CAPÍTULO EDITADO EN 2024. ;)))
MARÍA.
Sería una hipócrita si no admitiese que había sentimientos dentro de mí que gritaban su nombre por todos lados. Debemos admitir que, a veces, las cosas no salen cómo nos gustarían que saliesen.
Nuestra relación no fue como esperaba; nosotros no tuvimos el final de cuento de hadas que siempre soñé; nuestros destinos no estaban unidos por ese hilo rojo del que tanto se habla. A pesar de que deseé con todas mis fuerzas que aquella relación tuviese un final feliz, mis deseos no se hicieron realidad.
Me encontraba en esa misma situación y, curiosamente, luchando con la misma persona. Lo que tanto me obligaba a mí misma a que sucediese, no era lo que estaba sucediendo. Sabía que lo mejor para los dos era que caminásemos por diferentes caminos; en el pasado me dolió que el destino nos separase, pero ahora podía ver claramente que esa era la mejor decisión. Sin embargo, por mucho que supiese que aquella era la opción correcta y la respuesta a todos los problemas que pudiesen surgir, no parecía tan fácil tomarla. No podía negar que tenía sentimientos hacia Javier.
Sería una hipócrita si dijese que no echaba de menos estar rodeada en sus brazos. Sería una hipócrita si dijese que no echaba de menos sus caricias. Sería una hipócrita si dijese que no añoraba sus dulces e inigualables besos. Sería una hipócrita si no extrañase su respiración tan cerca de la mía y su sonrisa sobre mis labios. Sería una hipócrita si dijese que quería apartarlo. Sería una hipócrita si dijese que lo odiaba. Sería una hipócrita... Sería una hipócrita si no admitiese que estaba locamente enamorada de él.
Llevaba enamorada de él todo este tiempo y eso era algo que no podía negarme a mí misma.
Daba igual el tiempo que pasase entre nosotros y cuántas órdenes quieras darle al corazón: los sentimientos no pueden controlarse. Cuando amas a alguien de una manera tan real y sana como yo lo hice, esa persona acaba clavada en tu corazón para siempre. Con el tiempo, aprendes a vivir sin ella y ves el mundo de otra manera, pero la huella que esa persona dejó en ti nunca podrá borrarse.
Todo sería más fácil si aquel odio que tanto proclamaba fuese real o si pudiese olvidar cada momento que vivimos juntos. Todo sería más fácil si pudiese apagar a mi corazón, hacer que dejase de latir por un tiempo, sólo el suficiente para olvidarme de él. Todo sería más fácil si los sentimientos obedeciesen las órdenes.
Quizás todo esto se hubiera evitado si no hubiese ido a aquella reunión de antiguos alumnos.
Porque al final el amor es el causante de complicarlo todo.
Tener a Javier en mi vida siempre me ha traído problemas, sé que cuando mi cabeza me grita que me aleje de él tiene razón. ¿Por qué mi corazón se empeña en meterse en medio del huracán una vez más? Quizás porque cuando te mueves por los sentimientos acabas apagando la lógica. Sin embargo, aunque bajo los efectos del amor creas que todo puede ser superado, no es así. No todo debe ser un reto en el amor, ni el camino debe estar lleno de piedras.
Si me tiraba a aquella piscina, sabía que acabaría hundiéndome. Aunque mi corazón lata a cien por hora cuando estoy a su lado, acabará rompiéndose en pedazos una vez más si sigo hacia delante. Cuando cruzas por un camino lleno de rosas no solamente te tienes que fijar en las rosas, sino en cuántas espinas hay alrededor de ellas.
Como si Javier supiera que estaba tras la puerta de su habitación, la abrió, encontrándonos frente a frente y mirándonos directamente dejando que el silencio se posicionara entre nosotros. Podía notar como la tensión comenzaba a acompañarnos, como si ninguno de los dos estuviera dispuesto a escuchar lo que tenía que decir.
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Eres idiota, pero te quiero. (Terminada).
Teen FictionMaría tiene veinte años y vive en España en un pequeño pueblo. Un día, su mejor amiga Vanesa, le dice que han organizado una reunión con los antiguos alumnos del instituto, pero María tendrá que encontrarse con él, Javier, su antiguo amor. ¿Qué ocu...