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Sanzu no pensaba quedarse quieto, pese a liberar su furia en cada pelea, golpeando a todo aquel que se cruzará en su camino, no estaba satisfecho, sentía una culpa que no deberia por la muerte de Hoshi aún, recordaba vividamente cada expresión en su rostro ese día, en aquellos recuerdos también lo último que Hoshi le pidió además de cumplir su sueño, sonreír, lo había intentado, había intentado sonreír genuinamente, pero siempre el doloroso recuerdo atormentandolo.

Odia sentirse así, por ello en todos los meses que vivió con los hermanos Haitanii, no dejo de buscar, su única pista siendo la navaja que Hoshi tenía en su pierna, en ella había un apellido grabado, Watanabe, sabía que era de un pandillero, ese día lo notó, odiaba no haber visto detenidamente el rostro de el maldito que causó la muerte de Hoshi, deseaba algún día encontrarlo, para poder cobrar su muerte y poder estar tranquilo porfin.

Se encontraba en su habitación, miraba la placa que llevaba el nombre de Hoshi, Hoshi Miyamaru, recordando el día que escaparon y luego se quitaron las placas que llevaban sus camisas para no ser reconocidos, al inicio pensando tirarlas para iniciar su nueva vida, al final ambos arrepintiendose, las placas siendo un pequeño recuerdo de lo que vivieron en el centro psiquiátrico, así que las tomaron como una muestra de su amistad, Hoshi tenía el de Sanzu y Sanzu el de Hoshi.

Sanzu nuevamente sintiendo las lágrimas inundar sus ojos, limpiandolas rápidamente, había prometido a Hoshi sonreír, no podía llorar, se lavo la cara y luego se puso la mascarilla que Hoshi le regaló aquel día, se puso el uniforme de Tenjiku y salió de la habitación para luego salir de la casa, se dirigía a paso tranquilo a la reunión de Tenjiku, aún quedaba tiempo así que se detuvo en un parque mirando a unos cuantos niños irse con sus padres ya que empezaba a anochecer.

Decidió retomar su camino a la reunión, empezaba a anochecer, lo que realmente no le preocupaba, el era el peligro del que las demás personas se cuidaban por las noches después de todo.

Al llegar se encontró con Muto, se llevaba bien con él, pero no lo consideraba un amigo, se acercó al resto y luego de un rato, Izana Kurokawa, el líder de Tenjiku, empezó la reunión, solo era lo común, una pandilla intentaba hacerse un nombre entrando a su territorio.

La pelea sería ese día, querían tomarlos por sorpresa y acabar con el problema rápido, Sanzu empezaba a impacientarse, quería que la pelea ya empezara, al llegar reconoció el lugar, era aquel edificio abandonado donde vivía con Hoshi, la nostalgia lo invadió al igual que repentinas ganas de romper el llanto.

Entraron el el lugar y por el ruido los miembros de aquella pandilla empezaron a intentar detenerlos con golpes, muchos de ellos con tubos de metal, ninguno teniendo suerte, la pelea había empezado pero Tenjiku tenía ventaja por mucho, Izana llegó con el jefe y termino la pelea bastante rápido, Sanzu le tenía respeto a su fuerza, más no a él como su superior, siempre en las peleas iba por su cuenta, Izana no prestándole mucha atención, no iba a contra él y tampoco trato de traicionarlo, así que solo lo dejaba ser tan violento como quisiera en las peleas.

Sanzu estaba golpeando a uno de los miembros de la pandilla enemiga, sintió algo en el bolsillo de su uniforme, así que sacó lo que se encontraba ahí, una navaja, una idéntica a la que aún conservaba, se puso pálido luego de leer lo que había grabado en el mango de aquella arma, Okita Watanabe, recordó entonces a aquellos delincuentes que vio aquel día, luego vio al que estaba en el piso, tenía sangre en la cara, pero pudo reconocerlo, era aquel que iba delante de los otros dos.

Recordó también el nombre que estaba grabado en la navaja, era el mismo, no había duda que él lo había hecho, él fue el que lo apuñaló, él mato a Hoshi, él fue el culpable de todo, el que estaba golpeando en ese momento fue el que arruinó el sueño de Hoshi.

| ᴘsʜʏᴄʜᴏᴘᴀᴛʏ ᴏғ ᴀ ᴍᴜʀᴅᴇʀᴇʀ | [𝘏𝘢𝘳𝘶𝘤𝘩𝘪𝘺𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘻𝘶]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora