tiene una vista perfecta a la recepción.
Me mordí el labio inferior antes de acercarme a él para tomar su pedido, realmente quería decirle que parecía un maldito acosador, pero me recordaba que estaba trabajando y además tenía un asunto pendiente con él.
Mientras me acercaba, note como se le iluminaba la mirada y empezaba a sonreír, en otras circunstancias probablemente eso me hubiese echo sonrojar.
- Buenas tardes señor
- oh, hola bonito
Apreté mi labio antes de poder susurrarle que era un idiota, es que este hombre no se cansa de fastidiarme.
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Plata || Jacaegon
FanfictionHay cosas que puedes poner sobre una balanza y ver qué la elección es fácil, pero cuando pones tu felicidad y la de un reino, el deseo egoísta te devora el alma y el dolor quebranta tu cordura. Au; Moderno época: Actual omegaverse.