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Después de hacerme mensa con el intercambio con mi amigo finalmente terminé el Merthur que le prometí, nunca me he visto la serie y escribí esto bajo sus indicaciones que me dió en la madrugada pero se terminó y eso es lo importante.

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Merlín se sentía peor que nunca, sus huesos dolían y su cuerpo estaba caliente como el metal ardiente del que se forjaban las espadas, sentía que no podía empeorar hasta que escuchó las puertas de la enfermería abrirse con el entusiasmo que Arthur siempre tenía desde temprano.

—¡Levántate y brilla Merlín! Hoy tenemos muchos asuntos pendientes que resolver —Arthur se movió rápidamente sin mirar siquiera a Merlín antes de abrir las ventanas dejando entrar de lleno la luz del sol a la enfermería—. Hoy es un estupendo día, podemos terminar a tiempo todos los recados que mi padre... ¿Merlín...?

En el momento en el que fijó su vista en el pelinegro quien se movía con evidente dolor en su cama. Arthur no tardó en ponerse a su lado con la preocupación alejando la expresión motivada que tenía apenas hace unos momentos.

—¡Merlín! ¿Qué te pasa? Tu cara está totalmente roja —puso su mano sobre la frente de su compañero y por un momento se asustó por la elevada temperatura que tenía—. ¡¿Dónde carajos está Gaius?! Merlín, por favor espera, no tardaré en traerlo aquí para que te ayude.

Un quejido de dolor fue su única respuesta antes de salir corriendo de la enfermería, mientras juraba internamente que obligaría por las malas a Gaius a hacer su maldito trabajo.

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—¿Qué es lo que tiene? ¿Se pondrá mejor?

Gaius pareció inspeccionar a Merlin con atención. Tratándose de él, sabía que su príncipe se pondría furioso si no lo atendía de inmediato en el momento en el que lo fue a buscar personalmente en la ciudad baja. Y ahora que veía al joven retorcerse con dolor supo que la preocupación del príncipe no era en vano.

—Lo que tiene Merlin es fiebre, y si él pudo sobrevivir a todas los demás desastres en los que siempre se ve involucrado definitivamente se va a recuperar de ésto.

Los hombros de Arthur cayeron con un suspiro de alivio. Merlín estaría bien, eso era justo lo que quería escuchar.

—Solo hay que asegurarse de mantenerlo hidratado y de que descanse como es debido. Llamaré a una de las enfermeras para que...

—Yo lo haré.

Gaius miró con asombro al chico rubio pues no esperaba que él quisiera tomar tal responsabilidad. —¿Está seguro mi señor? Estoy seguro que usted todavía tiene más pendientes que atender.

—Sí, estoy seguro, todo lo que tenga que hacer puede esperar a que Merlín se recupere. Gracias por tu servicio, Gaius, puedes retirarte ahora.

—Como usted deseé su majestad.

Con una última reverencia el médico salió de la enfermería, dejando solos a Arthur y Merlín. El castaño todavía parecía estar sufriendo, aún en su inconsciencia seguía retorciéndose y gimiendo de dolor. El corazón de Arthur dolió enormemente por ver a su amigo en ese estado.

Fiebre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora