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Llevaba quince minutos observándolo con detenimiento, trazando con cariño y delicadeza las facciones del contrario

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Llevaba quince minutos observándolo con detenimiento, trazando con cariño y delicadeza las facciones del contrario. Era evidente que se sabía su rostro de memoria, mas le seguía produciendo mariposas en el estómago ver lo guapo que era el chico que estaba recostado a su lado.

Sunoo nunca habría imaginado que pudiera estar tanto tiempo seguido sin despegar los ojos de una persona dormida, al menos no hasta que Nishimura Riki llegó a su vida.

Tras una pequeña celebración con el entrenador y los integrantes del equipo de fútbol, Sunoo y Riki fueron directo a la vivienda del menor, aprovechando que sus padres se habían ido a un viaje de negocios por el resto de la semana. La idea era pasar el rato juntos y tener una sencilla (pero elegante) cena de celebración por la victoria de Riki; sin embargo, luego de una  larga sesión de besos apasionados y caricias un poco más intensas, ambos terminaron recostados en el sofá. 

Abrazados. Con las luces del salón apagadas, siendo únicamente iluminados por las luces de la ciudad que entraban por la ventana del penthouse. 

No hablaron mucho después de eso, no necesitaban hacerlo para saber que se amaban profundamente. 

Ambos disfrutaron tanto la cercanía del otro que se quedaron profundamente dormidos. El rubio recostando su cabeza en el pecho del más alto, mientras éste rodeaba su cintura con sus brazos fornidos. 

Fue Sunoo el primero en despertar después de unas cuantas horas. Y se sintió feliz. Emocionado. Dichoso de saborear ese instante de alegría absoluta de despertar con Riki a su lado. No es como si llevaran cientos de años casados, apenas había pasado un año desde que se volvieron novios. Sin embargo, tenía la impresión de que habían transcurrido siglos.

— ¿Sunoo?

— Hola, bello durmiente.— saludó risueño al escuchar la profunda voz del que consideraba el amor de su vida. 

Riki estaba algo aturdido y le costó un poco reconocer el lugar donde se encontraban. Pero en pocos segundos recordó todo lo ocurrido esa noche. Acarició el sedoso cabello de Sunoo, antes de acercarse a darle un tierno beso en la frente. 

— ¿Cuánto he dormido?— el tono de voz del más alto delataban que estaba un poco preocupado. 

— Mmmmm, pues... un buen rato.— se sinceró, sin dejar de sonreír. 

El pelinegro se incorporó y tomó su celular, el cual había dejado abandonado en la mesita de noche, solo para revisar la hora por su cuenta. 

— ¡¿Han pasado tres horas?!— exclamó sorprendido. 

— Es que estabas cansado. Tenías que dormir un poco. 

— Debiste haberme despertado, sabes que no me gusta hacerte esperar...

— Ya, pero yo también me quedé dormido.— expresó el más bajo, sentándose recto en el sofá— Desperté hace unos veinte minutos, no quise molestar porque realmente parecías necesitar una siesta. Te esforzaste mucho, entrenaste hasta el cansancio y conseguiste buenos resultados, mereces un descanso por ser el mejor de todos. 

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⏰ Última actualización: Apr 02 ⏰

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