Capitulo I: 'La Ventana'

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Yacía el joven de cabellos como la plata divisando su exterior a través de un cristal plagado de centenares incontables de pequeñas gotas de lluvia, casi las brillantes joyas del infinito talón azul que cubre la faz de la tierra. Sin embargo, pese a su vista fijada en la ventana, el chico no podría estar más lejos de si en realidad. Surcaba en mar de las aguas profundas y oscuras de sus pensamientos sin fin, en medio de un viaje tan divagante como tal reflexivo sobre si mismo y su alrededor, fue la conocida voz de su mejor amiga lo que le interrumpió la de otro modo eterna platica con sigo mismo—Ban, Ban...—Llamaba de forma incansable la de los cabellos azabache a su acompañante—Ya llegamos... ¿Me estás escuchando?—Abruptamente volvió el albino en si—Claro...—Dijo tomando  aliento en un profundo respiro que lo decía todo—¿Estás seguro de que no quieres que te acompañé?—Cuestionó ella preocupada por el estado actual de la que consideraba su única familia—No, gracias, Mer. Sabes que eres mi única familia ahora y todo lo demás, pero creo que esto es algo que debo hacer solo... No quisiera arrastrarte a mi dolor—Replicó él forzando una pequeña sonrisa—Sea como sea, sabes que  estoy aquí siempre que me necesites, hermanito—Dijo ella envolviendo a su contrario en un cálido abrazo al que el correspondió sin pensarlo dos veces—Cuídate. Me escribes cuando estés listo—Continuo ella despidiéndose de Ban quien tomó el ramo de flores y bajó del auto—Claro. Nos vemos, Sorellina—Su contraria sonrió y subió el vidrio para así arrancar dejando al albino solo con sigo mismo y una mente llena de infinidad de pensamientos, sería una caminata larga, no por lo que físicamente representaba. Sino por lo que su alma debía atravesar cada que frecuentaba esta tumba, la herida era reciente y sangre fresca salía de ella, pero no era esta cualquier sangre que proviene de la carne. Era la sangre de un corazón azotado por dolor, a sangre que emana como rios de aquellas ventanas hacia el ama, sangre cristalina. 

El de dos metros entró al cementerio y luego de unos escasos segundos encontró la tumba de su difunta madre, en un gesto delicado se sentó en el pasto frente a la lapida y lentamente posó aquel ramo de flores que llevaba consigo sobre dicho lugar. Dicho momento tan solemne fue interrumpido por el llanto de una mujer, no muy lejos de si. Ban alzó la mirada solo para encontrar en la tumba de al lado a una chica rubia de unos veintiún años tal vez, que sollozaba de forma desconsolada delante de la tumba del que posiblemente fue su padre alguna vez. Ban no pudo permanecer indiferente ante el dolor de la presente por lo que en un cálido gesto se decidió a darle animo—Lo siento mucho...—Afirmó el oji escarlata volviendo su mirada a la de menor estatura—¿H-Hmm?—La chica volteó limpiando las lagrimas de sus brillantes ojos, tan cristalinos como el agua que ahora reflejaban el dolor en todo su esplendor—Siento la muerte de tu familiar—Prosiguió el peli plata reafirmando su punto anterior mientras recogía su larga cabellera ayudándose de un elástico, sin si quiera dirigirle le palabra para responder la chica se acercó y en un gesto dulce le abrazó mientras volvía a sollozar, permanecieron un largo rato abrazados y apenas la rubia volvió en si y se percató de su abismal imprudencia se disculpó poniéndose de nuevo en pie—Di-disculpa.... So-solo necesitaba un abrazo—Comentó con voz temblorosa mientras sacaba sus lagrimas—No tienes porque disculparte. Es perfectamente entendible—Replicó Ban con amabilidad mientras a su vez se ponía en pie al lado de la chica—Bueno, supongo que ya debo irme. Se está haciendo algo tarde y...—La ojimiel interrumpió—Por favor, no te vayas—Dijo algo apenada de su inusual petición; Después de todo, acababan de conocerse. No tenía idea de su nombre si quiera—Sé que suena raro. Pero te pido que me acompañes un rato más... S-si no es molestia. Claro—Pasaron así un par de horas mientras que ambos se miraban en silencio, la soledad tan conocida y atípica a la vez, hizo presencia—Lamento lo de tu madre también—Elaine tomó la delantera y rompió el abrumador y a la vez doloroso silencio—Gracias...—Contestó Ban con cierto desdén—Yo también necesitaba ese abrazo—Continuó el albino—Pienso que aunque a veces nos dejan y no están más ahí para nosotros, nos envían a alguien más para que en su ausencia, nos cuide—Comentó la chica mientras en un gesto dulce le regalaba una pequeña sonrisa a su interlocutor—Me llamo Elaine. Lamento no haberme presentado antes, fui grosera—Dijo la rubia a modo de disculpa por su actuar tan arratico—Un gusto Elaine. Me llamo Ban—Replicó su contrario volviendo su vista a la chica—Sé que las circunstancias son extrañas, pero gracias por estar aquí—Ambos caminaron juntos fuera del cementerio—Creo que está algo tarde. ¿Aceptarías que te acompañe a casa, Elaine?—Ella asintió en un suave y delicado gesto mientras continuaban a su guía la caminata. El silencio hizo nuevamente presencia, sin embargo esta vez no retenía infinitas nueves de llanto. Pues ahora, era como ceniza de la poco a poco emergían los tallos de una bella flor. 

Fin

Hola a todos mis lectores. Quería disculparme por la falta de calidad literaria en mi contenido y no se me ocurrió mejor forma que hacer un mejor primer capitulo y darles una novela de calidad, que sea adecuada para la gran audiencia que son. Muchas gracias por leerme. Nos vemos en el próximo capitulo. 

October Rain:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora