Los días que sucedieron pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Como de esos en los los minutos y las horas pasan, y uno ni siquiera atina a darse cuenta de que así era.
Tan rápido como las Navidad y año nuevo pasaron, enero también estaba llegando a su fin, tan frío y helado como siempre, uno en el que no perdonaba nada ni a nadie, y dónde la blancuza nieve cubría por completo la ciudad, los lagos se congelaban y los copos de nieves danzaban en el viento, miles de millones de ellos.
Y Hyunwoo lo veía desde el ventanal de su oficina, en la que tenía una vista panorámica de una de las partes más exclusivas de Seúl, ahí en el edificio donde estaba la sede centrar de Son Enterprise.
Un vaso de café bailaba entre sus pequeñas manos, transfiriendo calor a su piel. Eran las 8am y recién acababa de llegar, el frío que se coló en sus huesos entre que bajó del auto y entró a edificio era tanto, que temblaba en demasía.
Se sentó frente su computadora y estuvo tecleando por varios minutos, contestando e-mails, revisando cuentas y desde su celular, haciendo llamadas.
"...la adquisición de la empresa se va a realizar en los términos que Son Enterprise disponga," esperó a que la voz detrás del auricular hablara y entonces volvió a hacerlo él. "Bien, por favor Nayeon dile que se comunique conmigo lo antes posible. Gracias."
Colgó el intercomunicador, y suspiró con cansancio. Las tratativas para la fusión con una pequeña empresa lo tenía de los pelos, y no es que fuera la primera en ser absorbida, o los ridículos pedidos que hacían los dueños para aliarse a su empresa, sino que lo más complicado era tratar con alfas, que creían ser el centro del mundo, lo cuales eran bastantes hostiles en éstos días.
La puerta de su oficina se abrió de golpe, y un sonriente entró al recinto de su hijo. Traje negro al cuerpo y zapatos marrones. Hyunwoo sonrió a penas, devolviendo la mirada a su padre y luego a su computadora. Todavía estaba un poco dormido.
El alfa mayor era el dueño de absolutamente todo, y Hyunwoo era su heredero por ser el mayor de sus hijos. También estaban sus hermanas, un par de años menores, y su hermano la luz de los ojos de su padre y de su madre, una fuerte e independiente omega.
"¿Has visto a Nayeon, hijo?" Hyunwoo cerró los ojos, y maldijo por lo bajo.
"Ehm si, la ví al entrar y hace rato me trajo unos documentos ¿Por qué?" Preguntó, restándole importancia.
"¿Ya has hablado con ella?" Volvió a preguntar, ignorado su pregunta.
Hyunwoo sabía a dónde se dirigía la conversación.
"¿Sobre la empresa que vamos a incorporar? Si, ya le he dicho que-"
"No, no, eso no," hizo un ademán con las manos, exasperado.
Hyunwoo suspiró, y se digno a sacar los ojos de la pantalla y dirigirlos a los de su padre. Éste lo miraba con avidez y teniendo una mueca, como si supiera algo que él no, o viceversa. Fuera, la tormenta de nieve se había aplacado un poco, pero el frío era atroz.
"Padre..." el Alfa advirtió.
"Hyunwoo. Tienes que decírselo," sentenció, con una mirada reprobatoria.
"¿Qué cosa? No sé de qué estás hablando," negó con la cabeza, sus ojos se volvieron más fríos.
A Rain se le había metido en la cabeza, hace un par de semanas, que Nayeon era la omega destinada de su hijo, y en su gran mente había tejido una historia muy distinta a la realidad.
"Hijo. Ya tienes edad para formar una familia, y Nayeon es tu omega..."
"No," lo cortó. "Papá, lo que viste no-"
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ʙᴜʀᴅᴇʟ 「sʜᴏᴡᴋɪ」
De TodoSon Hyunwoo es un alfa, fuerte y seguro, concurre una noche al burdel Petit Omega para culminar el día de su cumpleaños, casi obligado por su amigo de la vida, pero éste está seguro que es mala idea. Lo que no sabe, es que conocerá a un omega de ojo...