La penumbra todavía cubría la ciudad de Seúl, y el frío de diciembre calaba fuerte fuera de las paredes de la casa Son. Las suaves mantas y lo cálido de ambos cuerpos bajo ésta hacían un cóctel ideal. Piernas y brazos entrelazados, y respiraciones suaves.
El alfa se movió en su sueños, gracias al sonido proveniente cerca suyo. Gruñó bajo sin abrir los ojos, y para nada le extrañó el conocido peso de un cuerpo descansando sobre su pecho, acompañado de un mechón de cabello pegado a su pómulo. Ajustó más sus brazos, tratando de traer más cerca, si eso era posible, a su omega que todavía descansaba sin despertar. Sonrío inconsciente. Era simplemente exquisito.
El mismo sonido alertó al alfa, que en la bruma perdida de la noche agudizó el oído.
Silencio.
Segundos después, otra vez y ésta vez la voz profunda de Kihyun logró despertarlo del todo.
-Mhm, es Yeojoo... iré a ver por ella- bostezó. Hyunwoo gruñó bajo y grave.
Yeojoo, la última de sus cuatro hijos, había llegado para agrandar su hermosa familia hacía ya 6 meses, y el sonido que estaban oyendo provenía del monitor de bebés que estaba al lado de su cama, y entonces sonrió. La bebé era un calco de su padre omega y Hyunwoo no podía estar más feliz por ello, los mismos labios color cereza, castaña y profundos ojos avellanas. Era Kihyun, pero en versión femenina, y el alfa amaba con su vida a su hija, así como también a sus otros tres hijos, Hyungwon, Kylo y Eunjun.
Hyunwoo que iba a cumplir 11 años, y los mellizos de 9.
Vió que el omega hacía esfuerzo para ponerse de pie e ir a atender a su hija, pero antes de que pudiera salir de la cama, el alfa lo detuvo suavemente con mano en el brazo, viendo a trasluz el pelo enmarañado del chico, y Hyunwoo no podía estar más enamorado de la vista que tenía. Era la misma que lo acompañaba todos los días hacía ya tantos años.
Hyunwoo se sentó, y depositó un beso en el hombro de su esposo y susurró.
-Yo iré, amor- y dicho eso, Kihyun sintió el peso del alfa abandonar la cama que compartían, sin dudar un momento volvió a acostarse, aspirando el fuerte aroma de su alfa.
"Sh, sh ¿Qué le está pasando a la niña más bella del mundo?"
Kihyun sonrió, escuchando la voz a través del monitor, voz que su alfa hacía cuando hablaba con su hija, era como de bebés. Hyunwoo era un padre excelente, y no podía estar más feliz por ello. El alfa amaba a sus hijos, Kihyun podía verlo en sus ojos cada vez que los miraba detenidamente, y gracias al lazo que los unía podía sentir ese mismo amor inundar su pecho pero bien sabía que venía del padre de sus maravillosos hijos.
"Eso es amor, ahora tu pañal está limpio pequeña Yeojoo...te amo" oyó como su hija se calmaba de su suave llanto, porque a diferencia de sus hermanos la pequeña no era de llorar de forma desconsolada cada que algo le molestaba, hasta el día de hoy. Escuchó como su alfa la arrullaba por un par de minutos, para luego verlo aparecer por la puerta, con su remera de dormir y pantalón jogging, colándose debajo de la colcha. Abrazando el torso de Kihyun, cálido.
-¿Qué hora es?- preguntó el alfa, sin levantar la voz, dejando un beso en la frente del omega. Éste giró a penas y vio que el reloj.
-Son las 5:35am- susurró, volviendo a mirar a su alfa. Instintivamente se pegó al cuerpo cálido de éste, enterrando su rostro en el pecho buscando sentirlo más cerca.
Hyunwoo suspiró, gracias a las caricias suaves que estaba dejando el omega en su cuerpo, caricias que fueron subiendo hasta llegar a su cuello y cuando sintió los acolchados labios pegados a su piel todo en el vibró.
ESTÁS LEYENDO
ʙᴜʀᴅᴇʟ 「sʜᴏᴡᴋɪ」
RandomSon Hyunwoo es un alfa, fuerte y seguro, concurre una noche al burdel Petit Omega para culminar el día de su cumpleaños, casi obligado por su amigo de la vida, pero éste está seguro que es mala idea. Lo que no sabe, es que conocerá a un omega de ojo...