Un Cuaderno Azul y Una Pluma

24 0 0
                                    

Ahí dónde os la imagináis reside ella, en un bonito edificio ubicado en el centro de Madrid vive la chica más linda del mundo. Mi mejor amiga Juls seguramente sea la persona encargada de organizarme la boda perfecta algún día o de pronunciar las palabras más tiernas el día en que me gradúe. El amor que nos tenemos podría perfectamente mover montañas, así como sanar catástrofes. Puede que esté siendo muy poético, pero es lo mínimo que se merece. Nos conocimos en circunstancias muy vulnerables y hemos acabado siendo, quizás, las personas más valientes, todo gracias a nuestra gran relación de amistad.
No desde siempre me ha gustado hablar con la gente, pero lo que es escribir y hablar, así como pensar y preguntarme cosas, sí. No me hizo falta más que una enciclopedia de filosofía, unos cuántos vídeos de psicología y un cuaderno azul para armarme de valor y salir a la calle a hacer preguntas filosóficas a la gente que me encontraba. Aquello me hizo darme cuenta de lo bordes que son los adultos y de la errónea idea que tenía de los adolescentes con pintas extravagantes. Entre otras cosas, las preguntas evolucionaron a un test de nueve palabras por el que me guiaba para acertar casi con exactitud en cómo era la persona que lo había hecho. A su vez, la evolución culminó con lo que yo llamo «aquellas verdades jamás pronunciadas», que no son más que subjeciones basadas en cómo va vestida la persona, cómo interactúa con sus iguales y el tiempo que tarda en contestar al test, cómo lo hace, qué contesta y algunos otros factores que prefiero guardarme por el momento. El razonamiento que me llevó a pensar que esas subjeciones podían ser consideradas como verdades pese a su carente fundamento fue el de que las persona hoy en día, de una manera u otra, se ajustan a un canon y a un esquema social del que no pueden salir fácilmente, además de mi teoría del juez por experimentación. Con esto me refiero a lo que pienso acerca de juzgar, y es que nos guardamos la información necesaria de una persona con equis características y luego la aplicamos bastamente en otra similar, lo cual lleva a estereotipos y a meteduras de pata vistas socialmente. Me di cuenta de eso observando a la gente de mi alrededor, a la del metro, a la del autobús... casi todos compartían ese matiz. ¿Sorprendente? Lo sorprendente fue lo que ocurrió cuando empecé con los tests, y es que descubrí que no me equivocaba y empecé a decir en alto aquellas extrapolaciones en la cara de la gente para captar su atención y sacarles una sonrisa.
Una vez se acabaron las páginas del cuaderno, mi amiga Juls me regaló una libreta azul y una pluma para seguir con la faena. La quiero muchísimo.

Aquellas Verdades Jamás PronunciadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora