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Cavar en los primeros días de clases de la azabache era inútil, porque nada y poco había pasado en su estadía hasta el momento en la institución.

En los recesos solo hacia tareas y estudiaba, sin comer absolutamente nada. Talvez se juntaba con Jimmy para hablar de partidos o Cartman hablaba amigablemente con ella de vez en cuando, pero eso era muy raro y Sofía no tenía tiempo para perder.

Por otra parte, aún sin ningún tipo de vida social, la felicidad era algo que la inundaba constantemente de una manera que a los adolescentes de South Park les parecía extraño... bueno, cualquiera pensaría que es extraño ver a una chica de ya 17 años sonreír como una niña ante un libro de álgebra avanzada pagada por el estado.

Nadie le decía nada ante eso, todos conocían gracias a Eric que en Argentina era una simple adolescente de bajos recursos con antecedentes tanto de rebelde como de trabajadora y diligente. Era obvio que ella estaba agradecida por aquella oportunidad en el país aunque sea en un pueblito en medio de la nada.

Pero, porque siempre hay un pero, la paz y felicidades de la Rivera fue interrumpida.

Porque los Rivera nunca descansan.

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Observo con tristeza el casillero abollado y abierto, que en su interior contenía aquellos libros que había tratado con tanto cariño y cuidado durante un mes entero.

Apreto con fuerza el candado numérico del mueble tratando de contener su pena, que se convirtió rápidamente en frustración y más tarde en furia.

Crujió sus dientes y rompió el inútil objeto, agarro sus libros mojados con el embriagante olor a alcohol llevándolos ya sin delicadeza alguna.

Al llegar a la cafetería, fue a una mesa vacía, se subió a ella, tiró los libros en esta y procedió a pisotear con furia atrayendo la atención de todos en la cafetería.

-¡O me dicen quién fue, o voy a cagarlos a piñas a todos!- grito de manera contundente, todos se miraron confundidos menos tres alumnos, que aclararon rápidamente que no tenían ni idea- ¡Dije, que les voy a patear el jodido trasero si no hablan!

Todos comenzaron a cuchichear sobre el tema, curiosos de la situación, hasta que el habla fue interrumpida por la voz de Kyle; el judío.

-¡Cállate gordo, no diré que fue Craig!- grito harto el pelirrojo en una pelea con el castaño.

Todos miraron al adolescente y luego a la adolescente.

-¿Disculpa?- en menos de un segundo la Rivera se las había arreglado para colarse entre los estrechos espacios de la cafetería para poner su mano en el hombro del ojiverde.

-¡Por las Santas chanclas de Dios!- exclamó asustado este.

-Es por las chanclas de moises...- murmuró algo irritada por el judío- Repite lo que dijiste.

-Ehh...

-Repite.

-Que no diré que Craig lo hizo...

-¿Romper mis libros?- sentenció finalmente la argentina al ver cómo el chico del ushanka verde se encogia de hombros nervioso.

Sofía chirrio los dientes y se acerco a la mesa del Team Craig donde el líder la miro con una ceja levantada- ¿No creerás esa estupidez? ¿O si?

Agarro de la mano al azabache y prácticamente lo arrastró hacia la sala del director PC, dónde lo soltó al lado de una silla.

-Quiero ver las cámaras- exigió con enojo, el rubio de anteojos de sol le miro confundido y hizo un chasquido con su lengua, volviendo a escribir en su computadora.

Craig X Astolfolover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora