ESTIGMA: ESPECIAL NOCHEVIEJA.

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El frío de las calles calaba hasta en los huesos de los transeúntes. Iban de aquí para allá. Compraban cosas, perdían otras tantas... Esta fecha tan señalada era muy especial para todos, porque esa era la noche donde el año moribundo finalmente acababa. Rodeado de todos los estupendos o no tan bonitos sucesos acontecidos durante ese periodo...

Pero, esta historia tiene lugar en un tiempo distinto al que ya conocéis. Un tiempo, quizás mejor, y que sólo puede tratarse de la imaginación de un joven que está completamente loco.

La felicidad en las calles, la baja tasa de muertes... Todo era demasiado extraño. No parecía la misma ciudad en la cual Isaac se había dedicado a matar indiscriminadamente tanto a mayores como a niños pequeños.

Pero eso no pertenece a la historia que nos ocupa.

Esta vez veremos los detalles menos perturbadores de esta ciudad. El como todos ayudaban a otras personas, y no las ignoraban. Se respiraba buen ambiente en la ciudad.

Y, nuestro joven protagonista iba cargado con bolsas hasta arriba. No podía casi ni caminar de lo difícil que era.

A su lado, las personas que le habían dado la vida, y que tanto le habían ayudado en su desarrollo como persona.

—¿Me recordáis por que tengo que ser yo el que lleva las bolsas? —preguntó Eric, con un tono dejado. —

Nhir giró la cabeza, con una mirada que solo podrías llamar como burlona.

—No me mires así papá. —susurró molesto Eric, aun con todas las bolsas. —

Annie, que tenía ya su embarazo bastante avanzado rio de manera tranquila.

—Yo no le veo la gracia... —repetía Eric, aun más irritado que antes. —

Entonces fue que el pelirrojo tomó las bolsas que llevaba su hijo, al menos la mitad. Quería ver si era capaz de llevarlo todo él sólo, pero parecía ser que no.

Eric se había vuelto muy fuerte, pero no tanto como para cargar con todo eso.

Sus densos músculos eran tan notorios que la camiseta que llevaba en ese momento le estaba algo ajustada.

Nhir se sorprendía cada vez que veía los músculos de su hijo. Literalmente podría cargar con Annie y con él si lo quisiera... De hecho, algunas veces levantaba a su madre en peso. Eso le hacía algo de gracia al padre de familia.

—Bueno, Eric, es que como estás tan fuerte entenderás que te deje todas las bolsas para ti solo. —dijo Nhir, en tono burlón. —

El muchacho de dorados cabellos puso los ojos en blanco, dirigiéndole una mirada en tono de reprimenda a su progenitor.

—Sí, ya sé que estoy más fuerte, pero eso no quiere decir que pueda con tanta bolsa, ugh...

—Ah, pero con tu madre si que puedes, ¿no? —le replicó Nhir. —

Eric se quedó unos segundos pensativo. Se le iba a escapar de nuevo lo de que a pesar de que Annie tuviera esa barriga ya podía con ella fácilmente. Y eso podría provocar otra bronca de proporciones bíblicas. Así que se mantuvo en silencio, hasta que fue la otra persona de dorados cabellos quien interrumpió el debate de ambos hombres.

—Oye, Eric, ¿no tenías que ir a ver a Alice? —preguntaba Annie, así como si le estuviera diciendo una indirecta. —

Era cierto que habían tenido una fuerte discusión hará un par de días, y por eso no se habían visto aun... Sinceramente le daba igual ser él quien pidiera perdón, pero lo que había dicho sobre su mente... No le había gustad. El propio Eric sabía que no estaba bien, estaba haciendo el esfuerzo de ir a terapia como le propuso ya su madre, e ir al gimnasio ayudaba un poco... Pero para Alice no era suficiente.

ESPECIAL ESTIGMA 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora