Capitulo II 🩸🔥

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Las shitkickers de Mew lo llevaron a través de un callejón fuera de Mook Street, las pesadas suelas sonaban con fuerza sobre los charcos de aguanieve en parte congelados y aplastados por las huellas de los neumáticos.

Estaba totalmente oscuro, porque no había ventanas en los edificios de ladrillo de uno u otro lado y las nubes se habían cerrado sobre la luna. Incluso caminando así, su visión nocturna era perfecta, penetrando en todas partes. Como su rabia.

Sangre negra. Necesitaba más sangre negra. La necesitaba sobre sus manos, golpeando en su cara y salpicando su ropa. Necesitaba océanos de ella corriendo por el suelo y rezumando en la tierra.

En honor a la memoria de Gulf, sangraría a los asesinos, cada muerte una ofrenda.
Sabía que no había sobrevivido, sabía en su corazón que debía haber sido asesinado de un modo espantoso.

¿Entonces por qué siempre les preguntaba a esos bastardos dónde estaba? Infiernos, no lo sabía. Sólo era la primera cosa que salía de su boca, sin importar cuantas veces se dijera que se había ido.

El iba a seguir haciendo esas jodidas preguntas. Quería saber el dónde, el como y con qué, ellos lo habían hecho. La información solo se lo devoraría, pero necesitaba saberlo. Tenía que saberlo. Y uno de ellos hablaría en algún momento.

Mew se detuvo. Olió el aire. Rezó para que el suave olor a talco para bebé fuese a la deriva a su nariz. Maldita sea, no podía soportar esto... no saber nada por mas tiempo.

Pero entonces rió con un repugnante chasquido. Sí, el infierno no podría enfrentarlo. Gracias a sus cien años de cuidadosa educación con la Mistress, no existía ningún nivel de mierda al que no sobreviviera.

Dolor físico, angustia mental, abatiéndose en las profundidades de la humillación y la degradación, desesperación, impotencia: Estas aquí, aguanta.
Así que, sobreviviría a esto.

Levantó la vista al cielo y cuando su cabeza se echó hacia atrás se balanceó. Con un rápido movimiento de mano se estabilizó, luego suspiró y esperó a ver si la sensación de mareo pasaba. No hubo suerte.

Hora de alimentarse. Otra vez.

Maldición, esperaba poder salir sin dificultad otra noche o dos. Lo más seguro era que hubiera arrastrado su cuerpo por pura fuerza de voluntad las dos últimas semanas, pero eso no era nada insólito. Y esta noche no quería tratar con la sed de sangre.

Vamos, vamos... concéntrate, gilipollas.

Se obligó a continuar, acechando por los callejones del centro, serpenteando el peligroso laberinto urbano de Bangkok, los clubs de ChangMaiy los escenarios de drogas.

A las tres A.M., estaba tan hambriento de sangre que se sentía como una piedra y fue la única razón por la cual se presentó. No podía aguantar más la disociación, el entumecimiento en su cuerpo. Le recordaba demasiado el letargo del opio al que le habían obligado cuando era un esclavo de sangre.

Caminando tan rápidamente como podía, se dirigió al ZeroSum, la guarida actual de la Hermandad en el centro de la ciudad. Los gorilas le permitieron evitar la cola de espera, el acceso fácil era uno de los beneficios de la gente que dejaba caer dinero en efectivo, como hacían los hermanos.

Infiernos, el hábito del humo rojo de Tay valía solo un par de grandes al mes y a Max y a Pod solo les gustaba la llamada que les llegaba desde el anaquel superior de las bebidas. Además estaban las regulares compras de Mew.

El club estaba caluroso y oscuro por dentro, una especie de húmeda cueva tropical con
música tecno en el aire. La gente atestaba la pista de baile, chupando piruletas, tragando agua, sudando mientras se movían con los lásers de color pastel rítmicamente.

AMANTE DESPIERTO < MEWGULF ADAPTACIÓN >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora