XV

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La noche después de que Jimin terminó con unas fotografías del catálogo, Jungkook no esperaba que algo ocurriera entre ellos, supuso que le daría las instrucciones para el día siguiente cuando el hombre mayor lo citó a su oficina. Jimin estaba sentado detrás de su escritorio, acariciando la superficie pulida de madera de una pala que tenía entre sus delgados dedos con una sonrisa maliciosa en el rostro.

—Desnúdate

Jungkook jadeó, la lujuria comenzó a recorrer sus venas como fuego y pareció derretirle las rodillas. Las manos le temblaban mientras se arrancaba la ropa, se dejó caer sobre la alfombra sin esperar la siguiente instrucción.

—Muy bien, Pet. —Jimin ronroneó y se puso de pie—. Creo haberte dicho que no permito que un sumiso me diga que tengo que hacer. Esta noche, tienes una opción. Puedes vestirte y marcharte, o... —Jimin hizo una pausa para apreciar el pequeño temblor que recorrió el cuerpo de su sumiso— puedes quedarte y aceptar que haga lo que me plazca contigo. No tengo que advertirte o pedir tu permiso. Tu único propósito será darme placer.

—Sí, señor —aceptó Jungkook rápidamente, no quería que Jimin pensara ni por un momento que estaba titubeando en su respuesta.

—Entiendes que has aceptado estar bajo mi control hasta que yo diga que la sesión ha terminado, Pet —repitió Jimin. Disfrutando al notar el ligero enrojecimiento que se esparció por el cuerpo entero del chico, temblaba como un cachorro al que le habían ofrecido salir a pasear.

—Por favor señor, haga lo que desee, solo... solo... haga algo...―Jungkook se quedó sin palabras.

Jimin cerró los ojos un momento, se sentía aliviado. Se había reprimido tanto como pudo para poder controlar sus impulsos, había jurado no volver a azotar a Jungkook, pero ya no podía resistir la atracción que sentía por su sumiso. Había cometido tantos errores aquel día: había aceptado la insistencia de su Pet para ser azotado con el bastón, no había preparado la escena para él, le prometió tres azotes y no cumplió. 

Si hubiera podido decirle a Namjoon lo que ocurrió, seguramente el otro hombre le hubiera quitado el estatus que tenía como dominante, si fuera posible hacer algo así. Jimin se sintió agradecido con su amigo. Sin sus consejos, estaba seguro de que jamás hubiera vuelto a ver a Jungkook desnudo y sobre sus rodillas, temblando lleno de deseo.

—Oh, lo haré, Pet. Haré todo lo que yo quiera. —Jimin movió la silla al centro de la habitación—. Sobre mis rodillas, Pet. —Tuvo que controlar la risa cuando vio lo rápido que Jungkook se puso de pie y se acomodó sobre sus piernas.

Jungkook hizo un gesto de dolor cuando recordó como el duro bastón golpeó su trasero. Se había curado por completo de la herida que causó el objeto, pero esta sesión era como volver a subirse al caballo que lo había tirado. Sin embargo, Jimin no le dio mucho tiempo para analizarlo, calentó el culo de Jungkook con una serie de palmadas, que movió aleatoriamente sobre el trasero del joven y se aseguró de haber enrojecido cada centímetro de su piel. Jimin paró para acariciar la piel enrojecida, resultado de sus acciones.

—Calentaré tu trasero esta noche, Pet. Vas a retorcerte y haré que sientas que te quemas. Dudo que encuentres algo lo suficientemente cómodo para poder sentarte mañana, pero eso fue lo que aceptaste, será todo un placer azotarte tanto como quiera.

Jungkook se acomodó sobre las piernas de Jimin, debajo de la mano que lo estaba acariciando, complacido de sentir una enorme erección debajo de él.

—Sí, señor —susurró.

Jimin empujó a Jungkook al piso.—Arrodíllate, Pet.

Jungkook asumió la posición, esperó con paciencia, pero en su interior estaba temblando por la excitación. Los azotes que había recibido antes solo habían incrementado su apetito. Jimin se acercó y tomó la barbilla de Jungkook con su mano, forzando a que el chico lo mirara.

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