23 de enero.

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Hace 5 minutos estaba en una llamada con mi mejor amiga, hace casi 6 años que no la veo en persona, desde que tenía 21 cuando me fuí mi país. Me había ido por un par de malas experiencias y decidí que lo mejor era irme del lugar, de cualquier forma, no era la primera vez que me iba del país.

- Extraño a mis amigos, a mi familia, no me caerían mal unas vacaciones allá.- pienso en todo lo que he hecho desde que me fuí, había conseguido tener mi propio estudio de tatuajes, mi apartamento, tenía 2 carros y una motocicleta, vivía con mi gato que me había traído desde mi última visita, vivía bien a decir verdad.

No tengo pareja porque a decir verdad, no es lo mío, disfruto mucho mi espacio, mi libertad, lo cual significa que quizás pasaba el fin de semana o una noche con alguna chica que conociera ocasionalmente y de ahí no pasaba porque yo no quiero tener una relación, no tolero el nivel de carga emocional que eso conlleva ya que las únicas veces que me había enamorado había sido horrible..

Observo mi estilo de vida, mi rutina y la verdad que hacia varios años que no hacía nada distinto a trabajar, ir de fiesta los fines de semana, viajar ocasionalmente a algún lugar turístico, quedarme en hoteles con playas por un par de días, la verdad mi vida en este punto la consideraría envidiable, pero de verdad quisiera volver un tiempo a mi casa, con la gente que amo y que hace tanto no veo.

No pienso más y busco mi laptop y compro un boleto de avión que saldría dentro de 3 días hacia mi casa. Lo considero bien, ya que era un viaje poco planeado pero la verdad, siempre suelo hacer cosas impulsivas así que ya había comprado el boleto, lo que debía hacer ahora era organizar mis maletas para irme.

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Tengo todas mis cosas organizadas, mi vuelo sale dentro de dos horas, toco la puerta de mi vecina del frente para dejarle a mi gato Batman, mientras estoy fuera aproximadamente 2 meses. Lo había llamado así ya que al ser un gato blanco con manchas negras tenia en su carita la forma perfecta de la máscara del caballero de la noche. Le doy el dinero para la comida y necesidades del gato, y el pago por cuidarlo a Isabella, mi vecina de 14 años que ama a los animales y no confiaba en nadie más para quedarse con mi mascota.

Estando en el aeropuerto, esperando a que digan que es hora de abordar el avión pienso en si realmente es buena idea que vuelva, no le avisé a nadie que iría, quiero que sea una sorpresa. El único que sabía era Marco, el dueño de un estudio de tatuajes con quien había quedado para trabajar en su establecimiento mientras estaba allá, hacia más de 8 años que lo conocía y para él era un placer tenerme en su establecimiento ya que teníamos una buena amistad.

El vuelo salió hace 20 minutos y empiezo a sentir emoción ya por estar de regreso, amaba estar en mi casa pero esta vez no quise quedarme con mi familia así que pague una estancia de dos meses en un hotel en una zona centrica de la ciudad. El viaje dura 7 horas así que puedo dormir el resto del camino para que la ansiedad y la emoción no acaben conmigo antes de llegar, así que cierro los ojos y espero a que el sueño se apodere de mi.

Abro los ojos ya que la azafata me despierta para avisar que aterrizaremos pronto y que debo abrocharme el cinturón nuevamente. Al abrocharme el cinturón el poco sueño que quedaba en mis ojos se disipa al caer en cuenta de que estoy a minutos de llegar a mi casa y la ansiedad se hace presente, mi corazón se acelera y empiezo a sudar ligeramente por la emoción.

Luego de bajar del avión y recoger mi equipaje compro una línea telefónica para estar en línea con los demás, ya que al haber estado planificando el viaje no estuve muy pendiente de ellos en varios días y más las 7 horas de viaje donde siquiera había mirado el teléfono supuse que tendría varios mensajes molestos por mi ausencia.

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