Capítulo 3

8 0 0
                                    

Pasé varios días sin poder ver a James, cada minuto que pasaba parecían años. Sentía que no lo volvería a ver, que se había olvidado de mi, que se iría de la ciudad... Ya entiendo porque me dicen que tengo una imaginación muy descabellada.
No podía aguantar más, así que les dije a mis padres que iría a visitar a los Hutson, cundo me dejaron salí corriendo como si me estuviesen persiguiendo. Cuando llegué quien abrió fue el padre de James, me saludo muy bien y me preguntó que necesitaba.
- Quería visitarlos y pasar un poco de tiempo hablando con su hijo señor Hutson.
Subí y miré que él estaba estático viendo por su ventana hacia el vacío del bosque.
- Hola...- dije un poco tímido (como siempre).
Volteó rápidamente e hizo ese gesto que me mataba, sonrió un poco avergonzado.
- Hola, no te esperaba.
- Eso es lo bueno, era una sorpresa.
- Jajajaja, ¿te gustaría caminar un poco?
- Dejadme reposar, vengo corriendo desde mi casa.

Pasó un lapso de tiempo y después fuimos a caminar. Parecía que me llevaba a algún lugar que ya conocía en el bosque, yo iba detrás de el pensando sólo una cosa «amaría tomar su mano».
Después de unos minutos se detuvo y esperó a que yo lo alcanzara.
- Caminas muy lento.- dijo burlándose.
- ¡No te burles!- respondí avergonzado.
En ese momento comenzó a caminar más lento para poder estar junto a mi e hizo algo que me dejó helado de pies a cabeza... me tomó de la mano, es como si hubiese leído mi mentó, lo que más deseaba en ese momento él lo había acabado de hacer. Él solo me miró y sonrió como siempre.
- Mira es allá.- me dijo rápidamente señalando una cabaña.
Entramos y habían muchos trofeos de caza.
- Esto es muy cruel, pobres animales.
- Lo se, pero mi padre ama la casería. Ven, es por acá es el cuarto.
Cuando entré al cuarto cerró la puerta y me besó con mucha necesidad, demasiada para ser exactos. "Te extrañe, extrañe tus besos, tus caricias, todo" repetía mientras me besaba.
James tenía mucha fuerza, tanto así que me levantó y me sostuvo contra la pared.
Lastimosamente para los dos por alguna razón sentíamos miedo de pasar de los besos.
Me bajó y nos acostamos en la cama mirando hacia el techo.
- Todo esto esta mal, ¿cierto?- pregunté asustado y deprimido.
- ¿Por qué habría de estarlo? Uno no decide de quien se enamora, esas cosas pasan por sí solas.
Al responderme eso no necesité más explicaciones, ya sabía que lo único que necesitaba era estar junto a él.

Secreto de un hombre.  ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora