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Si el plan era que Jennie estuviera más tranquila esa vez, se echó a perder en el primer instante en que la lengua de Lisa encajó perfectamente dentro de la vagina de su novia, follándola durante unos segundos. La morena soltó un sonido de éxtasis, moviendo las caderas para que toda su intimidad pudiera ser alcanzada.

A partir de ahí, todo se aceleró. Jennie movió sus caderas hacia la boca de Lisa, y ésta se dedicó a chupar a su novia con cuidado, recorriendo con su lengua toda la longitud de sus interior. Del clítoris a la vagina, lentamente, de la vagina al clítoris y a los labios, una deliciosa alternancia en la que Jennie se sintió embriagada hasta el punto de permitir que se le escaparan gemidos incoherentes, pero reveladores de lo excitada que estaba. Y el lado bueno de todo esto era que podía seguir manteniendo el contacto visual con su novia, viéndola toda cachonda y chupándosela. Lo más gracioso era que a Jennie le encantaban esos momentos en los que su novia la miraba mientras perdía los ojos ante el pelo castaño en anarquía sobre el colchón. Si pudiera nombrarlo, diría que es una verdadera pasión.

El primer orgasmo de Jennie no tardó en llegar: Lisa era muy hábil chupando y besando. La segunda fue aún más fuerte, al tener a Jennie encajada entre sus piernas abiertas de par en par mientras frotaba su intimidad contra la de ella en una deliciosa fricción que les hizo gemir a ambas. La tercera la derrumbó sintiendo aún los dedos de Lisa dentro de ella en un delicioso transbordo. Ambas acabaron tiradas en la cama, con el sudor manchando su piel y sus sábanas, cansadas.

Lisa era unos centímetros más alta que la otra, y le encantaba poder acurrucarse en los brazos de su novia como un bebé. A Jennie, por su parte, le encantaba ver ese lado vulnerable de la mayor y ser la persona que la acogía en un fuerte abrazo, al igual que permitía a Lisa ver sus lados más sensibles e infantiles que ella escondía en su pose dura.

—  Sabes que me gustas mucho, mucho, mucho, ¿verdad?

La morena asintió sonriendo, sintiendo los delgados dedos de la mayor enredados en su pelo.

— Pero ahora me gustas mucho, mucho, mucho, mucho más.

— Tonta —, respondió Jennie con alegría, apretándose un poco más contra su novia.

— Siempre seré tonta por ti.

— Yo también.

Jennie sabía muy bien cómo terminaría todo: Lisa besándola, ella devolviéndole el beso apasionadamente, y no sería más que afecto y nada menos que amor.

Lips | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora