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Esos abrazos repentinos siempre terminaban de forma diferente, Jennie lo sabía bien.

Después de la universidad, en el estrecho dormitorio que compartían, lo primero que hacía Lisa al llegar a casa después de las clases era caminar hacia Jennie con la cara limpia de maquillaje y una hermosa sonrisa a la que nadie podía resistirse. Encontraría la forma de abrazar a Jennie en una frase muda de que la echaba de menos, como aquel instante en el que sorprendió a la chica de espaldas, apretándola por la cintura en un abrazo por la espalda, sintiendo la suavidad del lugar que la corta camiseta del pijama apenas cubría, dejando que su nariz rozara la sensiblemente nuca de la chica.

Lisa suspiró allí contra la piel de Jennie, viendo cómo se ablandaba entre sus brazos e inclinando la cabeza de ella hacia un lado para que su boca sin lápiz de labios acariciara la suave y olorosa dermis de su cuello. Entre pasos risueños y susurros de "eres hermosa" o "creo que te necesito de verdad ahora mismo", cayeron sin contemplaciones sobre la cama en un lío de besos.

Mientras tanto, los afilados dedos de Lisa, con las uñas de color rosa-chicleado masajeaban los muslos desnudos de Jennie, amenazando con subir lentamente con picardía por el resto del camino desnudo de las piernas de su novia, acercándose a su falda y a lo que hubiera debajo empezando a arder lentamente dentro de sus ya húmedas bragas.

La menor besó silenciosamente el cuello de Jennie, deteniéndose en algún segundo para admirar su rostro ligeramente ardiente, pasando a acariciar su mejilla caliente con el pulgar: hermosa morena. Lisa sonrió de una manera que ninguna otra chica fue capaz de dejar a Jennie sin algo de aire en sus pulmones, y luego le mordisqueó el labio para que comenzara otro beso húmedo de chasquidos y anhelos.

La falda de Jennie se subió, dejando a la vista sus bragas y los vaqueros de Lisa se bajaron, desapareciendo bajo la cama como todo lo demás, resaltando sus pecaminosas bragas de encaje negro. La blusa de Jennie acabaría sobre el tocador en un brusco lanzamiento de Lisa, que caería con su cara sobre los pechos de Jennie, aspirando extasiada la delicia de ser la única que tuvo la oportunidad de vislumbrar y sentir aquella escena de la chica tumbada en desorden sobre la cama sólo en bragas y sujetador, su pelo de color negro en contrapunto con su piel naturalmente blanca.

A Jennie le gustaba cómo Lisa se abría el sujetador con la confianza que sólo una chica como ella tendría, y no había ningún tipo de enrollamiento o la forma incómoda que algunos chicos con los que Jennie había salido antes tenían al sujetar un par de pechos hermosos y turgentes como aquellos: Lisa, siendo ella misma una mujer, sabía apreciarlos. Los pezones estaban duros de sensibilidad, arrancando un suspiro a Jennie en cuanto Lisa enganchó uno de ellos en sus dedos para acariciarlo de forma deliciosa.

Lips | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora