12. Sobre comeflores

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El amor es como una velada de verano, ardiente y de viento atrevido que desemboca en un riachuelo de nuevos anhelos. Dongyoung lo ha experimentado desde que Taeyong se atrevió a hacer algo que no había imaginado más allá de su lecho dulce.

Probablemente, no es amor, no a Taeyong, sino a la sensación de ser interesante para alguien tan inequívoco y brillante como lo es el librero apasionado que come flores.

Es una vibrante y estimulante necesidad de conocer más, de comprender por qué su vida se amarra un poco a él, como un ramo que pasa de simplemente ser un adorno, al pase de otros amantes cuando vuela por el aire.

Dongyoung realmente quiere y anhela poder ser parte de un ritual tan especial.

—Quiero y necesito aprenderlo—declara con miedo, pero de forma sublime y dedicada.

Taeyong sonríe antes de remover el cabello de Dongyoung y colocarlo tras sus orejas. La luz de la tarde colándose entre las hojas marchitas le da un brillo especial a su piel, incluso en el susurro de su piel que deja la cicatriz de en forma de rosa más bonita que ha visto desde siempre.

—No hay nada que no puedas aprender a través de la experiencia, pero yo no soy la persona adecuada para hablar de flores—añade de forma tímida, es extraño esa forma en invertir papeles, generalmente era Doyoung quien le mostraba todo, ahora es diferente.

—De ti, yo quiero saber por qué me haces sentir así.

—¿Por qué eres tan directo? No tienes ningún filtro, Dongyoung.

—¿Alguna vez lo tuve?

Hay dos formas de reconocer esa pregunta inusual, desde donde Dongyoung la aborda, con total inocencia y duda, hasta donde Doyoung lo haría, con picardía y sinceridad nata.

La respuesta para ambos casos, probablemente, sea no.

—Escucha, esto no es fácil, te juro que comer flores no es tan agradable como lo has imaginado—deshace los pliegues de sus pantalones con las manos cuidadosas.

—No soy yo quien las voy a comer, tal vez no pueda opinar mucho al respecto, pero malas cosas no puedo decir.

Taeyong asiente y agradece ante sus palabras amables.

—Una vez, tuve un sueño, estaba ebrio y ya no tenía miedo, me sentía seguro, lo suficiente para contar cosas inimaginables como estas y, conmigo, estaba una persona que me amaba sin importar cómo fui, soy o seré, debes saber que hay pocas personas que pueden amarte así sabiendo tu condición, estoy poniendo mi confianza en tus manos. No es como si debería hacerlo, pero siento que puedo.

Sabe que puede, que debe, que sólo así el río fluirá.

—Ya creo que es magnífico, no me atrevería a odiar algo tan sublime que no todos logramos a heredar como una bendición.

Para él, se siente más como una maldición.

—Es una historia de amor—empieza mirando la calle y como el sol resopla brindando un poco de calor, ya es enero, pronto se irá la nieve y con ello la dificultad. —Dicen que cuando la muerte llega a los amantes antes de tiempo, volverán a encontrarse, pero ahora con el rostro del amor de su vida. Creo que la historia era así, uno de ellos tiene que perder la memoria, el otro se encargará de amarlo igual, sin importar qué, es una historia de amores pre destinados, es más difícil para el que lo recuerda, pero una vez que logre encontrarlo, el otro caerá más profundo.

—¿Es una historia real?

—No lo sé, —dice sin remedio, es mejor seguir creyendo el cuento—así que uno será un come flores y el otro deberá ser una flor.

—¿Y qué pasa si algo sucede y el otro no resulta ser una flor? ¿cómo lo sabría?

—La diferencia básica entre los come flores y los floristas es que el amor puede ser tan grande como para lograr que el otro se convierta, lamentablemente ya no hay regresión, nadie puede ser un florista y volver a ser normal.

No creo que ser normal tenga una ventaja sobre ser como tú. Mucho menos debe tener una desventaja.

—Es porque eres inocente y noble, Dongyoung, imagina vivir atado a una persona el resto de tu vida, si eres florista, morirás en cuánto el amor se extinga, si eres come flores, arrastrarás esa muerte como una flor pudriéndose toda la vida. Es un olor repugnante, nadie va a quererte, los humanos normales no se condenan a eso, de algún modo, los come flores somos asesinos en potencia.

Entonces lo observa entenderlo, comprender por qué no son bienvenidos, ver por qué se esconden y como un acto tan simple y humano como alimentarse para sobrevivir se transforma en algo tan cercano al canibalismo que depende de la manipulación amorosa y le duele, porque los medios se concentran más en aborrecerlos y asegurarse de que lo sepan, antes de preocuparse por cómo la guerra arrebata el amor que ellos fortalecen.

—Taeyong hyung, el amor no puede matarte.

—Lo hace, el amor es un vicio del que no puedes despegarte como a la miel y, si llegas a lograrlo, es porque las flores ahora crecen encima tuyo.

Porque tiene intentado tiempo recordarlo, porque ya no van, no vienen los sueños en los que se miraban el uno al otro con dulzura y pasión, porque se acabó de un momento al otro, sabe que murió y, si no hay nada claro en su cabeza que pueda explicar por qué están juntos de nuevo, más allá de saber que su muerte fue antes de tiempo, no es difícil imaginar que las cosas no salieron bien a causa de su amor.

—¿Y qué sentido tiene vivir sin amor? Al final todos vamos a morir, ¿por qué no intentarlo? No siempre tiene que salir mal, ya sabes, dijiste que con suficiente amor uno puede volverse un florista, yo creo, que para eso se necesita muchísimo amor, hyung, para mí, suena excelso y romántico. Como una taza de té caliente cuando te duele la garganta.

Taeyong sonríe, él siempre lo llama hyung, algo que realmente hubiese sido inimaginable para el príncipe Dongyoung. A él sigue gustándole el té y repetirlo en cada oportunidad que tiene demuestra la dedicación que siempre ha sembrado en su mente.

—Tal vez—continúa el menor—hemos llegado al punto de la sobrevaloración, no porque ya no haya azúcar, no significa que hay otros tipos de endulzantes, quizás esta no es la única vida, una con sabor a miel, otra tal vez de caña, lo importante es que aprendamos a disfrutarlas.

Cuando toma la mano de Taeyong, sus dedos tiemblan un poco, es muy apresurado de afirmar, pero, pensándolo bien, quizá se conozcan de otra vida.

EPILOGUE: SNOW FLOWER [DOTAE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora