CAPÍTULO EDITADO EN 2023 :)
MARÍA.
Perdida en los ojos del pelimoreno me encontraba librando una lucha interna. Sabía que aquellos discursos parecían repetitivos, pero ¿no son repetitivas las discusiones que suelen darse entre la mente y el corazón?
Siempre he sido una persona con las ideas bastante claras y normalmente he actuado en base a esas ideas y principios firmes, pero con Javier siempre acababa perdiéndome el corazón. Quería actuar de la manera correcta, como mi mente me dictaba; pero el corazón constantemente pisaba el freno sin dejarme avanzar. Cuando tenía que tomar decisiones respecto a él todo lo que decía y pensaba muchas veces no iba acorde con lo que hacía.
Porque cuando se trataba de él, la batalla campal que se libraba dentro de mí era demasiado dura.
Negarme a mí misma a que tenía sentimientos por aquel chico sería condenarme a una mentira eterna. ¿De qué sirve mentirte? Al final lo único que consigues es no avanzar y hacerte infeliz. El hecho de tener los sentimientos claros lo único que conseguía era saber qué paso debía tomar ahora, el problema se presentaba cuándo los sentimientos no ayudaban para nada a la decisión final.
—Mi lista.—ordené rompiendo el silencio. Lo mejor para los dos era que se fuera. Necesitaba que se fuese.
No me avergonzaba de haberle dicho la verdad, pero haber dado aquel paso no mejoraba las cosas. No facilitaba ni cambiaba nada entre nosotros. La situación había empeorado. Ahora ambos sabíamos que, a pesar de amarnos, estábamos condenados a estar separados.
Al final sin quererlo he acabado viviendo una representación de Romeo y Julieta, aunque me niego a vivir un final tan trágico.
Javier me dio la lista sin decir nada, solamente mirándome fijamente y esperando que algo, por arte de magia, cambiase la suerte de la partida. Técnicamente yo debía contestar a su gran mensaje de ''podemos con todo porque el amor es lo único que necesitamos'' pero mi postura sobre ello ya había quedado bastante clara a lo largo de toda la conversación ¿no? Una postura dolorosa pero clara.
—Gracias. —mascullé dirigiéndome a la cama y sentándome pegando mis piernas al pecho, abrazándolas. Javier se acercó a mí, tomando asiento a mi lado pero dándome el espacio que necesitaba.
—Tienes razón, necesitamos tiempo los dos para que las cosas funcionen. —lo miré con sorpresa—. ¿Pero no podemos darnos una oportunidad cuando cada uno estamos trabajando en nuestras propias luchas mentales? Piensa, al menos, la posibilidad de que haya algo entre nosotros y no dejarnos ir de nuevo tan fácilmente.
—Hace unos días no querías ni verme, te declarabas ni enemigo acérrimo, ¿qué ha cambiado? —Javier sonrió amablemente.
—Que me he dado cuenta que hacerme pasar por tu enemigo no es la mejor idea para llamar tu atención. —rodé los ojos—. Quizás los juegos no son tan divertidos si no hay unas reglas preestablecidas.
—¿La apuesta no tiene nada que ver con tu cambio repentino? —prefería ser directa y si tenía que patearme el corazón mejor que lo hiciese ahora.
—Si quieres, puedes subastar la habitación. —comentó con tranquilidad—. Siempre he estado enamorado de ti y siempre lo estaré, pero...
—No tienes las mejores formas de demostrarlo. —añadí por él. Javier cabeceó un tanto avergonzado.
Ninguno de los dos éramos perfectos y, al igual que yo, él necesitaba abrir los ojos.
—Solo piensa si quieres que tengamos una oportunidad o si quieres seguir con tu plan y dársela a Daniel. Está en tu mano si creerme en que mis sentimientos son reales o si es todo un juego por la apuesta.
En aquel momento Javier me estaba proponiendo que le diese un arma cargada y confiase en que no iba a dispararme.
No de nuevo.
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Eres idiota, pero te quiero. (Terminada).
Teen FictionMaría tiene veinte años y vive en España en un pequeño pueblo. Un día, su mejor amiga Vanesa, le dice que han organizado una reunión con los antiguos alumnos del instituto, pero María tendrá que encontrarse con él, Javier, su antiguo amor. ¿Qué ocu...