EXTRA I.-THE GHOST OF YOU

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Cuando Aegon regresó de su caminata con Cregan de la playa, la Fortaleza Roja estaba con un movimiento agitado, sentía el olor de todos, de manera incomoda, algo andaba muy mal. Corrió hacia la sala del trono, con el corazón palpitando en su pecho y sus manos sudando por la ansiedad. En el lugar, muchos de la corte estaban reunidos, con cuidado se abrió paso cerca del trono, donde pudo ver a Lucerys caminando de un lado a otro, con una mirada preocupada.

—¿Qué ha pasado? ¿Por qué están todos aquí?

—¡Aegon!—Suspiro tranquilo Lucerys en cuanto lo vio. — Estábamos preocupados por ti, algo malo está pasando... los verdes... ellos...

Su sobrino no le pudo decir más, pues un caballero llegó para pedir que lo siguieran, pues la reina necesitaba de su presencia de inmediato. Tomó del brazo al menor, para tranquilizarse mutuamente. Mientras caminaban, su mente se llenó de muchos pensamientos caóticos. Al abrir la puerta del lugar, vio a todos los presentes de confianza de su hermana. Daemon se encontraba parado al lado de ella, no había escuchado de su regreso, aunque su estado actual era decadente, aún cargaba consigo su armadura y había sangre y barro en su rostro, sus ojos rojos por falta de sueño....

Su tío siempre fue de mirada escéptica y hasta contento (si le daban un buen drama), a pesar de que pudiera haber un problema, pareciendo ajeno a todo, como mero espectador; pero esta vez pudo ver una preocupación rondando por sus ojos cansados. Eso no le gusto...

—Aegon, Lucerys, acérquense...

Se sorprendió al notar el toque y los susurros de Jacaerys, pero de igual manera su voz lo tranquilizó. No tenía que preocuparse si él se encontraba cerca ¿Cierto?

—Madre ¿Qué ha pasado? —preguntó Lucerys mientras se sentaba en el lugar que Aemond le había dejado.

—Los verdes han estado conspirando a nuestras espaldas mientras estaban en Antigua. Los Baratheon, los Arryn y los Martell se les han unido.

—El abuelo mandó una carta, con especificaciones para la rendición de Rhaenyra. Quiere que yo suba al trono, y que entreguemos la cabeza de Jacaerys a cambio de la vida de todos...— Aegon vio a Aemond hablar mientras una llama de odio brillaba en su único ojo.

Se daba cuenta que su hermano se estaba conteniendo de volar sobre Vhagar y quemar a toda su familia materna con las casas traidoras. Miró a Jacaerys preocupado, el príncipe heredero se miraba demasiado tranquilo, aunque amenazaban su vida...

—Una cabeza por la de todos...— Un hombre del consejo privado hizo el comentario.

Tras ese comentario, acercó su mano con cuidado bajo la mesa y apretó la mano de Jacaerys. Su estómago se revolvió al pensar en aquella descabellada propuesta. La tensión se podía cortar con un cuchillo.

—Espero que no esté insinuando lo que creo. Su vida está en juego.—Dijo con un tono amenazante Daemon, mientras jugaba con una cuchilla en sus manos.

—Nos prepararemos para una guerra, aprovecharemos a los Lords presentes y moveremos soldados rápidamente. Dispérsense.—Dijo la reina, tratando de apaciguar el lugar.

Dicho aquello, todos se pararon de sus lugares y se marcharon. Todos menos sus hermanos y sus hijos.

—Aemond, Lucerys, tomen los dragones y viajen Dragonstone y a Driftmark. En un momento iré a Dragonpit para entregarles las instrucciones. —La reina les daba las instrucciones mientras miraba a su hermano y su hijo.

—No creo que sea lo más sensato irnos, yo podría flaquear con Daemon y... —Aemond trató de persuadir a su hermana de la idea que planteaba.

—Entonces Lucerys tendría que hacer el viaje solo. —Le explico ella.

EL OLOR DEL VINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora