─ ¡Oh, mira esto, Kobeni! Parece que esta tienda de por acá no fue saqueada todavía, lo cuál es bastante impresionante, ya sabes, teniendo en cuenta que... bueno, estamos en pleno fin del mundo y así...
─ V-Vaya, es cierto... pensar que dejarían sin revisar un lugar en este centro comercial... q-qué suerte tenemos, q-quizá haya algo que nos sirva por aquí. ─ habló la chica, asomándose por debajo de las cortinas metálicas del antiguo establecimiento. Pudo alcanzar a vislumbrar ropa y demás accesorios regados por el lugar. El vidrio estaba roto y la puerta semiabierta, así que sólo tenían que agacharse y pasar. ─ V-Vamos, Denji, hay que ver-
─ Espera, déjame ir primero, nunca sabes qué degenerado va a saltar para tratar de matarte. ─ mencionó, posicionando su brazo frente a la contraria. ─ También... bueh, prefiero que la sangre sea mía y no tuya, tonta.
─ A-Ah... b-bien, está bien, tarado... es muy lindo de tu parte...
─ Porque bueno, yo no sé cerrar una herida. Es mejor que la médico esté vivita y coleando, ¿a que sí?
─ A veces puedes ser realmente tonto, Denji. ─ murmuró, suspirando mientras invitaba al varón a adelantarse. Él se rió pero hizo caso, adentrándose en el lugar.
Tras unos segundos, se escuchó un chillido de dolor proveniente desde dentro.
La de cabellos negros se alarmó muchísimo, no dudando en sacar su cuchillo y rodar hacia el otro lado de la reja para ver qué mierda había pasado.
─ ¿¡D-Denji!? ¡¿Estás bien, Denji?! ─ gritó, apuntando su cuchillo hacia todos lados, en búsqueda del joven. Estaba oscuro ahí, así que la visibilidad era baja. Se puso tan nerviosa que hasta se arrepintió de haberse movido por instinto. Comenzó a temblar y el miedo se apoderó de ella, pero no quería dejar solo al varón. Lo necesitaba bien, ahí, a su lado.
De pronto, sintió cómo alguien llegaba por su espalda. Dio un pequeño saltito y la impresión le hizo soltar el arma, algo que lamentó mentalmente. Tenía miedo, pero se preparó para girarse y pelear de ser necesario. El rubio le había enseñado a darlo todo incluso en las situaciones más desesperanzadoras, así que eso trataría de hacer. Daría todo por Denji.
─ ¡¡BUUU!! ¡ja, ja! ─ gritó el ojipardo, abrazándola por detrás y hasta cargándola unos cuantos centímetros en el aire. Se reía burlona mente, pero procuró no apretar fuerte el cuerpo de la doncella del cuchillo. No quería lastimarla, sólo bromear.
─ ¡D-D-Denji! ¡T-Tonto, i-idiota! ¿¡qué crees que haces, tarado? ¡m-me asustaste mucho! ─ chilló enojada la mujer, incluso pataleando un poco. Denji se rió, pensando que había cumplido su misión.
─ ¡ja, ja! ¡perdón, perdón! no pude evitar hacerte una pequeña broma, no quise espantarte demasiad-
─ ¡t-tonto, eso no fue lo que me dio miedo! ¡p-pensé que algo te había pasado a ti! ─ su voz se cristalizó al decir aquello último. El varón la bajó al oír eso, pero no dejó de abrazarla. Se sintió un poco mal por haaberlo hecho.
─ L-Lo siento, Kobeni... no quise que pensaras que me habían herido o algo por el estilo. Lo cuál, ahora que lo pienso, es estúpido porque hasta grité y toda la cosa. Perdón, yo... estoy aquí, ¿sí? no me iré a ninguna parte. ─ murmuró en el oído de la chica, bastante avergonzado por su actuar. Lo último que quería era herir los sentimientos de su querida semejante.
─ t-tonto... ─ se giró sobre sí misma, correspondiendo al afecto del contrario. Le abrazó con fuerza. ─ p-pensé que... te habían d-dañado... no s-sé que haría eso eso sucediera, Denji...
─ lo siento, lo siento ─ pronunció en voz baja, depositándole un dulce beso en la frente. Mira que él no era el más romántico de lo que quedaba de la tierra ni mucho menos, pero esa fémina le sacaba un lado que ni él mismo sabía que tenía. ─ te conseguiré un buen helado como disculpa, ¿sí? no quiero verte triste. Me gusta mucho más tu sonrisa.
─ e-eso... m-me gustaría mucho ─ trató de calmarse, inhalando y exhalando un par de veces. Denji revolvió sus cabellos. Entonces, le propuso explorar el lugar para olvidar el mal sabor de boca que se había creado en un momento. Ella accedió, así que comenzaron a buscar.
Habían dejado su antiguo refugio hacía al menos un mes.
Viajaron poco más de 100 kilómetros, durmiendo debajo de puentes, dentro de autos abandonados y en chozas escondidas en los altos bosques de esos lares. Cazaron conejos, zorros y alces. Incluso Denji trazó un plan para asesinar a un lobo. No salió bien. Nada bien. Ambos todavía trataban de olvidar la persecución que hubo tras ello.
Finalmente alcanzaron la gran ciudad. Bueno, la ciudad. Hacía mucho que había abandonado su grandeza. Lo que quedaba no era más que un cascarón de días donde uno ni siquiera pensaba que podría morir de un segundo a otro. Tiendas destrozadas, escaparates saqueados, edificios bombardeados, etc. Era un escenario catastrófico, uno que haría que cualquiera cayera en una profunda desesperación. Claro que ellos dos eran diferentes al resto de la humanidad.
Tras descansar en un viejo ático en un hotel de mala muerte, ambos se dirigieron al principal centro comercial de aquella capital deteriorada. Anduvieron en cada piso, rebuscando entre los escombros y los estantes que todavía se resistían a caer. Horás más tarde, se encontraron un espacio sin tocar en el tercer nivel de la construcción. Luego del susto que Denji le provocó a su compañera, los sobrevivientes tomaron todo lo que vieron conveniente.
"Woah, muy bien, ya me hacía falta un cambio. Esto me servirá de maravilla." exclamó eufórico el rubio, tomando un machete de una repisa de madera. Estaba un poco oxidado, pero tenía mejor rango y filo que la daga larga de acero que utilizaba como principal armamento. Extrañaba mucho su motosierra, pero sin combustible no era más que un pedazo de chatarra con cadenas.
Kobeni por su lado encontró unos cuchillos arrojadizos, latas de comida y lo que parecía ser un diario. No pudo evitar curiosear un poco, dándose cuenta de que ahí solían vivir dos personas. Un hombre adulto, por lo que leía, acompañado por una joven. Parecía que eran pareja o algo por el estilo, por la forma en la que el escritor plasmaba sus sentimientos para con la mujer. Era muy bonito a su manera. Algunas páginas al final estaban malogradas, pero no le dio mucha importancia. Era ciertamente reconfortante saber que más gente por ahí, a parte de ella y el tonto Denji, podían llegar a estrechar su relación afectuosa de esa forma.
─ Parece que es todo lo que hay por acá. Más que suficiente para llegar a la base. No falta demasiado, ¿verdad, Kobeni?
─ N-No... según yo es cuestión de llegar a la otra punta de esta localidad... claro, s-si no nos encontramos a un miembro de la organización antes de eso. Ya casi estamos ahí, D-Denji...
El joven sonrió. Tanto sufrimiento había valido la pena al final. Su piel se había magullado desde los pies hasta la nuca. Sus extremidades se habían congelado y los dedos casi se habían podrido. Podría jurar que su visión había disminuido, que era mucho más débil debido a la hambre extrema a la que se había visto sometido. Pero eso no importaba.
─ ¡Vamos, vamos, chica-cuchillo! Seguro que todos se alegrarán de ver a este par de idiotas volver salvos y casi sanos a casa. ─ bostezó. Tenía sueño. Era raro que pudiese dormir plenamente, así que se había acostumbrado a estar cansado. ─ Pero bueeeno, como aprendí del baboso de Aki... primero las damas, anda, iré detrás tuyo.
Kobeni hizo un gesto de princesa, haciendo como que sostenía su vestido. Denji le respondió con un saludo típico de un caballero, presionando su pecho un poco e inclinándose hacia adelante. La pelinegra rió un poco, para luego agazaparse y proceder a salir.
─ De acuerdo, tonto... confío en ti, Sir Denji. ─ las comisuras de sus labios mostraban una sincera calma y paz. El varón cumplió su palabra y caminó justo a la par de la joven. Ella ya se había terminado de levantar cuando él estaba cruzando. Levantó la vista y la vio sonreír. Se sintió bien en sus adentros. Cuando la veía feliz, él lo era también.
Sin embargo, justo detrás de ella, notó un reflejo.
El techo de aquel sitio tenía ya varios agujeros debido al paso del tiempo y a la falta de mantenimiento. Así, los pocos rayos de sol que conseguían pasar el nublado cielo conseguían iluminar un poco los pasillos donde ambos estaban en aquel momento. Debido a esta luz fue que el rubio notó algo extraño a la espalda de su semejante. Frunció el ceño, tratando de dilucidar la figura. Entonces, esta se movió hacia arriba, revelando que se trataba de un arma. Una katana, para ser exactos.
─ ¡QUÍTATE, KOBENI! ─ no dudó en moverla hacia un lado con un buen empujón, para luego tomar su nuevo machete con el brazo izquierdo. Bajó la guardia. No se esperó pelear ahí, así que todo lo que pudo hacer fue tratar de bloquear con la mano no dominante.
El perpetrador no dudó en asestar un fortísimo golpe hacia abajo, uno con la potencia suficiente como para desestabilizar la defensa de Denji. Así, su mano se dobló hacia sí mismo, permitiendo a la katana rebanar su rostro. El choque fue tal que lo lanzó directo al piso, cayendo sobre su codo derecho. La sangre comenzó a fluir casi al instante, lo que horrorizó a una muy confundida Higashigami. Todo había sido demasiado rápido, la ansiedad se apoderó de su cuerpo y no podía hacer más que mirar.
─ Tratando de robar lo poco que me queda... qué despreciable... ─ susurró el hombre, vestido totalmente de negro. Un gorro estilo policiaco cubría un poco su cara, pero parecía estar asqueado y enojado. No le había temblado ni un poco la mano al tratar de asesinar a otra persona. Era del tipo de persona que "cazaba", como había clasificado Makima.
Volteó a ver a Kobeni. Esta realizó un pequeño saltito hacia atrás por el pánico.
Aunque necesitaba verificar si su querido motosierra seguía vivo, todo lo que quería hacer en ese instante era huir. Parecía estar viendo a un monstruo en lugar de una persona. El hombre, de cabellos negros, apuntó su arma ensangrentada hacia ella.
─ ¿Tú que miras, estúpida? ─ alzó la voz, más enfurecido. ─ ¿creyeron que habían encontrado un presente de dios en mi almacén o algo así? ahora este imbécil tiene media cara rajada. Pedazos de mierda que no fueran... no estoy de humor para sus estupideces. Sobre todo cuando están husmeando entre las cosas de mi adorado abuelito.
─ Y-Y-Yo... D-Denji... t-tú... ─ trataba de hablar, pero las palabras se le habían atorado en la garganta. Su voz no cooperaba, pero había recuperado un poco el control de sí misma. Tomó su cuchillo. Lo dirigió hacia él.
─ Así que... también quieres que te mate. Eres realmente estúpida, te acaban de salvar el culo y lo desperdicias. Debes tener suerte de sobra si has vivido hasta aquí, idiota de mierda. Pero ya se te acabó. La suerte siempre se acaba. ─ agarró la katana con una sola mano y reafirmó su agarre a esta, acercándose a paso lento hacia la mujer.
Kobeni se puso en pose defensiva, temblando y con sus ojitos llorosos.
Sentía el pulso yendo a mil y casi ni podía respirar debido a la ansiedad. Pero Denji era Denji. Incluso si también terminaba herida de muerte, no lo dejaría. Estaba dispuesta a luchar contra sus instintos de supervivencia con tal de hacer algo, lo que sea.
El extraño se preparó para lanzar otro espadazo.
La piedad no estaba en el vocabulario de ese tipo. Iba a matarla sin mayores miramientos. En medio de una enorme angustia, gritó con un terror y agonía enormes, lanzándose al ataque sin pensarlo más. El de la katana sintió cierto repelús. Le era desagradable ver las expresiones tan desfiguradas que hacía la chica mientras se acercaba corriendo como loca. Suspiró.
─ Das asco. ─ sentenció.
Movió el brazo como si pegara un latigazo. No tenía realmente una formación como tal en el arte de ese tipo de arma, pero sí que era fuerte. Eso era todo. Lo último que oiría en su vida sería un insulto y luego... todo acabaría. Estaba acostumbrada, tras una vida llena de injusticia y de abuso hacia su ser, pero ella creía haber encontrado una luz en medio de las tinieblas. Parece que no era más que una farsa.
─ ¡¿QUÉ CREES QUE LE ESTÁS DICIENDO A MI CHICA, IMBÉCIL HIJO DE PUTA?!
El varón pelinegro se volteó con rapidez, pero no pudo reaccionar a tiempo.
Antes de que se diera cuenta siquiera, su hombro derecho había sido cortado brutal y profundamente. Cortado se quedaba corto. Denji había casi mutilado su brazo con ese machetazo. Realmente lo podría haber matado sin dificultades, pero enojado y con la adrenalina a tope, su precisión no fue la mejor. Dejando de lado que no podía ver por un ojo.
El hombre soltó un alarido lleno de dolor y agonía, pero eso no le detuvo de girarse para con el contrario, aunque eso le provocara sangrar mucho más. Denji trató de zafar su arma, pero esta se había atascado. El extraño, con un semblante de puro sufrimiento, le pegó un izquierdazo en el pecho, esto aún sin soltar su espada. Fue tal la rabia que sentía que lo mandó a volar un par de metros.
El rubió rebotó un poco en el suelo, pero se reincorporó sin problemas, sonriendo con su rostro teñido en líquido carmesí. Miró al hombre, luego a a Kobeni. A esta le guiñó con el ojo que le quedaba, tratando de transmitirle confianza. Aunque, en sus adentros, se sentía mareado y la cabeza le daba vueltas. Claro, eso sin hablar del dolor de tener una herida abierta en la cara. Sino fuese por el subidón de energía que le provocó el ver el trato que estaba recibiendo su tonta pero muy querida azabache, no se hubiera podido levantar. Tenía el tiempo contado.
─ ¿¡Qué estás diciendo de Kobeni, tú maldito cara-de-estreñido-y-jodido-anciano-de-mierda!? ─ gritó Denji, sacando su daga, que estaba guardada en una funda en el tobillo del varón. Por suerte todavía no la había metido a su mochila. ─ ¡S-Sí, puede que no ponga las mejores caras cuando tiene miedo! ¡y que llore mucho! ¡y que hasta los mocos se le salgan!
Kobeni no sabía si la estaba defendiendo o atacando para ese punto...
─ ¡Pero a mi no me da asco, maldito estúpido! ¡sólo me dan ganas de protegerla al ver su carita desesperada por ayuda! ─ se posicionó en la famosa "pose del mono" de las artes marciales, sosteniendo de manera firme el agarre de la daga. Bueno, un mono sí que era. ─ ¡Y TÚ NO VAS A TOCARLE UN SOLO PELO, VEJESTORIO ASQUEROSO!
─ ¡E-ESTE... ES EL MACHETE DE MI ABUELITO...! ¡¿CÓMO TE ATREVES A ATACARME CON ÉL?! ─ era increíble que le importase más el objeto en sí que la mortífera herida que Denji le había propinado. Bueno, prioridades de cada quién. ─ ¡TE VOY A MATAR! ¡A TI Y A TU ESTÚPIDA NOVIA!
─ ¡INTÉNTALO SI PUEDES, IDIOOOOOOOTA! ─ le sacó la lengua, como si fuera un niño pequeño. Nada que no esperaras del hombre motosierra.
Denji se encarreró, haciendo un ligero arco en la trayectoria que le llevaría a al hombre-katana. Su intención era llegar del lado donde había clavado el machete, osease, el punto más débil de su adversario. Al encontrarse a una buena distancia, pegó un salto y al mismo tiempo lanzó su ataque, esto para ser bloqueado con facilidad por la espada del contrario. Incluso sin un brazo, seguía siendo muy complicado de manejar. Claro que eso no detendría al loco ojipardo.
Al caer al suelo, aprovechó la corta distancia entre ambos para comenzar a atacar en frenesí. El viejo ese no podría cortarle con plenitud por no poder zarandear su arma de un lado a otro. Hasta él era consciente de que no debía darle ningún tipo de ventaja sino quería terminar más lastimado todavía. Así que continuó pegando, empujando poco a poco al baboso ese, procurando que se alejara de Kobeni. Esa era su prioridad, después de todo.
Iban empujando y destrozando distintos objetos regados por ahí, como cajas, sillas, mesas y trozos de concreto. El ruido de su pelea resonaba a lo largo y ancho del edificio, puesto que era lo único que generaba algo de escándalo en el ya abandonado centro de comercio. A medida que se movían, los dos perdían sangre. Denji parecía más preocupado por ello que su enemigo, quién no paraba de tratar de decapitarlo a pesar de todo lo anterior.
─ ¡D-Denji...! ─ la pelinegra solo podía observar cómo poco a poco las extremidades de su amado iban llenándose de ligeros cortes, unos más profundos que otros. Era doloroso ver cómo se lastimaba de esa manera... y ella no podía hacer nada.
Aún con su arma de confianza en mano, Kobeni tragó saliva y trató de darse ánimos a sí misma. Ella también había sido duramente entrenada por el viejo Kishibe, tenía las habilidades a su disposición para tratar de auxiliar al varón, quién se encontraba en un gran aprieto pese a que había conseguido un muy buen golpe al principio.
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𝘉𝘰𝘯𝘧𝘪𝘳𝘦 𝘰𝘧 𝘋𝘳𝘦𝘢𝘮𝘴
Fanfic[AU] El mundo se ha convertido en un yermo helado, lleno de sufrimiento y dolor. Kobeni y Denji son parte de una organización que se resiste a caer ante la adversidad de esas tierras que buscan aniquilar a la humanidad. Un día, quedan varados en tie...