el sueño de la súcubo

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Hoy fue mi primer día de secundaria, cuando me senté en mi lugar, me fijé que la persona que estaba al lado mío era una chica pelirroja, tenía un gran cuerpo y parecía ser lista. Le hable después de la primera clase, se llamaba Nina, ella era muy dulce y gentil. Cuando terminaros las clases, no la vi en los pasillos. Mientras volvía del colegio en bicicleta, vi una limusina negra cruzar frente a mí. En ese momento, la ventana del final estaba abierta y vi que adentro estaba Nina con una expresión rara, triste, como si no tuviera alma.

Al día siguiente, cuando entre al aula, me di cuenta que ella estaba sentada ahí, con una sonrisa falsa. Fingí no darme cuenta y me senté, vi su banco y me di cuenta que había unas manchas pequeñas de agua sobre la hoja de su carpeta. No resistí más y le hable.

-¿que te pasa Nina?- le pregunte un poco preocupado.

-na...nada- dijo ella con aquella sonrisa.

No me dirigí a ella hasta que llegó el primer receso. El resto de mis compañeros se retiraron de ahí para comprar sus almuerzos, excepto ella, que había traído su propio almuerzo. Salí de allí para comprar algo pero cuando cerré la puerta empecé a alguien llorar, rápidamente la abrí el silencio y la vi, vi a Nina llorar desconsoladamente. Tomé valor, me acerqué a ella y, antes de que ella se diera cuenta que estaba ahí, la abrace de la espalda. Repentinamente ella se volteó y me miró sorprendida.

-¿no dijiste que no te pasaba nada?- dije mirándola a los ojos.

-bueno... la verdad es que, mi madre murió ayer- dijo sollozando.

En ese momento, ella me abrazó con fuerza mientras lloraba en mi hombro. Estuvimos así hasta poco antes de que la campana sonara. Ella se separó y me percaté de que estaba algo sonrojada.

-lo siento- dijo ella con las mejillas rojas.

-no te preocupes, pero, si en algún momento te sientes mal, dímelo-le dije algo nervioso.

-está bien- dijo mientras se secaba las lágrimas.

Seguimos hablando con normalidad por un par de semanas hasta que un día tuvimos un trabajo en grupo.

-escuchen, el trabajo es pasa la próxima semana si quieren pueden adelantar un poco en casa -dijo la profesora al final de la hora.

Sonó la campana y todos se retiraron excepto yo y... Nina, hoy nos tocaba limpiar el salón.

-¿Nina, te gustaría que nos juntáramos para preparar el trabajo?- dije algo avergonzado.

-eh... está bien. ¿Te gustaría que nos juntáramos en mi casa?

-b...bien- dije muy nervioso.

Me quería morir, Nina, la chica mas dulce y tierna que conocí me invitó a su casa. Si esto es un sueño, espero que no me despierten. Terminamos de limpiar y nos fuimos a las casas de cada uno. Cuando estaba en aquella esquina donde vi por primera vez a Nina triste, la misma limusina negra apareció y la puerta del fondo abrió su vidrio donde me percate que estaba Nina, mirándome dulcemente.

-ven un momento- me dijo ella.

Me acerqué lentamente y recién cuando mi rostro había llegado a la ventana, alguien me tapó los ojos y sentí que me estaban besando. Después de eso, me caí hacia atrás y cuando me di cuenta, la limusina ya no estaba.

-¿habrá sido Nina?- me pregunté en mi cabeza.

Volví a subirme a mi bicicleta y fui rápidamente hacia mi casa. Subí a mi habitación y me recosté en la cama. Esa noche no pude dormir bien.

Al día siguiente me desperté temprano aunque era sábado. Desayuné, me cambie y salí rápidamente con mi bicicleta hacia una dirección que me había dado Nina. Cuando llegué, vi que era una gran mansión donde vivía ella.

Después de que crucé todo el patio frontal, el cual era extenso, me paré frente a la puerta y toqué el timbre. Pasaron unos segundos y ella me abrió la puerta. Era Nina, traía un lindo vestido blanco. Me quedé embobado con solo verla hasta que me desperté y entre a su casa. Todavía tenía en mente lo que pasó ayer.

-¿vamos?- me preguntó ella.

-ah, si. Vamos- respondí medio nervioso.

Después de que terminamos el trabajo, ella se fue de la habitación para traer té. Me paré y caminé hacia su escritorio y vi allí una foto de su madre, otra de su padre y una... ¿mía?

Volví donde estaba y ella entró. Traía dos tazas de té negro. Tomé una de las tazas y empecé a beber.

-que te parece- me preguntó.

-esta delicioso- respondí dejando la taza en la mesilla.

Entonces ella se acercó hacia mí lentamente. Por instinto, empecé a retroceder, sentía algo fríos, oscuro y malévolo en sus dulces ojos.

Cuando quedé acorralado contra la pared, ella quedó a unos pasos delante de mi y se empezó a bajar el vestido, casi al punto en donde podía ver sus senos. Aunque estaba sonrojado y sorprendido, todavía tenía ese mal presentimiento. Ella dejó de bajárselo y me miró a los ojos.

-¿dime... que piensas de mi ahora?- dijo ella un poco sonrojada.

En ese mismísimo momento unas alas aparecieron en la espalda de ella, eran unas alas de demonio, las reconocí gracias a un viejo amigo que me había mostrado imágenes de demonios que el mismo había tomado.

-¿e...eres u...una demonio?- dije con un poco de miedo.

-mas bien una súcubo- me respondió con una vos dulce.

-¿y porque me lo dices?- le pregunté un poco mas tranquilo.

-veras... m...me gustas- me dijo ella muy avergonzada-no podía ocultártelo pero temía que me tuvieras miedo-

Sin pensarlo dos veces, la abracé. Estuve así unos segundos y nos deje caer sobre la cama.

-eres una tonta. Que seas una demonio no me importa- dije tratando de tranquilizándola.

-en realidad solo soy medio demonio. Mi madre era una súcubo pura- dijo ella un poco más feliz.

Le besé la frente y cerré los ojos, estuvimos en silencio unos segundos. Abrí los ojos y ella estaba frente a mi, sentada sobre el suelo viéndome.

-hey despierta dormilón- me dijo ella sonriendo.

Me levanté y en ese momento, vi al padre de ella mirándome. Me apuntó con un arma, estaba congelado. Escuché el sonido del disparo y después de eso no recuerdo nada. ¿Dónde estoy? ¿estaré aquí por siempre y no volveré a ver a Nina?

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lo siento por este final pero no se preocupen, ya que estoy un poco de vacaciones de invierno pienso hacer un par de historias. 

no vemos, y un gran abrazo a todos ustedes

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