Prologo.

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Inglaterra Av. Becklyn, 1965.

Un sudor frió recorre mi cuerpo, la ansiedad junto con mi hambre hace que mis instintos salgan a flote.

En estos escasos minutos ruego que ninguna alma se cruce ante mi, por que no se si seria capaz de controlarme. Al doblar la esquina donde termina la Av. Becklyn un dulce aroma invade mis fosas nasales jugando con mi cordura.

La niebla junto con mi deseo de probar una sola gota de aquel exquisito manjar que me ha mantenido vivo durante una década.

Veo la silueta de una mujer romper con en la constancia de la niebla, maldigo al destino internamente, puedo con ello, puedo con ello, el aroma de esa mujer cada vez es más fuerte incitándome cada vez.

Cuando estoy a punto de pasar de largo por su lado, su bolso cae al suelo saliendo de el su contenido. No te preocupes sigue con tú camino, no te regreses, deja de ser un caballero por una vez es tu maldita vida.

Algo golpea mi pie, veo hacia abajo y es un pinta labios, me inclino para recogerlo. Tragó saliva y saco todas mis fuerzas para entregárselo a la joven dama.

Ella sigue recogiendo el contenido de su bolso me pongo en cuclillas para ayudar y entregarle el pinta labios, ella levanta la cabeza y me ve con esos ojos azules que siento que están perforando mi corazón y sacando todos mis oscuros secretos.

Es hermosa, un cabello rubio largo que aun con la noche se puede apreciar su hermosura, unas facciones totalmente finas y perfiladas, su piel blanca como la porcelana.

Mis sentidos se afinan y de pronto puedo escuchar el bombeo de su corazón, él ritmo de su sangre en su arteria carótida. El deseo puedo conmigo y me todo rastro de cordura me abandona.

Me impulsó en su dirección, tomándola en mis brazos y clavando mis caninos en la suave piel que cubre su cuello.

Su sangre inocente inunda mi garganta devolviendo la calma a mi ser sus pequeñas manos me intentan apartar de ella, al paso de unos segundos mis caninos hacen su trabajo, sin darme cuenta su cuerpo se deja de mover en mis brazos.

Aleje mis colmillos de su garganta y me di cuenta de lo que había hecho, le arrebate la vida a una mujer inocente las cual había dado depositado un poco de su confianza en mi.

Era un monstro.

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