VIII

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: : C A P Í T U L O O C H O : :
ALRIGHTY, APHRODITE

E m m a

Su historial académico perfecto, limpio como la dentadura de quién pudiese alardear que se robó las perlas del mar, había sido manchado descaradamente por detenciones y llamadas de atención "innecesarias", que le costarían la carta de buena conducta a la chica al término de la preparatoria.

Sin embargo, parecía que el hecho de volverse una "chica problemática" ante los ojos de todos los directivos y profesores del colegio era sólo la punta del iceberg entre todos los problemas por los que la pelirroja estaba pasando últimamente, y no era como que estuviese contenta por la racha de mala suerte que parecía estar cargando en sus hombros.

Parecía que Dios, o quién fuese quien controlara su destino, estuviese jugándole un par de bromas desagradables como para llevarla a un punto sin retorno, donde sólo podía sentir que en cualquier momento se le caería el cabello del estrés.

No quería victimizarse, ese no era su estilo. Pero era necesario resaltar que ella sola se estaba tronando los dedos en intentar sobrevivir después de todas las desgracias que le habían ocurrido, una a una, como un efecto dominó que en algún momento la aplastaría.

Aunado a esto, era necesario recordar que un estúpido sociópata (pues no sentía que pudiera referirse a él de otra forma más insultante) llevaba acosándola desde hacía un par de semanas. Desgraciadamente, rambién era la verdadera causa de todos los castigos que el prefecto llevaba poniéndole en los últimos días.

Sí, tal vez lo más sensato era ignorarlo, pero es que era tan jodidamente difícil tolerarlo, cuando ni siquiera tenía la paciencia para soportarse a sí misma. Habría de imaginar que Ray no tenía ni una pizca de madurez en su cerebro, y que estaba jugando con fuego cada que se acercaba con intenciones de fastidiarla.

Y por desgracia, era él quien tenía el poder absoluto sobre ella. Esta frustración sólo podía traducirse en golpes e insultos que el fuckboy tomaba como chistes inocentes de una niñita para nada inocente.

—¡Carajo!— gritó al tiempo que aventaba la escoba contra el piso del auditorio, no sin antes ser advertida por la profesora que cuidaba que ambos estuvieran cumpliendo con el castigo.

Emma bufó, y le dirigió una mirada fulminante a su superior, intentando no molestarse más de lo que ya se encontraba.

Aquel día, Ray había tenido la maravillosa idea de hacer de las suyas, como lo hacía al menos dos veces por semana.

Si bien Emma no estaba en ningún club de la escuela, ese día se había ofrecido a cubrir a otra de sus compañeras (tan irrelevante como ella) en una práctica de tiro con arco a la que no podía faltar, pues se discutiría la táctica que el equipo usaría en el siguiente torneo interestatal.

Era así que la de ojos esmeraldas había ido sólo como mensajera, para luego informar a Mujika sobre lo que su capitán tuviese por decir.

Emma era una experta al momento de usar las flechas, y eso le daba una ventaja a su favor para evitar pasar penas en nombre de la chica a la que le estaba haciendo el favor. Claro que cada lado positivo, tenía a su vez, un lado completamente negativo.

En este caso era el hecho de que la pobre joven en desgracia había olvidado que Ray era, por decir poco, el capitán del equipo de tiro con arco, así que tuvo que soportarlo toda la maldita práctica; eso sin contar que ambos eran demasiado competitivos, y que el entrenamiento tuvo que darse por finalizado gracias a que el resto del equipo se asustó por la pequeña discusión que ambos estaban teniendo respecto a la postura, y técnica correcta de este deporte.

ʟᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ᴅᴇʟ ᴏɴʟʏ ꜰᴀɴꜱ | ᴿᵃʸᵉᵐᵐᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora