¿¡La Agencia Armada de Detectives son niños?!

¤Capítulo 5¤

[En el Puerto de Yokohama]

9:45 pm

Los cuatro implicados en la búsqueda del hombre tigre caminaban por los alrededores del puerto, para ser más específico entre los grandes almacenes. El único que iba animado en aquella misión era Dazai, quien tararea alguna canción dando saltitos detrás de Fukuzawa, a simple vista era una imagen tierna y divertida.

Aunque no para cierto mafioso, que desde que vio al castaño en esa forma no le ha creído nada de lo que salió de su boca. O por favor, conocía bien a su ex-compañero nada lo tomaba por sorpresa, es mas ya ha planeado más 100 probabilidades diferentes de como terminará cierta situación, y a esos 100, cada uno tiene otras 100 putas probabilidad de lo que pasara. Por lo que en pocas palabras, estaba seguro de que esa persona de extraña habilidad no lo sorprendió para nada, más bien él se dejó transformar. ¿La razón? Seguramente ese maldito idiota le parecio una idea divertida o solo queria joderle la vida como siempre, tal vez ambas.

— Chuuya-san — El mencionado miro al azabache quien lo había llamado — Está destruyendo el suelo — El mencionado no pudo más que maldecir en voz baja. No se había dado cuenta el momento en que había activado su habilidad.

— Tsk — Fastidiado, volvió su mirada de nuevo hacia los menores, ahora Dazai estaba jalando el Haori del presidente de la agencia para que le hiciera caso. — Te soy honesto, Akutagawa. No creo eso de la pérdida de memoria, al menos no le creo a ese bastardo — Señaló a dazai con una mirada seria. Ahora el menor estaba jugando viendo entre los almacenes.

Akutagawa solo se limitaba a escuchar las quejas de su superior, necesitaban más información para definir si en realidad era una mala jugada de parte de la agencia o no. Ya verán cómo recaudar pruebas, de momento solo se limitaba a revisar los almacenes en búsqueda de Jinko. Como siempre ese inutil solo causaba problemas.

— Pueden preguntarnos cualquier cosa, tratare de responder con lo que esté a mi alcance — La voz de Fukuzawa asustó a ambos mafiosos, sobre todo al de cabellos rojizos ¿Acaso fue escuchado? Pensó preocupado, tratando de poner sus ideas en orden, aunque Akutagawa no lo pensó más.

— ¿Cómo fue que terminó afectado por esa habilidad? — Cuestiono sin precedentes y siendo directo.

— Lo único que recuerdo es despertar dentro de un despacho, estuve vagando por aquellas oficinas tratando de saber dónde estaba por horas. Haruno-san fue la que me encontró al amanecer, se desmayó dos veces. Pero me dijo quién era y cuál era mi posición — comentó con tranquilidad. Entonces el Jefe de la Agencia fue atacado dentro de las oficinas a altas horas de la noche, anotó mentalmente Chuuya, tal vez así puedan encontrar un patrón de ataque.

Sin saberlo, Dazai apareció encima de los hombros de Chuuya, no pregunten como, ni chuuya lo sabe. — ¡Me desperté sobre las ramas de un árbol grande! ¡y tenía una hermosa soga en manos! Me iba a lanzar con ella, pero el señor alto me detuvo — Soltó algunas quejas de que el hombre alto era muy malo y esas cosas. Claramente, al bastardo lo "atacaron" cuando estaba ocupado en uno de sus estupidos intentos de suicidio.

— Pero no tiene sentido, ¿Como mierda fuiste afectado por una habilidad si tu poder claramente anula toda habilidad sin excepción alguna y siempre está activado? — Tratando de demostrar su teoría, trato de usar gravedad, pero claramente no podía al tener al niño sobre sus hombros.

El menor alzó sus hombros desinteresado, para después apoyar sus brazos sobre su cabeza y comenzar a cantar. Chuuya soltó un suspiro, y mejor se aseguró que este pequeño demonio no se cayera. Por más que intentara, Dazai no dirá nada, ya sea porque tampoco sabe o no le interesa.

Akutagawa caminó hasta estar al lado del presidente de la agencia — Jinko... — Trato de formular su siguiente pregunta — ¿A qué se referían con el tigre? – Tenía sus teorías, pero quería asegurar toda la información que tenía de Jinko. No por algo lo estuvo buscando por una semana entera, tenía que pagarle de alguna manera por arruinar aquella misión.