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—Déjame llevarte—dijo tomándola de la mano.

Ella lo observó por un segundo, levantando su ceja hacia él, pensando en si tal vez sería la decisión correcta, pero la verdad es que no quería la noche terminara, al menos no todavía. No dijo nada, pero cuando él se levantó envolvió su brazo alrededor de ella y sonrió.

—¡Hey, tú!—señaló a una chica que ni siquiera los estaba observando—Este es mi hombre, no lo mires—Onur no pudo evitar reír, esta chica era tan hermosa y divertida, no podía siquiera creer que fuera real.

No tenía idea de cómo habían coincidido, él se suponía que tendría una cita con Pelinsu, pero esta definitivamente no era ella. Le había dicho que su nombre es Lale, además, él no recordaba por completo a Pelinsu, pero sí que era rubia y además, Lale era diferente en todos los sentidos, era la mujer más hermosa que había visto en toda su vida, de haber estudiado con ella en algún momento de su vida, jamás la habría olvidado.

Se suponía que él iba a llevarla a casa, pero Lale dijo que tenía hambre así que pararon en un camión de comida que se encontraba en la calle. Onur no estaba acostumbrado a hacer ese tipo de cosas, después de todo siempre tuvo lo mejor de lo mejor, los mejores restaurantes, los mejores hoteles, todo era de lujo, pero en este momento simplemente eso se desvanecía, él se encontraba con esta chica increíble a su lado, era lo único que podría importarle.

Estuvieron bromeando un rato largo, el alcohol por supuesto tenía que ver con la actitud alocada que estaban tomando y las risas energéticas y escándalosas, pero la verdad era que hacía mucho tiempo ninguno se sentía así de cómodo con otra persona, era como si no existiera nada o nadie más. Onur había tomado su teléfono y fotografió cada momento de la cena que estaban teniendo.

—¿Te gusta este lugar?—Lale preguntó con una sonrisa ebria en su rostro.

—¿Que sí me gusta? ¡Me encanta! Me encanta estar aquí, me encanta estar aquí contigo—respondió sonriendo también. No era una mentira, se sentía tan relajado, tan libre. Ella estaba haciendo que su corazón se acelerara con emoción.

Lale sonrió y se quedó observándolo por un rato. Él era realmente atractivo, el azul resaltaba sus delicados ojos verdes, el cabello rubio estaba perfectamente peinado, la sonrisa natural que se extendía en rostro era hermosa y unas bonitas arrugas se formaban en sus ojos cada vez que lo hacía. Desde que lo vio en el restaurante pudo admirar bastante su belleza y además era un hombre bastante alto, ¿quizá llegaba a los dos metros? No estaba segura, pero definitivamente estaba muy cerca, lucía como todo un modelo.

—Tu camioneta parece cara—Lale comentó, observando la Range Rover que estaba estacionada justo en frente de ellos.

—Y lo es—Onur respondió—, pero eso en realidad no es importante.

—No estoy diciendo que lo sea, Doctor—Lale dijo y Onur frunció el ceño, era la segunda vez que le decía de esa manera y él no sabía cuál era la razón, pero en realidad estaban muy borracho como para pensar en eso demasiado tiempo—. Lo que estoy diciendo es que probablemente nunca hayas estado en el metro—Lale continúo y Onur soltó una carcajada.

Ella estaba en lo correcto.

—Bueno, tienes razón—dijo.

—Oh, Dios mío. Definitivamente tengo que llevarte. Vamos—Lale se puso de pie emocionada.

Ella tenía tanta energía, él se sentía tan bien con ella que no podría haber dicho que no, incluso si quisiera. Que no era el caso.

—Esta bien vamos—dijo y ella tomó su mano.

Ambos caminaron hacia la calle, dejaría su auto aparcado aquí y luego podrían volver con él, estaban caminando tomados de la mano a través de las calles de Estambul, riendo, bromeando, la luna y las estrellas alumbrando su camino, casi como si fuera una película. Onur se encontraba cada vez más embelesado por su belleza, su voz, su actitud, su energía.

Habitación 309 (Un plan del destino) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora