A LA DERIVA - 19/05/22

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Ya hacen tres días donde su vida no es más que una secuela de eventos pasados en el trayecto de la misma, donde no tiene ningún sorbo de felicidad, simplemente, su alma se llena de tristeza, soledad y desesperación. Tristeza al darse cuenta en lo que se ha convertido, ilusiones bastas a consecuencia de ser este tipo de persona, que sin importar lo que intenten demostrar los demás, es alguien puro de corazón (tanto como aquel que logró ser digno para sacar la espada de la piedra), y dadas las circunstancias, no es más que un ser, el cual, vive sumido en depresiones y miedos. Soledad, ya que perdió todo aquello que lo mantenía en pié y no hay manera de recuperarlo: su trabajo, familia, amigos, su paz, felicidad, y por si fuera poco, ese amor y tan pequeña seguridad que había construido. Sin más, a causa de todo esto, cayó sin retorno alguno, en las llamas negras de la desesperación por recuperar todo lo perdido, las cuales, como bien dice la leyenda “No van a desvanecer hasta calcinar con todo a su paso”.

Hoy, a horas de lo que antes era el mejor día del mes, no halla forma de mantener la calma, no saca de su mente todo lo que pudo hacer y que hoy no sirve de nada. Esa pequeña, la cual lo esperaba despierta cada madrugada, ya no existe y fuera de tantos dolores, su ausencia, es lo que más le afecta, ya que lamentablemente, se acostumbró a amarla por encima de todo sufrimiento... Estas emociones sobrepasan todo lo que ha sentido antes; la realidad de aceptar que ya no está, no lo dejará una vez más sentir el calor de la esperanza, y de esa forma, empezará a caminar a la deriva por las oscuras calles de la soledad, mirando al cielo preguntándose una y dos mil veces, qué hizo mal, para obtener como respuesta, un soplido, el cual viene acompañado de un escalofrío y a lo lejos, podrá escuchar:

—No desesperes, tu infierno solo acaba de empezar...

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