Cuatro: Es brillante ahora, es dorado

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Harry pasó la noche entera dando vueltas en la cama, frotándose los párpados, deteniéndose minutos enteros a observar el techo y divagar. Inhalaba, exhalaba, ni siquiera se esforzaba en conciliar el sueño; sabía que sería imposible. Sus anhelos intentaban convencerlo de ir a la habitación de Louis y suplicarle que continuara besándolo hasta el amanecer, pero sus dudas matenían a su cuerpo captivo en la cama.

Logró dormir poco después de las dos de la mañana, para despertar horas más tarde y evadir sus propios pensamientos por medio de su rutina de inicio de día con Lexi. Cuando entró a la alcoba de su pequeño rayo de sol, la encontró todavía perdida en sus propios sueños, con su oscuro cabello revuelto en la almohada, un oso de peluche entre sus bracitos y un edredón esponjoso cubriendo la mitad de su cuerpo, su pijama era un abrigado mameluco que la caracterizaba como un ratoncito. No sólo había heredado los ojos de su papá, también su aura al dormir y la necesidad de abrazar algo mientras tanto.

No se había detenido a ver los detalles en aquella recámara antes, no como ahora, sabiendo que el techo pintado con nubes de colores, los muebles, las fotos en los marcos sobre el buró, las letras que rezaban "LEXI" como adorno, la zona de la pared destinada a los rayones..., todo había sido cuidadosamente seleccionado por Louis, él lo había decidido por su cuenta para que su cachorra tuviera un lugar especial en el que se sintiera feliz, segura. Una genuina sonrisa conmovida nació en los labios de Harry y un chispeante revoloteo abundó en su interior.

Apartó un mechón de cabello del rostro de Lexi con una amorosa caricia y salió, cerrando con delicada precaución de no provocar algún ruido que pudiera despertarla. Vio el reloj en la pared del pasillo y se extrañó al percatarse de que eran las ocho y no había señal alguna de que Louis se hubiera levantado. A veces dormía más tarde, por supuesto, pero el día anterior mencionó que debía estar en su oficina a las 8:30, solo para revisar pendientes, y regresaría horas más tarde.

En cuanto se acercó a la puerta de la habitación del alfa, un fuerte aroma a madera y canela lo desestabilizó, provocándole un mareo ante el abrumo. Era el olor de Louis, pero no como usualmente se percibiría, picaba en su garganta, le generó un tirón en el vientre bajo.

¿Acaso era...?

—¿...L-Louis?—preguntó, con su mano en la perilla, sintiendo la piel de sus dedos sudar.

¡No entres!—exclamó en medio de un gruñido de dolor.

—¿E-Estás bien?—se mantuvo petrificado en su sitio.

Sí, sí, e-estoy...estoy bien, es que...creo que mi celo se adelantó, n-no es nada...—Oh. Sí era eso. Harry tragó con dificultad—. N-Necesito que empaques cosas para ti y para Lexi, ¿d-de acuerdo? Niall vendrá por ustedes, es un amigo, él...los llevará a casa de mi mamá, se quedarán con ella.

Era el plan más sensato, pero su omega rasgó vilmente sus entrañas de solo pensar en alejarse de él, así fuera por tres o cuatro días, era como si tuviera el exhaustivo menester de estar adherido a Louis.

—O-Okay...—tartamudeó en cambio—. ¿Necesitas algo más?

No, sólo..., por favor, estás...t-tu olor es...—volvió a gruñir—. Ve ahora, ¿sí? Estaré bien, iré por ustedes en cuanto pueda.

—Sí..., estaré atento por si llamas—se apartó de la puerta.

Sus mejillas estaban encendidas, podía percibir su propia cara rojiza sin necesidad de verse en un espejo. Se pasó una mano por el cabello mientras caminaba apresuradamente a la habitación de Lexi.

Louis prácticamente le suplicó que se fuera, luego de haber estado a punto de mencionar algo respecto a su olor, algo que—sin afán de alardearse—sonaba a que estaba enloqueciendo por él, a que el alfa en realidad añoraba que Harry se quedara con él. Pero no podía, ambos sabían que no debían.

Back To August (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora