Capitulo 4: Los Rúnicos

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Ariana despertó, como saliendo de una pesadilla a mitad de la noche, solamente que no era de noche y tampoco había sido una pesadilla. En su cabeza habían dudas, preguntas sin aparente respuestas, desesperación, emoción todo se le mezclaba y le hacia pesado incluso planificar su siguiente movimiento. Paso unos diez minutos tendida en el césped, solo para decidir si moverse o esperar que de un milagro aquello se convirtiera en un sueño, no podía aceptarlo que en apenas diez segundos su vida normal se convirtiera en un cuento de lo mas fantástico y que por su culpa hubiese personas (ficticias o no eso ni la misma joven podía afirmarlo con certeza) que corrieran peligro. Sus claros ojos se posaron en el firmamento, celeste, claro y despejado como el mar surcado por finas nubes que a su paso lento y constante lo atravesaban, el sol brillaba sobre su cabeza tocando su piel con delicadeza. Sin saberlo, empezaba a recordar esa sensación de vitalidad, de respirar profundamente para apreciar el mundo que no se detenía mientras que ella podía hacerlo para admirar su magia.

El viento acariciaba el césped y este al instante acariciaba sus brazos, una sonrisa se dibujo en sus labios y luego una pequeña risa comenzó a sonar arrastrada hacia otros lugares por el viento hasta perderse en algún lugar remoto. Ariana se levanto de un salto y se sacudió por costumbre su vestido, pero nuevamente se encontró con que el blanco no se había manchado, seguía reluciente y limpio expulsando un dulce aroma a fresas cada vez que era golpeado por sus manos. ¿Que ocurría? se preguntaba mientras desconcertada se miraba sus manos que tampoco parecían tener un cambio, sus uñas prolijas, su piel sin mostrar signos de maltrato aunque hacia muchos días que no había dedicado un tiempo a cuidarlas. De pronto sus ojos se movieron al único objeto que parecía ser el culpable de cada suceso, su amuleto, su regalo misterioso que había sido la llave que abrió las puertas de aquel lugar remoto. Aprecio la gema nuevamente, la piedra rosa que seguía inmaculada y preciosa, se había decidido a arrojarla a perderla para siempre pero su consciencia le freno aquel impulso y la obligo a sentarse nuevamente.

Miro a su alrededor, estudio las rutas en silencio, pensativa y silenciosa por unos instantes no parecía la misma persona incluso ella se desconocía. Por una fracción de segundos se recordó en los camerinos de Nickelodeon, esperando para grabar un episodio estreno para luego volver sus ojos al norte donde una silueta lejana delataba la torre de un castillo. No supo bien si aquel recuerdo había sido espontáneo o se trataba de una distracción para volver a concentrarse mejor en su alrededor, sea lo que fuere le había dado un nuevo destino pero distante y lejano. Recordó de pronto que no había comido nada en todo ese tiempo, pero a sus alrededores no había ningún alimento visible y lo mas increíble era que ella no tenia hambre, había pasado casi dos días sin tocar una fruta pero no tenia signos de estar hambrienta ni de necesitar hidratarse, cada vez se espantaba mas de aquel lugar no por ser terrorífico si no por quitarle casi por completo su humanidad.

Ariana: Cada día que pasa, extraño mas estar en mi hogar, pero si debo estar atrapada en este lugar será mejor que encuentre una guía

Impulsado por sus emociones, el amuleto comenzó a iluminarse, al principio fue una chispa pero al pasar los segundos se convirtió en un potente haz de luz que envolvió a la bella joven y la transporto como una figura luminosa a través del cielo a una velocidad increíble. Similar a un cometa o una estrella fugaz, la joven surco el cielo y en poco tiempo llegó a las puertas de un lugar desconocido. La luz comenzó a liberarla, hasta extinguirse poco a poco y presentar ante sus ojos una magnifica obra de arquitectura sin precedentes en lo que había sido su vida.

Solo un portón de metal negro azabache la separaba de los preciosos jardines que tenia delante, prolijamente podado varios arbustos se erigían en el lugar, dos de ellos construían un camino recto hacia la puerta principal aunque luego se curvaban y tejían diversos pasadizos en los cuales se podían apreciar flores de diversos colores. Había espacio incluso para fuentes entre los distintos callejones, que irrigaban finos hilos de plata que resplandecían gracias a la luz del sol que se encargaba de resaltar su belleza. Cuando los ojos se elevaban de aquel jardín encantado, se chocaban con las blancas paredes que ascendían hasta rozar las primeras nubes y se perdían en el firmamento, el castillo tenia solamente una pared que podía medirse ya que las torres a cada lado de la entrada parecían infinitas. Ariana no sabía si ingresar o simplemente dar la vuelta y retirarse para pensar en otro plan e incluso idear algún escape, sin embargo, en una decisión precipitada abrió el portón de par en par y se dirigió velozmente hacia la puerta de madera gris la cual fue sacudida por los leves golpes de la muchacha.

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