Habían pasado más de cinco años desde que el móvil de Blake Harvey no resonaba con el singular tono de llamada asignado al inspector Pearson. Blake, quien se encontraba tomando una plácida ducha matutina acompañada del ritmo de You Belong With Me, fue interrumpida por el estribillo de Happy, de Pharrell Williams, a camino de colocarse el shampoo en el cabello.
—Blake, he dejado las facturas sobre la me... ¿Pero qué nuevo look es ese?
Hunter muchas veces podía resultar en la primera persona que quisiera estrangular por la mañana. No hacía falta que su prometido resaltara que el shampoo no se había quitado gracias a la prisa que tenía. Tomó las llaves del coche y se dirigió a su habitación mientras Hunter le seguía como una sombra.
—Pearson ha llamado —Agitó el móvil con exaltación, y ver cómo la mirada de Hunter se iluminaba le recordaba qué bien había hecho de proponerle matrimonio ella misma.
—¡Felicidades! Haré algo especial para esta noche.
—De verdad debo irme. Te amo —despidió con un fugaz beso.
El tránsito estaba insoportable. Las siete de la mañana era sinónimo de toda la ciudad de Londres en la carretera. Blake se consideraba como una persona sumamente inquieta, que era capaz de dar bocinazos con tal de cumplir con su palabra de llegar a las ocho. Pearson siempre fastidiaba diciendo que era un trabajo imposible para la joven Harvey, y Blake amaba contradecirlo.
Lidiaba todas las mañanas en la comisaría con casos tediosos en donde las personas no dejaban de gritarse por estupideces que francamente hacían retractarse de que su trabajo podía ser bueno. Pero casos que le traía Pearson, aquellos que hacían de ella un picaflor que no dejaba de agitar sus alas, creaba en ella un sentimiento inexplicable de satisfacción y amor por sus capacidades.
Se dirigió con prisa a la sala de interrogatorios, ignorando las miradas curiosas de sus compañeros. Todos unos envidiosos.
Pearson estaba allí, cruzado de brazos, mientras miraba su reloj de mano y hacía tambalear sus dedos en su brazo opuesto.
—Llegas tarde.
—¡No es cierto! He llegado a las ocho.
—Ocho y uno.
—Vamos, inspector, atravesar esta comisaría toma más de un minuto.
—He dicho a las ocho en punto. Por cierto, no tomes esto como un acto de perdón. Lo que has hecho ha sido inaceptable y no merece mi disculpa —Ocultó su sonrisa, intentando mantener una cara de póker. Sabía que lo que había hecho en un pasado había sido incorrecto, pero habían pasado cinco años. ¡Cinco años! Ya era momento que lo dejara en el pasado.
—¿Puedo saber por qué me ha llamado a mí y no a otro detective?
—Porque precisamente yo no lo he hecho —Blake rio.
—Estoy segura que ha sido su voz que escuché por el móvil.
—Cuando estemos en el sótano, le explicaré la situación.
—¿Sótano? —Abrió una puertilla del suelo que ocultaba una escalera de hormigón.
—Las damas primero.
—Qué caballero.
El lugar estaba casi en la penumbra excepto por la bombilla de luz que se encontraba colgando sobre sus cabezas. Era un angosto corredor con una puerta cubierta de cerraduras de todo tipo. ¿Por qué alguien necesitaría tantas? Seguro no hacía la diferencia si ponía tres que poner seis. Sí, había una diferencia; un gasto innecesario de energías tratando de abrirlas.
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El peor temor
Mystery / ThrillerUn hombre, una detective y el inquietante temor de caer en un mundo donde nunca volver. Blake Harvey se verá involucrada en el caso de un hombre inexistente que asegura que Blake es la razón por la que sigue con vida y la única capaz de resolver el...