Capitulo 1

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Arco iris

Capítulo 1

No podía dejar a mi mama. Ni mis abuelos, mucho menos a mi tía. Estaba anclada a ellos. Necesitaban de mí.

Carlos me amaba me lo había demostrado. El quería formar conmigo un hogar. Quería tener hijos. Yo sabía que no podía corresponder su amor. Tenía que resignarme a que el hiciera su vida, verlo formar su familia, verlo hacer su vida lejos de mí. Tragarme mi tristeza y mi dolor Pensaba en mi familia la maldición. No podía tener hijas y que ellas heredaran esta maldición. Toda mi descendencia corría con la misma suerte. Todo empezó con un capricho del destino. Elijaron amarse a un en contra de la moral, de lo permitido. No sé si sería inconciencia, deseo o amor a estas alturas de mi vida no me importa. Mis prioridades son mi familia. He recibido ayuda del gobierno. Mi madre y mis tías fueron capacitadas para vivir en un mundo de oscuridad. Ellas aprendieron a sobrevivir así, las analizo y las veo feliz. lo mejor de vivir en la oscuridad es que vives en un mundo ideal. Pones a prueba todos tus sentidos. Puedes ver con tus manos, con tus oídos. Con tus pies. El cuerpo se adapta a todo a su alrededor. Dicen que mi familia fue maldita por mi tatarabuela. Es una historia un poco larga. Mi madre me la conto para prevenirme de caer en la maldición. No importa que mi madre no me lo contara, toda mi familia habla de ello. Todo empezó con mi tarrañuela y su odio por los hombres, ella hizo una buena labor con mi abuela solo le enseño a odiar los hombres.

—Las mujeres podemos vivir sin un hombre al lado. Somos autosuficientes. Demostrémosle que podemos vivir sin ellos.

Mi abuela no la comprendía. Mi tatarabuelo quería y respetaba a mi tatarabuela. Solo por eso hacia lo que ella argumentaba, deseada, en la casa de mi tatarabuela era un matriarcado. Mi abuela Angela se dejó guiar siempre por mi tatarabuela Inés, se casó con el que ella dijo. No era muy feliz en la vida que la tatarabuela Inés decidido para ella. Le compro un marido a mi abuela, eligió un hombre con carácter, muy hábil con los negocios, ambicioso, una persona fuerte, no demostraba debilidad por nada ni nadie. La misión de la tatarabuela era prosperar la finca. No importaba las condiciones.

Mi abuela quiso una vida diferente para mi mama Tania. Para ello la encerró en un mundo de cuentos de hadas, ella era una princesa. Para mi mama Tania la tatarabuela era la bruja de su cuento.

—Ponte este vestido, mira que colores mas hermosos. Se te ven divinos. Te gustan Le decía Angela a su hermosa hija

—Me veo linda decía Tania dando vueltas.

Mi abuela protegió tanto a mi madre que la convirtió en una niña consentida. Mi abuelo no le ponía cuidado el solo tenia tiempo para sus negocios. De ves en cuando se quería escapar de su frívola suegra y su sumisa mujercita. Mi abuelo tenía un pasado tormentoso del que no podía escapar. Su única hija no le preocupaba, el veía su familia como una garantía ante la sociedad para mostrar su lado bueno.

—Soy un padre ejemplar a mi hija y esposa no les hace falta nada. Decía a sus empleados.

Claro que no les faltaba comida. Mi tatarabuela tenia una finca donde se cultiva la mayor parte de la comida que consumían. También mi abuelo gozaba de una buena fortuna. Las tierras eran muy prosperas. Le daban muy buenas ganancias la venta de café. Mi tatarabuela lo dejaba manejar las ganancias de la cosecha, ese fue el acuerdo al que llegaron para que se casara con su hija Angela. En cuanto al terreno personal a mi mama Tania y a mi abuela Angela le faltaba amor, le faltaba compresión, carecían de afecto por parte de sus seres queridos. Mi abuela aburrida de esta monotonía creo un mundo ideal para su hija, donde ella era su única princesa. Donde el campo era su parque de diversiones. Mi madre y mi abuela Vivian felices, solo tenían que soportar que de vez en cuando llegara el ogro a pedir

—Quiero café. Tania tráeme las chanclas.

Mi mama corría a saludarlo.

—Ya hija cálmate. Siéntate, ponte a leer un libro. Quédate callada. No puedo con tanto ruido. Porque no te quedas quieta. Solo quiero llegar a mi casa y estar en paz.

Mi mama comprendía poco a poco que la única manera de estar en paz con su padre era permanecer aislada. Sentada en una silla coloreando una cartilla.

Para vivir con su tatarabuela no podía llevarle la contraria. Tenia que decir que si a todo lo que ella dijera. No podía argumentar. Solo tenia que obedecer. Cuando quería escapar de este mundo macabro corría hacia el arroyo donde lavaba su madre, le ayudaba a lavar las medias. La ropa interior. Nadaba hasta cansarse. Bailaban y cantaban. A veces las horas pasaban volando y venia mi tatarabuela a romper el encanto.

—Que tanto hacen, se van a volver pescados. Angela te esto esperando para que me ayudes en la cocina. Ya no demora tu marido.

Mi abuela se apresuraba a sacar a mi madre del agua. La ayuda a vestir y corrían por la verde pradera. Mi madre tenia ocho años. Cuando mi abuelo la inscribió en la escuela. Ella estaba feliz, bailaba de felicidad. En esos días había mucho ajetreo en la casa, se terminaba la cosecha, muchos trabajadores abandonaban la finca. Mi abuela mantenía encerrada a Tania, no confiaba en esos hombres.

—Ellos van de finca en finca son andariegos.

Así llamaba mi abuela a los recolectores de café. Era gente humilde que trabajaba jornaleando de finca en finca para ganar su sustento.

Enci Silva


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