Capítulo 8: ACHU, salud.

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La puerta se abrió, los niños se apartaron, Arnold salto de la cama pero su pie se enredo entre la sábana haciendo que cayera contra el suelo. Helga sorprendida por el repentino jalón de la sábana que rodeaba su cuerpo, también la impulso hacia adelante, cayendo al piso junto al niño.

-¡AU!

Gritaron ambos. El sujeto que entró a la habitación se aproximó a ellos rápidamente haciendo un icónico sonido.

¡Oinc! ¡Oinc! ¡Hiiiiik!

El cerdo mascota de Arnold se lanzo hacia ellos lamiendo el rostro del rubio.
-¡Abner!

El abuelo Phil que escucho las voces de los niños en el pasillo, se acercó al cuarto con una lámpara vieja de vela.
-¿Chaparrito todo bien?

-¡Si abuelo todo bien!

-Vayan abajo con cuidado, estoy checando los fusibles quemados.

-¡Si está bien abuelo!

Se escuchó los pasos del anciano alejándose. Arnold respiro con alivio. Luego miro a su lado viendo el rostro de Helga. Cuando conectaron miradas, la desviaron, estaban tan incómodos como para dar el siguiente paso. Cielos, sus corazones latian tan rápido por la adrenalina que era difícil enfrentar la situación.

Con cuidado, se levantaron del suelo. Arnold le ofreció la mano a Helga para ayudarla. Cuando se vieron nuevamente, otra vez desviaron la mirada, Arnold se rascaba la cabeza y medio silbaba mientras Helga ponía los brazos detrás de su espalda y veía que, efectivamente, el techo en la oscuridad era muy interesante.

Demasiada tensión. Arnold aclarandose la garganta, hablo.
-Mm. Vamos, la abuela ya debe tener el chocolate listo.

-¿Eh? Si, de acuerdo. Uhm.

-Despues de ti.

-Bien.

Helga guío el camino, sin decir una palabra. Arnold agradecía que fuera así, porque no sabía que hacer. El beso fue sobrecargado de tantas sensaciones, que se sentía mareado. Queria recostarse y dormir hasta el día siguiente. Helga por su parte, estaba en las nubes, las fantasías de una niña haciéndose realidad había fundido por completo su cerebro. Agradecía infinitamente que se haya ido la luz, así Arnold no vería su cara de enamorada. "¡Oh dulce amor! ¡Bello ángel! ¡Es tanto pedir probar de nuevo tus suaves labios!"

Llegando a la sala donde la abuela ya había preparado colchonetas para que durmieran. Bebieron el chocolate y se fueron a acostar.

El abuelo Phil y la abuela también se quedaron en la sala. El anciano aprovecho la ocasión para contarles una historia a los niños. Cuando hablaron de aventuras, Arnold le entró la nostalgia.

-Cuentame otra vez esa historia abuelo, la de mis padres.

-Vamos chaparrito, ya te la sabes. Además ya es tarde

-Por favor abuelo, prometo que dormiré después de esto.

-Bien, bien. Solo porque tu amiga de una ceja no se la sabe.

Helga alzo la mirada.
-¿Qué historia Phil?

-Bueno, los padres de Arnold vivieron muchas aventuras con una gente llamada los ojos verdes, tuvieron luchas contra enfermedades casi incurables y batallas muy riesgosas contra políticos corruptos que buscaban hacer dinero acosta de la gente en San Lorenzo. Fue realmente sorprendente. Hay una aventura en especial dónde fueron atacados por piratas. Pero ellos fueron más listos y se refugiaron en la selva, dónde aprendieron a sobrevivir en la naturaleza.

Oye Arnold, Oye Helga. ¡Me Gustas! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora