Capitulo II: 'Vientos De Otoño'.

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Nuevamente, el infame despertador perturbaba la paz del cálido recinto perteneciente al peli plata, ruidoso como trueno, hizo su aparición con un ímpetu abrupto cerrando la puerta de lo onírico, trayéndole a la verdadera pesadilla, la cruda realidad. Se incorporó de forma lenta, su cabeza reverberaba sobre lo sucedido ayer, cuestionándose hasta que punto era aquello un segmento de la realidad o si para su mala fortuna, como cosa rara simplemente había sido un gesto fuera de lo común, más no lo suficiente para ser algo más,  algo verdaderamente significativo para alguien en el auge de la cotidianidad actual, y así mismo su forma de ver la situación estaba tergiversada por la abrumadora soledad que ha recorrido como helado sendero de un invierno perpetuo y despiadado desde el asesinato de su madre.  Sin darle mayor importancia a lo sucedido, salió cuanto antes de cama observando nuevamente el ventanal próximo a su lecho, eran días grises, en el absoluto sentido de la palabra; Enormes nubarrones se acumulaban como ejércitos tomando el cielo y ya podía divisarse el cambio de las hojas, la brisa helada y demás cosas tan propias de esta época tan usual, pero a la vez tan ajena del año, Octubre. De repente su móvil hizo acto de presencia de una forma similar a la de su despertador, pero esta vez, sacándole del ensueño diurno—¿Un texto a esta hora?—Se cuestionó a si mismo el albino mientras tomaba con cierta pereza su teléfono. Para su sorpresa, era nada más y nada menos que aquella misteriosa chica que conoció ayer durante la visita de su difunta madre en el cementerio, aunque el mensaje era de ayer no dudó ni un segundo en responder pues pensó que de no ser así, sería descortés al solo ofrecerle un recibido como respuesta. 

—Buenos días, Elaine. Si llegué bien a mi casa—Dijo el oji escarlata en replica al mensaje de ayer. Tardó unos minutos, incluso Ban llegó a cuestionarse si era demasiado temprano; Sin embargo, pasados cinco minutos tenía su respuesta.

—Buenos días, Ban. Me alegra. Gracias por acompañarme a casa ayer.

—No es nada, Elaine. ¿Has dormido bien?

—Si. ¿Qué hay de ti?

—Claro. En lo posible cabe destacar. 

—Bueno, algo es algo. ¿No?

—Si. He de suponer que si. Por cierto, Elaine.

—Dime.

—¿Ya desayunaste?

—No... ¿Por qué?

—¿Te parece si vamos a desayunar a algún lado?

—Bueno, no tengo cara para decirte que no... Odio desayunar sola. 

—Bien. Pasaré por ti en quince minutos tal vez. 

—Claro. Nos vemos, Ban.

—Nos vemos, Elaine. 

Apenas concluyó la conversación el albino fue apresuradamente a alistarte, aunque no quería ni tenia ganas de hacerlo, debía peinar su ahora melena para que se viese de forma aceptable para los estándares sociales normales. Pasados diez minutos, estaba listo, no es como si hubiese demasiado como meditar, llevaba el único color que solía usar, su joyería y sus botas de tacón alto. Era ya algo consolidado en él como rasgo característico, pues era raro verle vestido si quiera con un color diferente de negro; Por evitar decir que su armario no existía, ni había cabida para vestuario de otro color.  Sin perder ni un solo segundo tomó las llaves del auto y fue rumbo a casa de Elaine, la cual para su mala fortuna se situaba casi llegando a las afueras de la ciudad, era un trayecto de eso de diez a veinte minutos según estuviese el trafico. Sin embargo, parecía ser su día de suerte, las calles estaban completamente vacías como si de una ciudad fantasma se tratase, esto más que extrañarle pues Roma es una ciudad bastante movida, le agradó. De dicho modo le sería más fácil llegar a recoger a Elaine a tiempo. Cuando todo parecía, el mismismo mar cayó de los cielos con una formidable e implacable tormenta; El agua llena las calles e incluso aumentaba el cause de muchos rios. En cuanto llegó a la residencia de Elaine ella lo esperaba algo dubitativa sobre la posibilidad de un cambio de planes debido a las recientes condiciones climáticas, aún así, le recibió de brazos abierto alegre por su visita. Después de todo, lo que cuenta; Es la intención. Ambos se miraron algo decepcionados por los más recientes sucesos, pese a esto, Ban no se amedrentó y contrario a lo que los acontecimientos sugerían, pensó en un sitio más apropiado para la situación y que al mismo tiempo no sugiriese un estricto cambio de planes. Ambos subieron al carro de Ban y él les condujo rumbo a uno de sus cafés favoritos, 'StoneRiver Coffee', un pequeño pero agradable sitio que quedaba cerca de su casa. Nada más entrar, la atención fue excepcional para lo que pintaba el lugar en su faceta exterior, contrario a las expectativas de la chica, el café estaba completamente vacío y de no ser por los cocineros, meseros y demás miembros del grupo de empleados presentes, imperaría de forma perpetua un silencio funeral en el recinto principal. Apenas sentarse en la mesa, el encargado les entregó la carta y ambos no tardaron demasiado en decidirse.

—Yo quisiera un omelette de jamón y queso—Comenzó la rubia—Y para tomar... Un jugo de naranja por favor—El mesero anotó atento a la par que esperaba la orden de Ban—¿Y para usted, caballero?—Cuestionó el mismo alzando su vista del papel para poder ver al peli plata—Por favor un omellete especial, con jugo de mandarina y chocolate para tomar—Replicó Ban. Tomadas las ordenes el mesero se retiro dejándoles solos para conversar—No creas que lo evitarás con solo evadir el contacto visual—Afirmó la oji miel—Cuentamente un poco sobre ti, Ban—Prosiguió ella posando su mirada de forma estática sobre su contrario. Él busco la mirada de la rubia, entrelazando ambas miradas para después responder—Bueno, no hay demasiado muy interesante sobre mi—Replicó el aún manteniendo su mirada—Podrías empezar con tu auto, por lo que veo es un Mustang Boss Cuatrocientos Veintinueve... Me atrevería a decir del sesenta y nueve. No cualquiera tiene ese carro, señor misterioso—Comentó Elaine en tono jocoso, mientras el chico le devolvía una mirada llena de un poco de sorpresa—¿Cómo sabes sobre eso?—Preguntó el albino con cierto interés—Bueno, mi padre restauraba y coleccionaba autos viejos, en el garaje de casa hay muchos... Pero nuca logró tener ese en especifico debido a lo raro que es... Sé quedó como su último deseo...—Respondió la chica mencionando esto ultimo con cierto desdén—Hmm, es un carro bastante viejo. Si. Al inicio, era ese carro antiguo que ninguno de mis hermanos quería. Pero luego lo envié a restaurar en un lugar llamado... ¿Auto Moretti?, Tal ese sea el taller de tu padre. Es el único sitio que hace esa clase de trabajos, al menos aquí en Roma—Contestó el albino—Si. Es ese el lugar, entonces conociste a mi padre—Continuó la rubia—Si, además, ahora que lo mencionas... Si dijo algo sobre la rareza de este modelo en particular—Prosiguió el chico—Bueno, tienes suerte de que adoro los autos antiguos... Puedes considerarme impresionada, señor misterioso—Dijo la de menor estatura en tono jocoso a lo que ambos rieron. 

Segundos más tarde, llegó el mesero de nuevo; Esta vez con sus ordenes por lo que ambos se dispusieron a comer el desayuno. Era innegable que para este punto, los dos presentes sufrían de un hambre similar, pero no solo en el sentido del deseo de comer. Sino también del deseo de conocerse y saber más sobre el otro. 

Fin.

Bueno, este es el capitulo numero dos. Espero haya sido de su agrado. Me esmero por traer contenido de calidad que sea de su gusto. Si así lo fue, por favor, voten. Me ayuda mucho y me incentiva a continuar. Sin más, nos vemos en la siguiente ocasión. 


October Rain:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora