Eve Moonlit <---> Arth Lucifen D'autriche
Solo había sido necesario un carruje y un día lluvioso para casi hacer que un reino cayera por completo. Cosas tan naturales como un amanecer y la muerte misma no se podían evitar; en algún punto solo era inevitable de evitar a veces en incierto lo que la vida te depara, no es una extrañeza, pero jamás se espera lo mejor o peor. Tanto como jamás se espera que alguien tan excepcional como la existencia de una futura monarca de una tierra tan vasta caiga bajo las garras de la muerte, con una facilidad casi perturbadora.
Ya no había princesa en el reino; así de fácil.
Pero siendo tan simple como el capricho de un espíritu del bosque, y las suplicas de un alma que se negaba a morir; aquella princesa había vuelto nuevamente como una muñeca de barro secreto que se aseguraría de guardar hasta el momento que desapareciera de ese mundo.
━━ ❝𝘛𝘢𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘪𝘢𝘯𝘻𝘢 𝘪𝘯𝘧𝘶𝘯𝘥𝘢𝘥𝘢 𝘦𝘴 𝘮𝘪 𝘦𝘯𝘤𝘢𝘯𝘵𝘰 ...❞
Eve; no era una princesa caprichosa al contrario estaba agradecida con aquella oportunidad que había recibido nuevamente por lo que decidió hacer lo imposible para aprovechar el tiempo que tenía entre sus manos y ser alguien recordada en la historia, se volvió valiente y declaró la guerra a los países vecinos; ganando batalla tras batalla para extender su territorio con el tiempo.
Una inexplicable razón en el destino fue lo que le llevó a conocer a Prim Rozgé y su eventual amigo, aquella persona era suave como una melodía y agradable como un sol de medio día, no era sorpresa cuando eventualmente la princesa cayera en los encantos del hombre al cual tomaría como esposo una vez asumió el trono como reina de su país; con un deje de duda decidió contarle su secreto recibiendo una aceptación que hizo que su corazón se sintiera feliz.
━━ ❝ Cuando regrese te aseguro que nuestros hijos y tu no tendrán que preocuparse por nada más.❞
𝘜𝘯 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘰𝘯𝘴𝘰𝘭𝘢𝘥𝘢; Eve tenía la esperanza de que aún tendría tiempo de volver a su hogar con su familia y a su reino con la gente que tanto amaba cuando partió lejos hacia una Beelzenia debilitada por la enfermedad gula; quizá había sido una mala idea.
Las hojas secas similar a recuerdos antiguos caían de los árboles en decadencia marcando un recorrido esparcido donde ella se dirigía tratando de caminar aún, tarareaba la canción de cuna que tanto amaba recitar para sus ojos buscando mantenerse aún consciente; sintiendo la insuficiencia cardíaca que anunciaba el fin de su vida.
Vivió constantemente con la vida de que algún día ese cuerpo no resistiría más y eventualmente moriría.
Pero ella aún quería esforzarse.
Por aquellos hijos que logró tener y quería ver crecer.
