Capítulo 1: A la deriva

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El sonido incesante de las olas envolvía el desolado lugar.

En medio de la noche, bajo el brillo incandescente de la luna reflejándose sobre el mar, el rudo viento alzaba levemente la arena, borrando cualquier huella que alguien pudieran haber plasmado en la playa durante las calurosas tardes de aquel verano.

Entre la soledad y la fría bruma del mar, un torpe caminar se habría paso, marcando nuevamente aquel manto recientemente limpiado por el viento.

Pasos torpes y agotados se movían de forma temblorosa e inestable.

El arrastrar de los pies dibujaban en la arena el camino que recorría, y los restos de sangre y otros fluidos que escurrían por aquellas piernas, se deslizaban hasta plasmarse sobre la arena.

Él, estaba completamente solo, vagando entre la oscuridad.

El fuerte ruido del mar y el soplo del viento era completamente ajeno a sus oídos. En su mente no había nada, ni el más mínimo razonamiento. Sus pies prácticamente se movían solos, aparentemente sin un destino fijo.

No sabía porque, ni desde hace cuánto caminaba por la playa. Su mente nublada y desconcertada solo podía seguir aquel camino, no importaba la distancia, el dolor o el tiempo que llevara forzando su agotado y herido cuerpo, debía seguir caminando. Debía llegar a aquel lugar.

Sus pies trazaron el camino por bastante tiempo, a través de pasos inestables, que no se detuvieron.

No hasta que el sonido de sus extremidades arrastrándose en la arena fue remplazado por el crujir de la madera, y la nueva sensación en sus pies le hizo detener sus movimientos.

Recién ahí, Katsuki tuvo el razonamiento suficiente para percatarse hacia donde se había dirigido.

Una sonrisa agotada y sin una pizca de diversión, se plasmó en su pálido rostro. El muelle, todo este tiempo había estado caminando en dirección al muelle.

¿Qué es lo que su cuerpo había tratado de decirle? ¿Qué se supone que debía hacer ahí?

Estaba sólo

Completamente solo.

En aquel camino de maderas que se habrían paso entre el océano, no había nada ni nadie.

¿Por qué caminó hasta ahí? Dada su condición, lo más lógico habría sido dirigirse a la policía para plasmar una denuncia o al hospital para atender sus heridas, no había razón para ir al muelle.

Katsuki conocía esas aguas frente a sus ojos, había nadado y surfeado sobre ella incontables veces, prácticamente había crecido en ellas. Sabía cuándo estaban en calma, cuando tenían la temperatura y el movimiento suficiente para permitirle montarse sobre su tabla y conquistarlas, y del mismo modo, también sabía cuándo eran peligrosas, y el frío de la noche sumado a las fuertes tormentas que se han formado recientemente mar a dentro, eran condiciones más que suficientes para ser consideradas peligrosas.

Entonces, si él sabía aquello ¿Por qué ahora se encontraba caminando nuevamente? ¿Por qué había llegado al final del muelle y se había sentado en el borde de este?

El dolor en sus entrañas y la asquerosa sensación en su cuerpo que había estado ignorando durante un tiempo, se hizo presente cuando el rubio chico apoyó sus lastimadas piernas en la madera y se sentó con dificultad.

Fue ahí, cuando sus pies descalzos rozaron la fría agua y un quejido de dolor escapó de su garganta producto del contacto de su piel con la madera, que finalmente se permitió observar las condiciones en las que su cuerpo se encontraba.

Sus manos temblorosas recogieron las mangas de la enorme y ajena chaqueta que traía encima, permitiéndole observar los cortes y pequeñas laceraciones que portaba en ambos brazos. Prácticamente la totalidad de la piel de sus extremidades superiores estaba plasmada de rasguños, quemaduras y moretones que comenzaban a formarse. Pero lo que más destacaba entre la pálida piel, eran las enrojecidas marcas sobre sus muñecas, marcas que evidenciaban cómo había sido sometido y como él había luchado para tratar de liberarse.

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