Me llevo la mano con la cuchara a la boca, mastico los últimos restos de la porquería que llaman comida y sin respirar la trago, para evitar más que nada vomitar de nuevo. Necesito el combustible, mi cuerpo podría no reaccionar la próxima vez.
Miro las pequeñas marcas de mi muñeca, con asco renovado recuerdo como solía verse ayer, cuándo mis fuerzas menguaron considerablemente y caí al suelo. Veo en un flash como toda la sangre parecía tener prisa por salir de dentro de mí, como el blanco de mí hueso parecía sonreírme de manera siniestra entre las agitadas aguas carmesí y las arcadas que me han perseguido vuelven.
Las lágrimas pican en mis ojos «tuve suerte» concluyo y aprieto los ojos para apartar las imágenes de mi cabeza. No funciona, por que hay un pensamiento que no quiere irse, no lo hará en mucho tiempo, no me dejará dormir.
«Pero ella no» y miro su cara frente a mí, magullada, ensangrentada, con los músculos faciales contrtaidos por el esfuerzo que hace por no desvanecerse, miro mí reflejo en sus ojos empañados, luzco salvaje, como un animal, quizá no soy más que eso.
Lo peor es que me siento sucia, asquerosa, inmunda, muy a pesar de que no fui yo quien hacía caer personas para la diversión de imbéciles retorcidos forrados de dinero. En teoría.
-las puertas se cierran en quince minutos, llevar sus utensilios a la cocina y evitar altercados- repite la voz nasal que siempre se la pasa molestando y no me deja compadecerme agusto.
Por un momento planeo no ir a dormir ¿Qué pasa si me quedo fuera y un merodeador me atrapa? ¿Estaría yo dispuesta a hacerlo? No. ¿Sería peor que volver a la arena? No. Y aun asi...
-Fradea -me llama Gineiva con su inusual voz gutural. Si, ella es una chica, pero ninguna de las que esta aquí tiene una voz dócil, ni siquiera yo, que al principio traté de no gritar demasiado, mi voz. Su voz. Escuchar las voces de todas solo me recuerda que lo que yo pase, lo ha pasado cada persona de aquí. Cada avatar.
-...¿Si? -le pregunto sin girarme a verla, me desagrada su cara, aunque es solo por que hace unas horas adquirió una cicatriz espantosa desde la nariz a la mandíbula, que probablemente ya no sea mas que un rayón, pero sigue recordandome como se ven nuestras heridas antes de entrar al hospital.
-mueve el culo, no voy a dejarte aquí
-no iba a quedarme -y era cierto, solo estaba considerandolo
-me alegra escuchar que aun no quieres suicidarte... vamos
Se que no se movera sin que yo este por delante de ella y si no me levanto armará un escandalo cargandome hasta las mazmorras. Si lo hace la van a castigar. Nunca me abandonará y aun no desido si eso es malo o bueno.
Suspirando me levanto y con mi charola en mano me encamino con Gineiva al deposito en una ordenada fila, pero no somos las ultimas, lo es Kerstin que es nueva, comprendo que quiera estar alejada. Me recuerda a mí.
Me recuerda que por las noches me enterraba entre las tres cobijas que nos dan y a menudo temblando mas por miedo que por el frio de las mazmorras, me ponia una con la mitad al rededor del cuello y la otra mitad atada a uno de los postes de la cama, podria despertar en mi casa con esto como un mal sueño y mi perro Brody a los pies de mi cama esperando su comida; o podria en el mejor de los casos morir asfixiada. No pasó ninguna de las dos. Sigo aquí.
Tiro la charola a donde los demás las colocan con cuidado y causa un estruendo, solo unas pocas chicas se giran a verme con miradas repulsivas, me hacen pensar que les gusta estar aqui, y me da asco.
Alguien me pone una mano en el hombro.
-no creo que debas meterte mas con ellas
-Gineiva ¿Estas defendiéndolas?
ESTÁS LEYENDO
Avatar [PAUSADA]
General FictionSoy propiedad Since Vladely, un avatar. Un titere que no puede controlar sus cuerdas, creo que en eso soy como tú. Pero tú no tienes que gritar hasta que quedas afónica y tus cuerdas sufren un daño severo. No, tu no tienes los miedos o sufres lo que...