PRÓLOGO 2 | Cariño, llévame de vuelta porque quiero quedarme

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DICEN QUE LAS PERSONAS ORGULLOSAS CRÍAN TRISTEZAS PARA ELLAS MISMAS, algo de lo que se dio cuenta dos años tarde Tony Stark. Era el año 2010 y estaba muriendo por culpa del paladio en su cuerpo, no había cura, no había milagro, parecía que la oscuridad se había extendido en cualquier lugar desde que había sido secuestrado en Afganistán.

No, eso no es cierto, había sucedido desde que había dejado ir a Henrik hace dos años atrás.

El mundo de Tony había dado vueltas como una maldita calesita en cuanto miró al hombre perfecto entrando en aquel evento en Londres, hace tres años. Henrik Black había captado su atención inmediata, con su cuerpo pequeño pero musculoso, su cabello rizado debajo de sus orejas y de un impresionante negro cuervo. El traje le quedaba perfecto, y la camisa verde esmeralda no hacían más que resaltar el espectáculo que eran los ojos de ese espécimen salido del panteón griego.

Eran de un verde tan espectacular, que Tony quería enmarcarlos para verlos todos los días, más aún cuando el plateado parecía pintar estrellas alrededor de sus iris.

Lo extrañaba, lo había extrañado durante dos años completos, y solo ahora que estaba muriendo podía ver que su orgullo herido le había impedido no ir en busca del hombre que lo convertía en una persona mucho mejor de lo que generalmente era.

Sentado en una silla mirando hacia la nada, preguntó.

- ¿Te hago una pregunta hipotética? - dirigió la pregunta Tony a la pelirroja que se había convertido en su asistente, mientras esta le cubría el moretón con maquillaje. La miró, a pesar de que se estaba frotando los ojos con cansancio, y terminó de decir - Si está fuese tu última fiesta de cumpleaños... ¿Qué harías?

La pelirroja lo miró a la cara y dijo en voz baja, como si no quisiera romper el momento que Tony ni siquiera sabía que se estaba inventando en la mente.

- Haría lo que quisiera, Señor, con la persona que yo quisiera...

Tony ni siquiera se dio cuenta de lo cerca que ambos estaban, mirando hacia la nada un punto en la alfombra de su habitación, lo único que le vino a la mente cuando recibió esa respuesta, fueron esos impresionantes ojos verdes plateados.

Los hombres Stark, decía su padre antes cuando aún le caía bien Tony, se enamoran rara vez en su vida y, cuando lo hacen, es totalmente para siempre. Howard Stark solía decir que los de su linaje - squib de magos que habían ayudado en la fundación de pueblos mágicos - tenían una conexión rara con la magia que los hacia especial, no solo inteligentes, inventivos, y con muy buena memoria, sino que tenían la peculiaridad de amar profundamente a una persona para el resto de su vida, y rara vez se equivocaban.

Tony nunca creyó realmente en eso, dos o tres personas a las que creyó amar realmente no habían sido lo que esperaba que fueran cuando veía a su padre mirar a su madre en su juventud, cuando aún no los había resentido a ambos. Él comenzó a pensar, durante sus años de juerga, que su padre era un idiota idealista por pensar de esa manera en el amor, al igual que su madre. 

Pero se había enamorado de Henrik Black y todo había cambiado.

Era raro que alguien captará su atención de esa manera, lo intrigaba el pequeño hombre, incluso más cuando notó que su cita en realidad no era realmente su cita. Y el discurso de esa tal Hermione Granger - a quien había reconocido por ser la Directora de Investigación de "P&B Pharmaceuthics" - solo lo hicieron querer curiosear aún más. El hombre era pequeño, si, pero se movía como un soldado experimentado al igual que todos sus conocidos, y eso hacia que Tony se hiciera demasiadas preguntas por el hombre.

HAVE MERCY ON ME ➖ WTMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora