𝐢𝐢. 𝑇ℎ𝑒 𝑅𝑒𝑎𝑠𝑜𝑛

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0002. | LA RAZÓN

Eran las seis y Annabeth estaba despierta. Sólo había dormido cuatro horas y estaba agotada, pero nunca se notó. Si fuera posible, cuando Annabeth estaba cansada, parecía más feroz que nunca. Pero no se sintió tan feroz cuando supo que la razón por la que se había despertado tan temprano era para esconder su cabello.

Después de los acontecimientos del solsticio de invierno, el cabello de Annabeth había sido marcado con una horrible raya gris del ancho de su dedo que crecía desde la raíz y se teñía hasta la punta. Annabeth no se avergonzaba de lo que había hecho, eso se decía mientras se recogía los rizos para ocultar el color en una cola de caballo; que estaba orgullosa de sostener el cielo, una carga que había soportado un gran titán.

Pero Annabeth era demasiado inteligente para ignorar las miradas que la gente le lanzaba. Al principio había tratado de ser ignorante con ellos, pero había aceptado la derrota al recogerse el cabello hacia atrás y lejos de la cara.

Fuera de la vista, fuera de la mente. Otra de las cosas que Annabeth se dijo a sí misma.

Aun así, un único rizo permanecía obstinado en su rendición y colgaba irritadamente frente a sus ojos, que constantemente tenía que apartar o desaparecer de la vista. Una o dos veces Annabeth había pensado en pedirle a un hijo de Afrodita que la ayudara, tal vez le diera un poco de laca para el cabello, pero aún no se había hundido tanto en su orgullo como para pedírselo. Pero tal vez ahora que había conocido a Yvaine no sería tan difícil hacerlo.

Annabeth no estaba segura de qué pensar de Yvaine. Quirón no le había contado mucho sobre su mito, pero Annabeth no estaba del todo segura de que debía entender ni esperar de ella.

No estaba segura de cuánto duraría su estadía ahí, pero tan pronto como terminó y fue consiente de todo el valor que llevaba la estrella de más de dos mil años, tal vez más, no estaba del todo segura de qué tipo de amenaza ella sería. Apenas podía imaginarse a la chica flaca, tartamuda y tambaleante de hacía cuatro horas como una especie de monstruo. Pero claro, Annabeth nunca volvería a cometer ese error. No después de Luke. No después de lo que hizo.

Pero aun así, no podía ignorar la mirada asustada y torpe de Yvaine. Ciertamente nadie dudaría el porqué era protegida de Afrodita. Con su cabello rubio dorado y sus ojos que cambiaban de color, eran una pareja perfecta.

Pero Silena no podría cuidar de Yvaine para siempre, y pronto Annabeth tendría que ir a recogerla para su recorrido y su explicación de todo lo relacionado con los semidioses. Annabeth temía las miles de preguntas que ya sabía que Yvaine haría después de horas de mejorar el habla que surgieron con el tiempo. Sin embargo, tenía que irse.

Annabeth no se olvidó de anudarse los cordones antes de salir de su cabaña en silencio, sin emitir ningún sonido al salir. Annabeth saltó el último escalón, pero no con su habitual alegría matutina, sino por miedo al ver de repente una figura frente a ella. Yvaine estaba sentada en el primer escalón de la Cabaña Athena, con las rodillas pegadas al pecho y su vista plateada puesta en la llama siempre ardiente del hogar de Hestia a sólo seis metros de distancia.

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⏰ Última actualización: Jul 29 ⏰

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𝐋𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐢𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐃𝐚𝐫𝐤𝐧𝐞𝐬𝐬 • Nico Di AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora