𝕳𝖆𝖈𝖊 𝖋𝖗𝖎𝖔 𝖆𝖋𝖚𝖊𝖗𝖆

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Él odiaba el invierno con cada centímetro de su ser...


Ver como la nieve caía y sentir que el frio se expandía por cada rincón del reino era lo que Aemond más odiaba de aquellas épocas, sus conocidos no eran capaces de entender el por qué de esta actitud, recordaban que de niño, el joven príncipe parecía ser el más emocionado cada que el invierno llegaba a King's Landing, pero claro... su emoción no era sólo por ver la llegada de la estación, no, era en su mayoría por saber que estaría acompañado de su persona especial.

Esos eran los momentos más felices de un joven Aemond que poco o nada entendía del mundo, aquellos días en los que su máxima preocupación era no tener un dragón, cuando era simplemente feliz junto a la persona especial que tanto amaba, cuando su inocente corazón de niño latía y amaba con fuerza, pero un día toda aquella felicidad, todo ese amor... simplemente se desvaneció. En el mismo día en el que Aemond perdió su ojo, también perdió los lazos que lo unían a su persona especial, perdió a Lucerys, la única luz de sus días, sin su amado sobrino junto a él, el invierno dejó de ser algo que anhelaba, aquella época del año que alguna vez significo tanto para él, ahora sólo eran días ordinarios en su monótona vida. Y desde entonces sus sombríos días pasaron sin detenerse, pasaron muchas cosas, había estallado una guerra por el trono que tenía nombre mucho antes de que él o su hermano Aegon, nacieran. Tantas batallas, sangre y muerte. Y ahora estaba allí, solo y exiliado del reino, en medio de la nieve mientras vagaba en viejos recuerdos de un pasado que ahora se veía tan distante.

-Aemond - la dulce voz de Luke logró sacarlo de sus pensamientos, su corazón se sintió cálido - ¿Qué haces aquí?

Verlo a los ojos le dolía, su presencia hacia que su corazón se rompiera en pedazos.

-Sólo... quería ver la nieve, eso es todo - respondió con un dolor en el pecho.

-Pense que odiabas la nieve, Qybor - Le mencionó con una pequeña sonrisa, amable, se veía tan hermoso y eso hacía que a Aemond le doliera aun más.

-Bueno, lamento decirte, querido sobrino, que no, no odio la nieve... Sólo odio no poder tener compañía con quien disfrutarla - aquella ultima frase le quebró la voz.

-Bueno... De todos modos, creo que deberías entrar, hace mucho frio, tío... Podrías enfermarte

Aemond no quería entrar, jamás había desobedecido a cualquiera de las peticiones que Lucerys le hiciera, pero ahora no era capaz de aceptarla, sabía que su infierno personal lo esperaba al otro lado de la puerta.

-No quiero...

-Pero hace frio

-Al diablo con el frio... No voy a entrar...

Luke no entendía los motivos de la constante negativa de su tío, estaba confundido, decidió entonces pararse cara a cara con el de un ojo para obtener una respuesta, su mirada era firme, no se iría hasta que no tuviera su respuesta.

-¿Por qué no quieres entrar?

-Porque prefiero ver la nieve aquí... contigo...

-Podemos hacer lo mismo dentro y sin el frio molestándonos

La mirada de Luke se sentía como una navaja en el corazón de Aemond, dolía tanto.

-No... No podemos... - respondió con dolor en su voz.

-¿Por qué?

Ya no pudo más, aquella pregunta fue su limite, Aemond terminó de quebrarse.

-¡PORQUE SÉ QUE EN EL MOMENTO EN EL QUE PONGA UN PIE EN ESE MALDITO LUGAR... TÚ YA NO EXISTIRAS! - Una lagrima traviesa e invisible se deslizó desde su ojo violeta, mezclándose al instante con la nieve del suelo - Lo sé... Sé que no estás aquí y me estoy volviendo loco, lo sé... ¡CUALQUIER COSA QUE PIENSE O HAGA SE ENCARGA DE RECORDARMELO!... Te maté, Luke... yo y mi maldito dragón te matamos.... y ahora estás aquí, persiguiéndome y atormentándome como un fantasma, maldito Strong - lloró - Toda mi puta vida tuve que ocultar lo que sentía por ti para no decepcionar a la familia... y ahora que por fin soy libre de toda esa mierda de títulos y realeza... tú no estás a mi lado... Porque te maté... Yo sólo... Sólo quería volver a ver la nieve contigo, Strong - continuó llorando, lloró y lloró hasta que ya no hubo más lagrimas para derramar.

-Eso ya no importa, Aemond, hace frío... Vámonos a casa - extendió su mano de forma amable y le sonrió.

Oh, sólo los dioses podían saber lo mucho que Aemond adoraba esa sonrisa, lo mucho que la amaba y lo mucho que lo lastimaba, todo el tiempo en el que el príncipe de un ojo ansió volver a ver esa sonrisa, todas las noches en las que deseó volver a sentir el tacto de su sobrino, sólo los dioses fueron testigos de su dolor, y sólo ellos eran testigos de su imaginaria alegría en este momento.

-Bien... Mi Lord Strong...

FIN.



(ESTOY LLORANDO AYUDA)


𝕷𝖚𝖈𝖊𝖒𝖔𝖓𝖉 𝕮𝖍𝖗𝖎𝖘𝖙𝖒𝖆𝖘 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora