4장

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Una leve bofetada despertó a Sana del sueño, no fue un golpe agresivo y eso lo agradecía, fue más como un leve empujón de mejilla para llamar su atención.

—¿Dónde está mi desayuno?— Fue lo primero que Sana escuchó por parte de su esposo al despertar.

—Yo... Lo siento, ahora lo preparo— Respondió la menor intentando levantarse.

—Olvídalo, desayunaré en el trabajo, ya es muy tarde— El mayor aseguró saliendo a prisa de la habitación.

Sana miró el reloj, aún era muy temprano para entrar al trabajo, sin embargo solamente asintió y miró a su esposo salir a toda prisa.

Pero eso no iba a amargar su mañana, faltaba poco para ver a Tzuyu nuevamente y sabía que sería divertido pasar el día con ella.

Así que se vistió y tomó sus cosas para salir de su casa con dirección al restaurante donde había desayunado con ella el día anterior.

No mentía si decía que amaba hablar con Tzuyu, adoraba que la plática fluyera entre ellas, no era necesario forzar nada, se sentía tan confiada a su lado.

Por desgracia el tiempo con ella pasaba de volada, pues una vez llegó al restaurante sintió como si solamente hubieran hablado un par de minutos. Al igual que el día anterior, la comida ya había sido terminada, pero su plática todavía no y seguramente no terminaría jamás si Sana no tuviese que poner una alarma para regresar a casa.

Nuevamente cuando la alarma sonó para notificar que era hora de volver a casa tuvieron que detenerlo todo para finalmente despedirse y prepararse para ir a casa, una de ellas iría a descansar y la otra a sufrir nuevamente dentro de ese lugar al que no podía llamar hogar.

—Creo que debo irme— Sana comentó comenzando a levantarse.

—¿Puedo verte mañana aquí?— Tzuyu pidió, quería hacer de esto una nueva rutina, pues se sentía cómoda con Sana.

—Mejor no sigas gastando tu dinero en mí— La menor pidió.

—¿Ehh?— Aquellas palabras confundieron bastante a la taiwanesa.

—Es decir, haz pagado el desayuno por dos días seguidos, ¿Por qué no mejor vienes a casa? Déjame invitarte a desayunar también— Sana aclaró rápido.

—¡Claro!— La mayor aceptó enseguida, se aclaró la garganta y respondió de nuevo con más calma —Por supuesto.

Y Sana soltó una pequeña risita, se notaba el entusiasmo en Tzuyu y le alegraba no ser la única ansiosa por que volvieran a estar juntas.

—Entonces te mandaré mi ubicación por mensaje.

—Está bien.

—Nos vemos— La baja se despidió con la mano dándose media vuelta para salir del lugar.

Pero Tzuyu la tomó por la cintura y la atrajo nuevamente para dejar un beso en su mejilla izquierda, muy cerca de sus labios.

—Te veo mañana, preciosa— Tzuyu susurró a su oído y dicho esto salió de aquel restaurante.

Sana estaba pasmada y con la piel erizada, todo había ocurrido tan rápido, acaso, ¿Tzuyu le estaba coqueteando? ¿O era eso algo normal para los taiwaneses?

Sin embargo no podía continuar pensando ahí parada, debía llegar a casa y preparar el almuerzo para su esposo. Así que mientras caminaba siguió pensando en lo que había ocurrido con Tzuyu, no podía evitar admirar la confianza que la taiwanesa parecía tener, estaba impactada.

Tzuyu por su lado se moría de vergüenza, ¿Qué diablos había sido eso y por qué creyó que era una buena idea despedirse así? La pena la estaba cacheteando fuerte después de haber cometido aquel acto tan atrevido al casi besar a Sana, solamente llevaba cuatro días de haberla conocido, ni siquiera había visto su rostro por completo y acababa de casi darle un beso, Tzuyu no dejaba de arrepentirse de haberlo hecho, temía que después de eso Sana se enojara y no volviera a hablarla.

Sin embargo todos esos pensamientos negativos desaparecieron cuando un mensaje llegó al teléfono de Tzuyu y al abrirlo se encontró con la ubicación que Sana le había mandado, no podía esperar a que fuera mañana.

El resto del día para Tzuyu no fue tan diferente, ella se ejercitó un poco y continuó una aburrida tarde viendo películas sola para después irse a dormir.

Mientras tanto Sana no tenía el privilegio de relajarse de la misma manera, no cuando estuvo todo el día preocupada por su esposo que no volvía a casa, es cierto, él era un mal hombre, pero si algo le pasaba o la abandonaba, Sana no podría mantenerse sola, no tenía un trabajo, pues su marido se lo había prohibido, no tenía dinero, sus padres vivían en otra ciudad y por si fuera poco no tenía amigos que pudieran ayudarla. Simplemente no tenía a donde ir.

Sin embargo, después de horas preocupada su esposo apareció como si nada en la casa.

—¿Dónde estabas? Me preocupaste mucho, ¿Está todo bien?— La menor se acercó a preguntar.

—Solo cállate un rato Sana, trabajé horas extra— Y sin decir nada más el mayor se fue a la habitación ignorando a Sana y la comida que esta le había preparado con tanta dedicación.

Entonces se preguntó por qué seguía cocinando para él, muy pocas veces este probaba su comida, y la mayoría de las veces que lo hacía terminaba tirada en el piso por su marido.

Sin embargo solamente recogió las cosas y organizó un poco más la casa antes de darse un baño y finalmente dormir.

Por suerte durmió tranquila, tan tranquila que solamente despertó por el sonido del timbre ser tocado, revisó la hora y notó que su esposo ya se había ido al trabajo, últimamente sentía que este se había vuelto como un fantasma, simplemente llegaba a dormir o gritarle para nuevamente pasar el día fuera de casa, y en parte Sana estaba agradecida de no tener que estarlo aguantando todo el día. Estaba algo más cómoda si su esposo no estaba en casa, pero eso no quitaba el hecho de que seguía sintiéndose miserable por su matrimonio disfuncional. Sin embargo a pesar de la tranquilidad que estaba teniendo últimamente, ella era conciente de que no siempre sería así, pues sabía que en menos de un mes los maltratos volverían si de nuevo no conseguía embarazarse.

Tuvo que dejar de lado todos sus pensamientos cuando el timbre volvió a sonar y miró un mensaje de Tzuyu en su teléfono, ella había llegado.

Automáticamente Sana se levantó con un salto de la cama e intentó arreglarse lo más rápido posible para ir a recibir a su amiga taiwanesa. Y nuevamente ocultó sus heridas bajo un par de gafas oscuras.

No pudo evitar sonreir al ver a Tzuyu en la puerta de su casa, esa mujer poco a poco comenzaba a ser muy especial para ella.    



Que opinan de una historia con Sana alfa?

𝐄𝐬𝐭é𝐫𝐢𝐥 - 𝐒𝐚𝐭𝐳𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora