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—¡Camile, estoy en casa!

Mi mamá tenía la costumbre de pasar la tarde en el patio trasero practicando su tejido , así que casi nunca nos escuchaba cuando llegábamos a casa.

En cuanto me vio cruzar el umbral de la lasa de estar, se levantó del sofá acompañada de Sam.

—¿Dónde carajos estabas, Elizabeth?

Chale, nos dijo Elizabeth.

Cálmate, sólo nos va a regañar.

Soy muy joven para morir.

No te vas a morir, bueno si, pero hoy no.

—¡Respóndeme!

—Oye tranquila, estuve con Cameron y Kaih.

—¿Con quien más si no?— se burló Sam dándole un sorbo a su taza de café.

—¿Y que no podías llamar para avisarme? Me preocupaste, Nydi.

—Sabes que una vez a la semana voy con los chicos, que se te olviden las cosas no es mi problema.

Abrió grande los ojos mirándome con enojo.

—Cállate, no me hables así.

Pasaron tres minutos y nadie decía nada, lo único que podía escucharse era el pasar de los autos en la calle.

—¡Contéstame!

—Dijiste que me callará— intente no reír al verla pensar su siguiente respuesta.

¿Por qué me decía que guardara silencio y después pedia que le respondiera? Rara.

Ja ja ja ke kreisi.

—Sube a tu habitación, y piensa en las consecuencias de tus actos.

—Mamá por favor, no seas dramática.

—¡No soy dramática!

—Ma, eres Leo, así que si eres dramática— Sam hablo por fin encogiéndose de hombros.

—Te hablaré cuando esté lista la cena.

Sabia que mamá me cuidaba por que me quiere y se preocupa por mi, pero no me trataba como alguien de mi edad, ella mejor que nadie sabía que yo no quería ser tratada como la chica enferma y lo hacía de todos modos, además de que su negación a una realidad que tenía una gran posibilidad de suceder, le nublaba la vista y tarde o temprano debía entenderlo.

—¿Nydi?, ¿puedo pasar?—un par de golpes se escucharon detrás de la puerta.

—Adelante...— dije con voz cansada sin dejar de ver la punta de mis zapatos.

—¿Estás bien?

Suspire levantándome de donde estaba y camine hacia la cama dejándome caer de espaldas en el colchón.

—Estoy bien, Sam— murmuré con voz baja.

—Bueno, entones, venía a decirte qué hay visitas y mamá quiere que bajes.

—¿Puedes decirle que no puedo?, ahora no quiero ver a nadie— me senté en la cama recargando ambos brazos sobre el colchón.

—De hecho, es alguien que quiere verte.

Fruncí el ceño con notoria confusión, por que seamos honestos, yo no era la más amigable y sociable, y las únicas personas que vendrían a visitarme serían Cameron ó Kaih, pero ellos no necesitaban permiso para pasar, ellos simplemente irrumpirían en mi habitación haciéndome reír desde el minuto que los vea en la puerta.

Un respiro al corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora