Cansado De Ser Yo (Milo De Escorpión)

Capitulo 9. Dolor frío

Después de sentir el inmenso cosmos del caballero de la octava casa extinguirse, enviaron a un caballero dorado a traer el cuerpo de su camarada tan siquiera para que descansara en paz, les costó mucho decirle a camus que no sería el, ya que este caballero estaba muy obstinado en ir, sin embargo ninguno de los demás caballeros estaba de acuerdo en que el fuese, así que con todo y enojo tuvo que tragarse su orgullo, de igual forma nadie lo seguiría, al final decidieron que sería bueno que fuera Aioria, ya que era el segundo mejor amigo de milo, no había nadie mejor para la tarea.

-cuídate mucho Aioria- dijo el peli-lila dándole palmadas en su hombro -tal vez lo que mires sea muy fuerte- miro al suelo intentando no llorar, milo era uno de sus mejores amigos, el, aioria, aldebaran, camus y shaka siempre fueron los más unidos, no podía creer que ahora el estuviera muerto

Aioria hizo que levantara su cabeza y le dio un abrazo -no te preocupes mu, soy fuerte- le dijo decidido el león -haría lo que fuera por traer a milo de regreso, incluso si el esta muerto lo seguiré queriendo mucho- tomo la caja de su armadura y dio unos pasos hacia adelante -deseame suerte- se dio la vuelta para darle un último despido a su compañero y dio rumbo al campo de batalla, el cual ya no sería de batalla, si no un campo de los caídos

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En acuario

Camus no podía creer que le habían negado ir por el cadáver de su "mejor amigo" aunque también, sabía que molesto no serviría de mucho -Tch, malditos- bufó molesto

-solo lo hacen por su bien- respondió su alumno, el caballero de cisne al escuchar sus constantes reproches, los cuales le tenían cansado, si bien quería ayudar a su maestro, no estaba en una situación favorable

-¡¿Cómo puedes decir eso?! Ellos simplemente me negaron cualquier contacto con milo, incluso aún estando muerto- suspiró pesadamente -jamás volveré a verlo- susurró un poco enojado

-me refería al bien del señor milo- se asinceró su joven pupilo, quien se llevó una mirada de desprecio de su maestro

-¿De qué lado estás, hyoga?- preguntó el caballero de acuario, quien a pesar de ser frío, parecía que iba a quemarlo y a convertirlo convertirlo pato asado en poco tiempo

-del lado de lo correcto- respondió hyoga, con un poco de miedo -no debió de ser malo con milo, no debió juzgarlo así, shun siempre me dice que no debemos juzgar a los demás, por dioses maestro, era su mejor amigo, y también... mi amigo- cerró sus ojos intentando no llorar, pero no consiguiendolo, dejando salir lágrimas amargas frente a quien le dijo una vez que nunca lo hiciera -¿Cómo pudo ser tan cruel?-

Camus, al verlo llorar, realmente no supo que hacer -¿Enserió vas a llorar?-

-¿Es lo único que va a preguntar?- dijo de vuelta el ruso aún con lágrimas en los ojos

-parece que si- Camus no podía entender los sentimientos de amor, si bien entendía la compasión yacía las personas a las que protegían, le era difícil abrirse a personas que el consideraba cercanas, un error suyo, ya que hyoga a pesar de todo, no era como él, así que inmediatamente, se sintió herido

Hyoga se levantó de donde estaba sentado y miró a su maestro a los ojos -siempre lo consideré alguien a quien seguir, pero tal vez, me equivoqué- limpió sus lágrimas y desvió la mirada -aunque mi corazón quiere creer que no es cierto, y que realmente tiene algo de bondad en usted, algo más que bondad artificial, porque... si no fuera caballero de athena, estoy seguro de que sería un monstruo- y así, la única persona que aún le tenía fe, se alejó, quedando completamente solo

Camus, molesto, consigo mismo probablemente, golpeó uno de los pilares de su casa, repetidas veces con fuerza, haciendo que sus nudillos se lastimaran y sangraran, los sonidos fueron tan fuertes, que llamaron la atención de las casas cercanas, probablemente si milo hubiera estado ahí, habría corrido a ver si estaba bien, pero el ya no estaba, y eso era lo que más le dolía a camus, tanto fue el estruendo, que Aioros fue a ver que sucedía, y al encontrarlo tan mal, se acercó para impedir que se hiciera más daño