Capítulo XIII

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Ahora mismo me encontraba parada frente al espejo que había en mi habitación. Me estaba arreglando cada detalle de mí, que si una arruga en el pantalón, que si mi pelo está despeinado... Quería estar perfecta, para ver a Pe...Digo, para ir al Golden Boy. 
Miré el reloj que tenía en mi muñeca, y me di cuenta que faltaban diez minutos para que Pedri y Fer me vengan a recogerme. Cogí mi móvil y un pintalabios y me los guardé en el bolsillo de la chaqueta—el pintalabios por si me tengo que retocar, claro—. Me miré por última vez en el espejo y supe que ya estaba lista para ver a Pedri triunfar.

Bajé rápidamente las escaleras y me encontré a mi madre junto a mi hermano con una caja de pañuelos en la mano.

—Estás...—A mi madre se le iluminaron los ojos, pero no tardó mi hermano en interrumpirla.

—Preciosa—Te adelantó mi hermano en hablar. Estaba sonándose los mocos mientras fingía unas lágrimas en los ojos.

—¿Mamá te ha obligado a decirlo?—Crucé los brazos.

—Como me conoces—Esbozó una sonrisa y tiró la caja de pañuelos hacía el sofá—¿Quieres que te lleve al lugar de ricos o...?

—Me va a recoger Pedri con su hermano.

—Oh...¡Pues que os lo paséis bien!—Mi madre se acercó  a mí y me estrujó con sus brazos.

Al separarse mi hermano me abrió la puerta y señaló afuera.

Justo, Pedri estaba en el marco de la puerta con una cara aburrida. Al vernos, cambió su cara a una sonrisa y no tardó en repasar todo mi cuerpo con su mirada.

—Wow, es-estás...wow—Esbocé una sonrisa y no evité sonrojarme.

Iba a contestar pero mi hermano se adelantó, como siempre.

—Sí, tú también estás muy wow—Dijo enarcando una ceja. Me empujó hacía la puerta y antes de cerrarla, dijo unas palabras—Ya sabes Pedro, antes de las diez en casa, que tú y yo no somos amigos.

—Pero si es una ga...—No terminó la frase, ya que mi hermano cerró la puerta de un golpe—Bueno, ¿qué? ¿nos vamos?

—Venga, Pedri. A por el Golden Boy—Me rodeó la cintura con un brazo y apoyó su cabeza en mi hombro.

Avanzamos hasta el coche, donde estaba Fer esperándonos con una sonrisa.

—¡Hola, Marti!—Dijo él al ver que me sentaba en la parte trasera del coche.

—¡Hola! ¿Qué tal?

—Muy bien, alegre por mi hermanito por todo lo que está consiguiendo.

—Está llegando muy lejos—Murmuré. Pedri puso su mirada en el retrovisor a lo que nuestras miradas de chocaron.

—Sí. Y al parecer está muy nervioso ya que me ha dicho que conduzca yo ¿eh?—Le dio un codazo a Pedri a lo que él puso los ojos en blanco.

—Es para no provocar un accidente automovilístico. ¿No que siempre dices que conduzco fatal?

—En eso tienes razón. Pues venga, al lío.

Llegamos a un pequeño teatro, bueno tan pequeñito no era. Tenía un montón de asientos que se me veían muy cómodos de color rojo. Iba a irme a sentarme a uno hasta que un brazo me paró.

—¿Dónde vas?—Era Pedri, que me miraba confuso.

—¿A sentarme? No voy a quedarme parada, diría yo.

𝐘𝐎𝐔 𝐁𝐄𝐋𝐎𝐍𝐆 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐌𝐄 | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora