Tres: Este amor dejó una marca permanente

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Louis despertó con el exalto del silencio, puede sonar disparatado, pero sólo aquellos que han tenido la dicha o desgracia de ser padres comprenden el terror que genera el silencio. El llanto de Lexi era la inauguración de un nuevo día, su recordatorio de que debía abandonar la cama y ser una persona productiva, por lo que abrir los ojos en completa calma y no escuchar absolutamente nada fue escándalo suficiente para hacerlo levantarse estrepitosamente. Tropezó y estuvo a punto de caer al suelo mientras se ponía los pantalones holgados que usaba para estar en casa, para luego, al mismo tiempo que caminaba apresuradamente hacia la habitación de su hija, colocarse una camiseta sin mangas. 

La incertidumbre abandonó su corazón cuando se detuvo abruptamente frente a la entrada y la apertura de la puerta le permitió contemplar a Harry sentado en el esponjoso sillón rosado, con Lexi sobre su regazo, dándole la espalda para permitir que le peinara el cabello. La niña esperaba pacientemente a que el omega le pusiera el segundo brochecito en la cabeza, ya estaba bañada, portaba un vestido verde de mangas cortas, zapatitos del mismo color y calcetines blancos adornados con olanes; ella misma sostenía su biberón lleno de leche que bebía poco a poco.

—Mira quién despertó—le dijo Harry a la cachorra.

—¡Pa-pi!—exclamó Lexi, y apenas sintió que el rizado dejaba de tocar su cabello, saltó de su regazo y corrió torpemente hacia el alfa, llevando su biberón en un bracito y extendiendo el otro.

—Buenos días, nugget, ¿hoy decidiste madrugar? ¿qué pasó contigo, hm?—la tomó de la cintura y la cargó en uno de sus brazos.

—En realidad despertó a las ocho—objetó Harry, poniéndose de pie.

—¿Y qué hora es?—Louis arrugó el entrecejo.

—Las once, colega. Buenos días—el omega se mofó.

—¡¿Las once?!—agrandó los ojos—. Usualmente no duermo tanto...

—Bueno, tomando en cuenta que llevas una semana llegando casi a media noche y encerrándote en el estudio hasta las tres de la mañana, es razonable que despiertes casi a medio día—se cruzó de brazos—. ¿Tu horario siempre es así? ¿Dejas a Lexi sola todo el día?

—No, sólo...—suspiró—. Hay temporadas más demandantes que otras. A veces la llevo al trabajo conmigo o le pido a mi mamá que venga a cuidarla, era más sencillo cuando la anterior niñera estaba aquí.

—¿Cuántas horas estás con Lexi en un día?—ahora fue Harry quien frunció el ceño.

—No lo sé, nunca he...—el sonido de una llamada entrante en su celular a la distancia interrumpió la conversación—. Mierda, un segundo—se excusó, dejando a Lexi en el suelo, sin embargo, la pequeña omega levantó sus manitas, dando saltitos mientras lloriqueaba, exigiendo que volviera a cargarla. Su carita comenzó a tornarse roja y el azul en sus ojos se tornó vidrioso.

—¡Papi, arriba!

—Tengo que atender una llamada, ¿sí, amor? Espérame un momento, ya vengo.

—¡No, no, no, papi, no!—chilló ella.

—¿En serio debes dejarla justo ahora, sólo para contestarle a Dios sabrá quién?—inquirió Harry con un deje de reproche. Lexi ya lloraba escandalosamente.

—¡Puede ser importante!—defendió Louis, exasperado por el repentino desastre, provocando que el omega enfureciera.

—Veo que tienes bastante claro lo que es importante para ti—el jade en sus ojos encarnó rotunda decepción. Harry se agachó para levantar a Lexi en sus brazos—. Shhh, no llores, bebé, tranquila. Vamos a tomar aire.

Back To August (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora