NO EXISTIÓ UN BESO

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No existió un beso. No supe a qué sabían sus labios ni descubrí si eran expertos. No puede poner mi mano sobre su pecho y comprobar si su corazón latía al mismo ritmo que el mío. No pude cerrar los ojos y sumergirme en el olor de su perfume, mientras me perdía en sensaciones. No existió una sonrisa sincera al separarnos. Pero que nada de eso hubiese existido, no significa que ambos no lo hubiésemos deseado.

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