Capítulo 1

25 3 7
                                    

Sara LaRosa

El repiqueteó de los zapatos de la señorita Castillo resuena por todo el salón, el bostezo de uno de mis compañeros es el fiel indicador de lo aburrido que se ha vuelto la clase, unas diapositivas donde nos habla de las necesidades humanas de Abraham Maslow es el único material de apoyo que ha utilizado sumándole a la lectura y la pobre explicación que nos ha dado. No dejo de observar el reloj que parece ir más lento de lo acostumbrado.

Aunque no puedo culpar de toda mi exasperación a la señorita Castillo sino a mi necesidad de querer encontrarme con él.

Mi tutor de Danza, mi único amigo desde que llegué a esta ciudad, Nicolas Dufour, solemos encontrarnos todas las tardes luego de esta clase para irnos a al departamento juntos.

Suelo quejarme de lo inútil que me siento por seguir con algo que no me apasiona, pero mis padres nunca paran de recalcarme de que no seré nada en la vida, sino escojo una licenciatura según ellos *importante* para la sociedad, así que tomé la decisión de dejar lo que realmente me gusta en segundo plano.

Si no fuera por Nicolas mi vida sería un completo aburrimiento, conocí a aquel enigmático chico a las afueras de la cafetería a las que solemos recurrir, estaba colocando un cartel donde reclutaba estudiantes para su academia de Danza.

Observé ese cartelón como si fuera un sueño imposible. Me pregunté que se sentiría volver a enfocarme solo en la Danza porque para lo que mis padres era un pasatiempo adolescente, para mi era un estilo de vida al que debía renunciar por la carrera de psicología.

Todavía recuerdo la conversación de aquel día cuando la serena tarde de verano desaparecía.

—¿Por qué suspiras como si algo trágico hubiese sucedido? —La voz gruesa de aquel pelinegro alto, con una chaqueta marrón y un conjunto blanco, y unos atrapadores ojos café irrumpía en mi momento de debate mental.

Al observarlo a mi lado fue como ver algo que deseaba ser.

—Realmente está sucediendo una. —Respondí volviendo a mirar el cartel.

—¿Te inscribirás? —Preguntó como si realmente la voz de mi cabeza se proyectara.

—No lo sé, perdería el rumbo de lo que quiero—Volví a suspirar—O lo que mis padres quieren.

—Oh! Así que eres de esos jóvenes que viven la vida que sus padres quieren para ellos. —Inquirió pensativo.

Recuerdo mirarlo de mala manera. Y el levantó sus brazos en señal de paz.

—Tranquila sé que es estar en esa posición. —Comentó.

—¿En serio?

Aquel chico levantó sus hombros despreocupado.

—Soy instructor de danza en las tardes —explicó señalando el cartel—Contador en las mañanas, bueno aún estoy en prácticas, soy algo así como Bruce Wayne, pero sin toda la historia trágica.

Reí.

—¿Así que tú eres aquel tutor?

Asintió.

—¿Quieres inscribirte? —Preguntó.

—¿No me preguntarás primero sí sé bailar? —Cuestioné.

Negó.

—Soy un tanto supersticioso, y quiero creer que alguna fuerza de la naturaleza te trajo hasta aquí. —comentó sonriente. —¿Cuál es tu nombre?

¿Quién diablos es Tate Maslow?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora