una perla.

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Al pasar por el portal, hacia las Islas Hirvientes, el mundo de los demonios, lo primero y único que siento es: aturdimiento.

Es muy molesto que este sea un sentimiento constante, últimamente, extrañada por lo que vi, lo peor no era salir de dónde había quedado atrapada por tan solo unos segundos, lo peor era salir de ahí, estar en las islas Hirvientes de vuelta y ver a todos preocupados por mí.

Porque no lo merecía.

Estar de nuevo en el lugar que yo misma había arruinado, al que le había hecho tanto daño, al que había condenado sin ni siquiera saber el tamaño de mis acciones me hizo cuestionar lo que puedo valer.

Y no sabía si quería saber la respuesta.

¿Qué valgo como persona, como novia, como hija, como amiga, como aprendiz?

La palabra nada apareció muchas veces en mi cabeza como señales que no me dejaban pensar nada más.

Sentí ganas de vomitar.

Todo esto era por mi culpa, yo lo había causado, al mirar a mi alrededor no podía entender muy bien por qué había vuelto, todos debían odiarme y tendrían razón en hacerlo.

Si tan solo no hubiera llegado nunca aquí, no habría traído conmigo la desgracia que siempre me había perseguido a este lugar, a todos, porque toda mi vida ha parecido ser lo único que cargo conmigo.

— Luz ¿Te lastimaste en algún lado? —preguntó Amity arrodillada a mi lado, poniendo una mano sobre mi mejilla.

La miré por un segundo, toqué su mano que intentaba acercarme a ella, tocando mi piel.

Pero cada toque que ella pudiera darme, quemaba.

Ella o cualquier persona que quisiera sentir algo de empatía, pena o tristeza por mí se sentía incorrecto, verlo, sentirlo, no merecía su compasión.

Hunter dijo que si no hubiera sido yo, habría sido otra persona, que Belos habría encontrado la forma de engañar a alguien más, de conseguir de alguna u otra forma al coleccionista que, aunque yo nunca hubiera aparecido, esto igual hubiera pasado.

Pero seguía siendo yo, había sido yo esa tonta, había sido yo quien ocasionó todo y nada lo cambiaría, nada lo que pudieran decir podría cambiar la forma en la que me siento y lo que hice, porque ahora todos estamos a punto de luchar por enmendar mi error.

Y el sentimiento de que todos se darían cuenta, tarde o temprano, que yo había arruinado sus vidas, que tenía toda la culpa y que hubiera sido mejor si nunca hubiera pisado ese mundo, el sentimiento de que en cualquier momento, cada uno de ellos se voltearían a decirme lo mucho que me odiaban me remontaba a mi niñez, a cuando Luz, la tonta, hacía otra rareza y para evitar las cosas que sabría qué me dirían me escondía debajo de mis sabanas mientras deseaba desaparecer.

Y así quería estar de nuevo, debajo de mis sabanas, y quería lo mismo, desaparecer.

Porque si tan solo hubiera ido al campamento obedientemente y no hubiera intentado mantenerme orgullosa de lo que soy, nada de esto habría pasado.

Pero entonces tienen razón y la solución era esa, siempre había sido esa la solución, cambiar por completo, porque todo lo que era es una tonta e imprudente, que no piensa y no encaja en ningún lado en el mundo o en las dimensiones, porque, al final, el problema era yo, siempre había sido yo y me tocó llevarlo demasiado lejos está vez para darme cuenta.

Darme cuenta de que mi sola presencia había arruinado tantas vidas.

Porque realmente lo intente, realmente lo intente esta vez y rogué con todas mis fuerzas para convencerme de que sería diferente esta vez, que este lugar era el indicado y la tierra no, que había nacido en el lugar equivocado.

war ; luz nocedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora