ʜᴇʀᴇᴊᴇ [ ᴋᴏʟ ᴍɪᴋᴀᴇʟꜱᴏɴ ]

[ 002 ]

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"everything starts, from now..."

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Habían pasado unos meses desde el incidente de Jane. Los hermanos Gilbert se sentían devastados con la perdida de su hermana y la falta de presencia. De hecho, por aquello todo cambió de manera drástica. Jeremy abandonó la casa y se marchó de Mystic Falls, no podía estar en aquella casa, todo le recordaba a ella, incluso su hermana, y como no, si eran gemelas. Aunque Elena y Jane eran hermanas nacidas de un mismo óvulo, Jane era más cercana a Jeremy, al igual que el.

Cuando Jeremy informó a Elena que debía salir de aquel pueblo, al principio se negaba, no podía dejar a su hermano pequeño solo, no quería que le pasará nada y más si era su única familia. Pero al final aceptó, por recordar como "enfrentó" las pérdidas de sus padres, no quería que volviera a pasarle lo mismo y que recayera en las drogas, otra vez. Aunque creo que debió negarse, nunca se sabe lo que puede pasar y más si conocía perfectamente el mundo sobrenatural.

¿Por qué digo esto? Pues...

Elena recibió una llamada, del forense de Canadá. Le explicó que encontraron un cuerpo de ojos marrones, pelo castaño... Elena se quedó en shock, aunque aquello no podía confirmar que era su hermano, aunque al comentarle que encontraron la identificación y aquel chico era nombrado como "Jeremy Gilbert", además la imagen indicaba que era igual a su rostro, aquello lo afirmó. Eso destrozó sin duda a Elena, aún no había lidiado con la muerte de su gemela, de hecho, intentaba despejar su mente de la muerte, y ahora, debía superar una muerte más.

El forense también le comentó que había algo extraño, como si fuera por arte de magia. Jeremy no tenía signos de que hubiera muerto naturalmente o de que lo asesinaron, no había forcejeo, cortes, infarto, suicidio... ¡Nada! Como si estuviera durmiendo, solo que más pálido de lo normal y sin pulso.

—¿Quieres que te dejemos sola? —preguntó el pequeño Salvatore. Elena asintió, sin despejar la mirada de la tumba de su hermano. —Vamos, Damon.

El pelinegro observó a su novia y luego a su hermano pequeño, este asintió aunque le dolía dejarle sola. Los dos Salvatore salieron del cementerio y se quedaron en la puerta principal para esperar a Elena.

La Gilbert no podía con tanta perdida, sus padres, su tía, su hermana y para finalizar su hermano. Muchas veces pensaba en apagar su humanidad, pero al recordar el daño que hizo, esa idea volaba de su mente y desaparecía. Con la vista borrosa, por tantas lágrimas, se levantó del suelo, dónde su hermano estaba enterrado y caminó a la tumba de Jane. Al llegar observó la lápida, dónde un mar de recuerdos viajaron por su mente, enseguida llevó su mano a su boca reteniendo el grito de impotencia, y lo único que dejó salir fueron las lágrimas.

El caminó era silencioso, Damon acompañaba a Elena a su casa. El vampiro de vez en cuando analizaba a su pareja, notando la triste, era normal pero no quería verla de esa forma, de hecho, una gran idea pasó por su brillante mente. Debía animarla.