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Suelen hacerse diversas teorías del por qué la gente mata. La verdad, se ha visto de todo; matan por envidia, impulso, locura, orgullo, curiosidad, obligación, odio, desamor, defensa, valentía, temor, venganza y aunque suene extraño aprecio.

Naruto Uzumaki mataba por amor.

Hace tiempo que conoció a la muerte. Era fría, dura, sabia y realista. Su función era recordarnos que por mucho que tengamos en vida, de alguna forma, todos acabamos igual. Era hermosa.

Naruto amaba ver la roja sangre brotar entre el cuerpo de sus víctimas. Le hacía recordar a su madre, sus rojos cabellos y su cálida sonrisa, al matar sentía como si ella le envolviese en un fuerte abrazo. La sangre roja se asemejaba a sus mechones de pelo, los cuales se llegaban a confundir el día en el que se la encontró en su habitación con un largo cuchillo clavado en el cuello.

Y cuando aquello pasó, la muerte estuvo ahí, siempre para él.

Le recordó que la vida no es eterna, pero si la persona. Por eso, mientras podía, Naruto acostumbraba a guardar en buenos cuidados el cuerpo de sus víctimas. Lo consideraba un favor por favor; les liberaba de la presión de existir, de la complicada mortalidad y de la estresante espera al final de todo, a cambio el recibía otra visita de su enamorado.

Nadie vivía para siempre, pero Naruto si.

Puede que se debiese a que la muerte sabía que le había quitado tanto, que no sintiese la valentía de llevárselo a él también. O porque, de paso, también lo amaba.

Su relación era extraña.

Lo conoció muy joven, nada más nacer. Junto a su madre asistió al funeral de su padre y él estuvo ahí, siempre estaba en todos lados. Se fijó entonces en el pequeño rubio y su esencia le cautivó.

Esperó años a volver a verlo, y lo hizo. En una noche fría, cómo el, se encontró al rubio mirándolo curioso. Se preguntó entonces por qué no le daba miedo al niño.

Grande fue su sorpresa cuando volvió a verlo más pronto de lo esperado, junto a una compañera peli-morada, el niño le sonreía alegre por volverle a ver, la muerte no le devolvió la sonrisa.

Esa fue su relación desde entonces.

Naruto mataba por amor. Enamorado de la muerte cómo estaba, este le veía pero no hablaba, nunca lo hacían. Se iba tan rápido cómo un suspiro y el proceso se repetía.

Una vez sucedió algo.

Vestido de naranja Naruto estaba esposado, fijándose en los barrotes de su celda independiente.

Le habían encarcelado hace unos meses, en su juicio dictaron que sería condenado a muerte, Naruto suspiró enamorado al escuchar su nombre.

Supuestamente, debían de concederle un último deseo antes de su asesinato, pero este no fue concedido ya que no hubo ninguna petición. Naruto solo quiso avisar a su amado antes de irse con él y no pudo evitar matar a una rata para ello.

El día de su muerte, Naruto se arregló hasta que se halló a si mismo atractivo, aunque resultase difícil adivinarlo por falta de espejos.

Con la cabeza bien alta y emocionado como estaba caminó hasta un asiento, donde le ataron e inyectaron una sustancia en sus venas.

Naruto sabía que era una forma aburrida de encontralo, pero bueno, todo no se podía pedir.

Cuando se sintió adormecido no luchó contra dicha impresión, se dejó llevar por ella, aliviado. Contempló su vida pasar sobre sus ojos. Cuando encontró a la muerte en su padre, en su madre, en su compañera, en su profesor, en su familia adoptiva, en algunos ciudadanos casuales, en sus vecinos... Era curioso, la vida de Naruto se había basado en la muerte. Reflexionó en eso ¿Por qué estaba tan enamorado de él?

Entonces lo vió.

Vestido de negro, con una manta que le cubría su cuerpo y siempre su cabeza, menos hoy. La muerte se le acercó, y cariñoso le acarició el rostro, Naruto cerró los ojos cómodo. Por eso lo estaba, definitivamente.

__Ha sido un largo camino...-- Una voz grave y profunda caló los huesos de Naruto. Cuando se quiso dar cuenta ya no estaba rodeado ni de policías ni sueros, solo estaba en un blanco panorama que parecía inagotable.

Naruto miró a la muerte, siempre quiso responder una duda.

__¿Tú nombre de verdad es "muerte"?

La muerte calló unos segundos, muda ante la incertidumbre.

__Puedes llamarme Sasuke, era mi nombre humano.

__¿Hay una forma de mutar de humano a "muerte"?-- Preguntó entonces sorprendido.

__¿Deseas quitarme mi trabajo?-- Quizás por ello llevaba toda su vida obsesionado con verle.

Naruto negó ante la pregunta y calmó sus dudas.

__Deseo estar contigo-- Respondió simple y cariñoso.

Sasuke abrió los ojos sorprendido.

__¿Quieres estar conmigo?-- Preguntó incrédulo.

Naruto asintió expectante.

Un chasquido molestó salió de los labios pálidos del azabache, luego se los mordió indeciso.

__No es tan emocionante como esperas-- Habló __Tras siglos y siglos quitando vidas a quienes no deberías acabas odiando este trabajo-- Trató de persuadir.

__Nunca lo odiaría-- Insistió__ Nunca lo haría, porque este trabajo me dará la oportunidad de  estar contigo... Sabes que tú deseas lo mismo...

Sasuke no sabía cuándo le cogió cariño a ese pequeño niño rubio, tampoco cuando esté creció, pero si lo deseaba, lo deseaba más que nada. Deseaba compartir la soledad de la muerte.

Lentamente sintió como los suaves dedos canela acariciaron su pálido rostro y le empujaron hacia el rubio.

Un simple beso selló su compromiso, determinó sus destinos y unió sus almas.

Felices al fin, ambos descansaron en paz.

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ONE-SHOTS || narusasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora