Capitulo 17

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Haruka: Esto tiene que ser una broma.....

En el cielo, delante de los tres jóvenes se veía un gran resplandor. Del resplandor miles de pequeños destellos comenzaron a separarse y perderse en el horizonte.

Inuyasha: ¿Que está pasando?

•••
[Minutos antes]

Haruka, Kagome e Inuyasha seguían al cuervo de cerca. Tenían problemas para atraparlo debido a su velocidad aumentada por la Perla de Shikon.

Haruka: Maldición.

Kagome: ¡Oigan, miren!

Kagome señalo hacia delante para ver cómo un pueblo al lado de un río se encontraba a varios metros.

Haruka: ¿Un pueblo?

Haruka frunció el ceño en preocupación. Si un pueblo estaba aquí en medio de la persecución podría traer problemas. Y vamos que los trajo.

El cuervo demonio bajo a gran velocidad y con sus patas agarro a un niño por su ropa, alzandolo hacia los cielos.

Haruka: ¿Tomó un rehén?

Inuyasha: Idiota, no importa si tienes a un niño contigo, ¡Los partire a los dos a la mitad!

Inuyasha hizo crujir sus manos mientras preparaba sus garras. Pero fue detenido repentinamente por una piedra que impacto en su cabeza y provocó que se tropezara.

Inuyasha: ¿¡Por qué hiciste eso!?

Haruka: ¿Tienes el descaro de preguntar cuando intentaste matar a un niño?

Inuyasha: Tch, ¿Y que tienes pensado?

Haruka: Dame un segundo.

Haruka bajo a la peli negra de su espalda y en su mano apareció cierta espada.

Kagome: ¿Esa espada.....?

Inuyasha: Tiene mucho poder Demoníaco.

Haruka: Probare algo.

Haruka posicionó su espada hacia atrás y apretó los puños.

Haruka: ¡Ahí va!

El peli rubio lanzo a Incursio con suficiente fuerza como para partir el aire y termino impactando contra el cuerpo del cuervo y lo corto en pedazos.

Haruka: ¡Bien!

Kagome: ¡El niño!

Una vez que el cuervo fue despedazado, el niño que tenía agarrado cayó al río. Y al no saber nadar se estaba ahogando.

Con rapidez Kagome se lanzo al río y nado hacia el niño, sujetándolo y llevándolo a la orilla.

Mujer: ¡Gracias! ¡Muchas gracias!

La madre del niño agradeció una y otra vez a Kagome.

Kagome: No es nada.

Kagome tenía una gota de sudor en su nuca al ver cómo la madre del niño la seguía agradeciendo incluso después decir que dejara de hacerlo.

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